Subidón de Carlos Velázquez, la estrella del alcalde Almeida brilla en Toledo y la gran ovación
Voy a confesarlo. Yo siempre he sido feliz en Toledo. Es mi ciudad fetiche como Talavera es la de Andreu Buenafuente, pero en serio. El brillo de Toledo es una fábula en mi corazón y esa panorámica de los atardeceres, el sol robando la tarde sobre la cumbre del Alcázar y la Catedral, esa bruma perfilada por El Greco es única en el mundo, de una belleza rompedora de rojos y naranjas fascinantes. No hay otra cosa igual que el misterio de Toledo. Un universo fabuloso y personal, así pasen los siglos y las generaciones.
Por eso comprendo tan bien al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, cuando este martes 23 de enero, San Ildefonso, día inolvidable y grande de Toledo, llevaba dentro toda la emoción de recibir la Medalla de Oro de la ciudad y la dejó caer de golpe en una frase que conmovió a todos en San Marcos y resuena todavía en las calles toledanas: “Madrid es hija orgullosa de Toledo”. Una lección de historia de España es seis palabras y un gesto de grandeza hacia una ciudad que, en realidad, era la verdaderamente agradecida a Madrid por su apoyo en el temporal del 3 de septiembre. Un desastre que lo fue menos gracias a la madrileña generosidad.
Así las cosas, la estrella de Almeida fue alargada casi al infinito y resultó la de mayor temblor del día, y eso que San Ildefonso llegó cargado de grandes nombres propios para la historia, pequeña gran historia de reconocimientos y distinciones que tan bien ha contado este periódico. Simpático y entrañable, amabilísimo, el alcalde de Madrid volcó toda su elegancia hacia Toledo, habló de su “majestuosidad y grandeza” y se ganó a todo el mundo en una batalla de saludos, apretones y selfies, como una estrella del rock, pero del Atleti y en pequeñito, jovial como el encantador muchacho que parece. “Somos parte de un todo, no puede ser de otra manera entre españoles”: pues eso.
El escenario era el ideal pero, dicho esto, el subidón de la noche lo vivió, a bote pronto, el alcalde toledano, Carlos Velázquez, sin duda en fase lunar creciente y con una excelente mano de anfitrión que disparó su figura política. Fue de lo más comentado de la tarde. Era su primer San Ildefonso como alcalde y ejerció de maestro de ceremonias con una soltura casi sorprendente, con las hechuras de un político que tiene juventud y carrera por delante y que, probablemente, ahora mismo no se pone límites (y esto ya es cosa mía, no vayamos a liarla). Impecablemente trajeado y sin dejar de mirar su horizonte, en siete meses Charli escala el Everest con unas trazas que están llamando mucho la atención.
O sea, que Velázquez, el alcalde, está empezando a ser un torrente toledano del que debemos tomar nota. No dejó a nadie por saludar, despidió elegantemente a todo el mundo, repartió besos y abrazos como nadie y fue el tío más cordial de la velada, como también es su natural. Le llamaron "concejal de pueblo" cuando la campaña electoral y ahora es el alcalde de la capital, así que me lo tengo apuntado para mis croniquillas de 2027, que es una fecha muy molona para los que nos va la marcha en vena. En su sitio, antes muerta que sencilla, estuvo también la vicealcaldesa, Inés Cañizares, con unos taconazos maravillosos que estilizaban su sonrisa y que voy a ver si me los compro, que no voy a ser yo menos.
El tándem Velázquez-Cañizares me dicen que funciona bien en la plaza del Ayuntamiento y eso probablemente sea una buena noticia para la ciudad. Tal vez por eso sea tan llamativa y clamorosa la ausencia de la exalcaldesa Milagros Tolón, que seguro tenía una agenda complicada y le fue imposible hacer un hueco, aunque no se me ocurre ahora mismo un sitio mejor para una toledana de renombre que haber estado este martes 23 en San Marcos. Era lo suyo, pero hay escapadas y silencios que lo dicen todo. Tampoco estuvo otro exalcalde, el presidente de la Junta, Emiliano García-Page, muy bien representado en el acto por su consejera portavoz, Esther Padilla, que nunca falla y es una dirigente también con futuribles en su propio cielo. Dicen que con ciertos aromas toledanos.
Entre los exalcaldes me gustó ver de refilón a Juan Ignacio de Mesa y Agustín Conde y sólo me queda por decir que el acto estuvo muy bonito organizado, que San Marcos se quedó pequeño (buscan ya otra posible ubicación) y que enhorabuena a todos los galardonados, gente de bien a los que todo el mundo quiere. Y viva Toledo.
Emocionante ovación para Esteban Paños
Entre los nombres propios de San Ildefonso 2024, uno quiero destacar por la emoción: Esteban Paños, el ejemplar concejal que, en representación de Ciudadanos, lo ha dado todo en los últimos ocho años de Toledo. Ha sido reconocido como Concejal Honorario y se llevó la gran ovación de la jornada en San Marcos, en medio de una corriente de emotividad que conmovió a todos los presentes. En medio de su particular batalla por la vida, con el mundo, la esperanza y Toledo por montera, Paños recibió el cariño general y fue la luz que destelló la magia de la ciudad a la que ha demostrado un gran amor. “No sé si estoy entero o he ido dejando trozos por las calles de Toledo”, que canta Pole y parafraseó el alcalde Velázquez. Grande Esteban. Qué maravillosa locura que es la vida. Que es Toledo.