Hemos perdido la capacidad de sorprendernos
Acerté plenamente cuando decidí acercarme al Palacio de Benacazón de Toledo para asistir a una conferencia que impartían dos personas retiradas de la política militante hace un tiempo, pero que continúan siendo un referente para muchos españoles. Me refiero a María San Gil y Jaime Mayor Oreja, antaño pesos pesados del PP. Dos políticos "pasados de moda" que representan la política honesta. Un lugar cómodo y céntrico y el título de la conferencia, "La crisis de España y el papel de la sociedad civil", también me hacía presagiar que era un tema de suma actualidad. Fue una hora y cuarto densa y con mucho contenido; el reciento, lleno con personas de pie.
De todas las frases y conceptos que se vertieron me quedo con algunos. Por ejemplo, la vida la resumió Mayor Oreja en dos palabras: familia y fe. La familia como pilar básico de convivencia, hoy vilipendiada y con pluralidad de ramificaciones y situaciones. Un momento de la vida en que la familia interesa poco, casi mejor no tener hijos, y sin embargo se da mucha importancia a la tenencia y convivencia con perros u otras mascotas. En cuanto a la fe, una sociedad deshumanizada en muchas ocasiones en la que apenas se habla de Dios y parece como si los creyentes tuviéramos que ocultarnos y no salir de la sacristía.
San Gil habló de la falta de referencias y de pertenencia. Es lógico que si desde el colegio, la familia, en la calle, no nos hablan de la bandera, del himno, del respeto a los símbolos, etc., poco hay que hacer y muchos valores escasearán por doquier. Expresaron claramente que, para combatir la crisis que asola a nuestro país, no basta con votar cada cuatro años, sino que hay que actuar en conciencia y salir a la calle para evidenciar nuestro descontento.
Que eso de resignarse era de cobardes y que hay que dar la cara por lo que uno cree que merece la pena. Soltó Mayor Oreja un recado a la Iglesia, indicando en otras palabras que estaba dormida y tenía que despertar. Recordó que en su etapa de colegial había una asignatura "maría" que se llamaba Formación del Espíritu Nacional.
También se habló de los medios de comunicación y del papel que desempeñan en la sociedad. Cómo en más de una ocasión sirven para intereses partidistas y adoctrinan o falsean la verdad, con lo cual, la información que propagan no es la adecuada ni la verdad. "Tenemos que elegir cada uno un medio que nos satisfaga y diga las cosas como son". Y dignificar la vida del político, se apostilló.
También se refirieron a que nos hemos acostumbrado a escuchar las noticias y dramas que suceden y aunque sean muy duras, ya nos resbalan y nos importan poco. Nos hemos acostumbrado a relativizar todo y casi nada nos sorprende.
Llegados a este punto recuerdo ciertas conductas del ministro Grande-Marlaska, producidas recientemente. En mi opinión, no ha estado a la altura de las circunstancias en el caso de los dos guardias civiles muertos en Barbate. No hablo de dimisión, pero qué menos que ir al lugar de los hechos. Hablo de dignidad. Y más cuando fue en la lista de Cádiz como paracaidista en las últimas elecciones generales para diputados al Congreso. No me extraña que una de las viudas le dijera que se quedase con la medalla que iba a imponer al féretro sin vida. Debía haber dado la cara, por lo menos.
Y un detalle que agradecí y que he echado de menos en algunos eventos del fin de semana en nuestro país. Al comenzar el acto, el moderador, el fenomenal Jesús Olmedo, solicitó un minuto de silencio por los dos guardias civiles y se hizo con el mayor agrado y respeto del mundo.