Emiliano García-Page tiene malas noticias para España. La era de Pedro Sánchez no le está sentando bien. Y se ha ido a Barcelona para contarlo: “La política nacional ha entrado en barrena y la única manera de que la tripulación se salve es darle al botón y saltar del vuelo”. El botón del pánico de Page, el mismo que nunca termina de pulsar, quizás por miedo o por vértigo. O por no saber qué pasará: el abismo de la incertidumbre. El caso es que, según el presidente de Castilla-La Mancha, España vive “el peor momento y el más degradado de la democracia”, una situación “muy deprimente” y una “etapa de absoluto caos político”. La etapa del sanchismo, que nos ha traído hasta aquí: esto lo digo yo. “Muy lamentable”, opina Page. Fuertecito y a la yugular y hoy aún más duro desde París y mirando a Sánchez: "Si Puigdemont vuelve e intenta de nuevo la independencia, el ridículo sería histórico".
Y dicho esto, tan grave, tan escandaloso, tan crepuscular, el presidente de Castilla-La Mancha, siempre vivamente locuaz, se ha quedado tan pancho. Un día más dándole vidilla a los titulares y alegría a los telediarios, pero un día más sin que se mueva una brizna de esperanza. Quieto el rey en el tablero. Al menos que todo cambie para que todo siga igual, pero tampoco: fuese y no hubo nada. Ya lo dice Carolina Agudo, secretaria regional del PP: “Page ha ido a Barcelona a lavar su imagen por no haber evitado la ley de amnistía”. Quitarse el pecado de encima, buscar la redención. Yo no voy tan lejos, pero una pregunta me llena de duda el corazón: ¿hasta cuándo se va a prolongar este agónico sainete? No es que una piense que el presidente castellano-manchego esté haciendo un poco de teatro, le veo sincero y desafiante, pero no termino de entender la utilidad de ciscarle todos los días al muñeco del sanchismo sin dar un paso más allá. Salvo las risas y el aplauso.
¿Y qué paso sería ese? No sé: por ejemplo, un misil en mitad del escenario. Porque tan gruesas palabras (barrena, caos, degradación, ridículo) bien merecen el riesgo, la fuga y darle el brillo de la verdad al “me cueste lo que me cueste” que dijo Page el otro día. Pues eso, que cueste. Puestas las cosas en estos términos tan duros, y con Sánchez desbocado por las fronteras del abismo, presidente arrodillado, mejor ser consecuente y antes traicionar a tu partido que traicionar a España. O algo se me escapa (que es lo más probable) o este entremés lo entiendo regular: lo contrario es lo que hace Pepe Bono, o sea, callarse para no dañar al PSOE porque “todo cuanto soy se lo debo al partido”. Qué triste tufillo. Debe ser que a España y a los españoles no les debemos nada. Faltaría más.
Total, que a lo que iba: después de la andanada antisanchista en Barcelona (repetida hoy en París), con gran éxito de crítica y público, Page se dio una vuelta por la Feria Alimentaria y allí fueron todo abrazos, risas y saludos. Y un montón de selfies. El presidente de Castilla-La Mancha cae bien en la capital de Cataluña y muchos le pararon para hacerse fotos, comentar la última jugada y afianzarle en el camino: “Presidente, sigue así”. Avance, tal vez le decían. Hay un montón de fotos que lo demuestran, algunas con el vicepresidente segundo, el bueno de Josele Caballero, al mando de la cámara, que los servicios gráficos no daban abasto. Así que el mundo siguió su camino tan feliz, Page de paseo en Barcelona y este viernes en París, Sánchez felicísimo en la Moncloa y Puigdemont, el resucitado de Ferraz, pisoteando un poco más la charca, hasta el infinito y más allá.
Futuro y personalidad de Carlos Velázquez
Me manda saludos interpuestos Carlos Velázquez, el guapete alcalde de Toledo. Se los devuelvo con cortesía y una pulsación de mi corazoncito de toledana vocacional. Amo esa ciudad, que no es la mía. Veo a Velázquez fuerte y con personalidad en la Alcaldía, un tío que parece tener claro lo que se trae entre manos y cuál es su cometido. Lo ha demostrado, por ejemplo, en el lío que se ha montado con la Policía Local y parece que la situación se va a reconducir: hay buena voluntad en los dos lados. Ya veremos. A Carlos Velázquez tengo la impresión de que el tiempo le hará crecer y le pondrá muchos futuribles en el horizonte, pero la vida es un carpe diem y cada día tiene su afán. Cuando lleguemos a ese puente, veremos si cruzamos ese río. De momento, el alcalde parece tenerlo bien hilvanado con Toledo y esa es por ahora su prioridad y su misión. Suerte y a seguir tan ricamente.