Mi mamá puede con todo
Una mujer esperando su turno en la carnicería de un supermercado lleva una niña de menos de dos años de la mano y, junto a ella, un infante de unos cuatro que no para de preguntar si queda mucho. Ella se encuentra de espaldas a mí. Su figura es esbelta, viste moderna y, a la par, con un toque que la hace especial. Su melena baja por la espalda bien formada y de su perfil se puede atisbar que es una mujer guapa.
Hasta ahí la escena es normal, la curiosidad llama a la puerta de mi mente cuando, al girarse para tomar en brazos a su hija pequeña, de pronto, se perfila una barriga tremenda, casi llegando al momento final de su embarazo. Se le cae el bolso que lleva al hombro y me acerco para recogerlo y entregárselo; me cruzo con su mirada.
Podría decir que con un atisbo de cansancio, pero con una luz y una gratitud fuera de lo común. Al verla tan apurada, me ofrezco a ayudarla y entonces el niño me dice: "¡no hace falta, mi mamá puede con todo”. Ella le guiñó un ojo con una gran sonrisa y la escena finalizó.
Al volver a mi casa, después de un largo día de mil quehaceres laborales y personales, aquella frase me iba retumbando con un eco machacón. “mi mamá puede con todo”, pero ¿realmente podemos?
Cada vez menos mujeres se permiten ser madres, cuanto menos tener familia numerosa. Porque ello supone realmente un sacrificio en todos los sentidos y porque los trabajos no esperan ni tampoco el liderazgo. Sigue siendo muy complicado lidiar con esfuerzos laborales y una crianza, amén de la economía, que, dicho sea de paso, cada vez es una cruz más pesada.
Hemos educado a nuestras hijas para que sean independientes y se busquen por sí mismas un lugar en la sociedad, cuantos más máster y grados, mejor, pero también les hemos enseñado que ser madres es renunciar a muchas cosas, porque en verdad lo es, les hemos enseñado a estar obligadas a equilibrar múltiples roles y responsabilidades.
Ser madre en la sociedad actual exige demasiados desafíos y responsabilidades que pueden ser abrumadores y causar estragos en la salud física y mental de nuestras jóvenes mujeres. Cada vez atrasan más el ansiado momento, mezclándose junto con esa renuncia temporal a la maternidad posteriores problemas de infertilidad.
Y para colmo, la que se anima y decide traer un precioso retoño al mundo se encuentra de bruces con en esta bendita era digital. Las nuevas madres se enfrentan con criar a los hijos en un mundo cada vez más conectado, donde la influencia que infligen las redes en la forma de entender el mundo de los niños es muy diferente.
Con esta atmósfera, vivir una escena como la descrita en el comienzo de esta columna podría denominarse casi de excepcional. Aun así, me he callado el desenlace de lo acontecido en dicho episodio.
Una vez la mujer hubo ultimado su compra y se marchó, la dueña del establecimiento, o sea la carnicera, sin ser preguntada comenzó a contar la vida de esta mujer. Se retrotrajo a la buena familia a la que pertenecía, gente de bien y de posición, pero el amor que puede con todo hizo que se enamorase de un chaval con pocos recursos y muy buena persona, por cierto. Ella, enamorada hasta las trancas, tuvo al niño antes de casarse, pero finalmente, por sus padres, contrajeron matrimonio y siguió ejerciendo como abogada, mientras su esposo era dependiente de esta firma de supermercados. Pero como la vida es injusta, después de nacer la pequeña le diagnosticaron un cáncer a su marido, por lo que tuvo que dejar de trabajar, haciéndose ella cargo de los niños, la casa, el marido y el trabajo. Y como le queda poco de vida, decidieron enfrentar a la muerte con una nueva vida.
Se pueden imaginar ustedes la sensación que me invadió, “mi mamá puede con todo”, pues sí, así es. Existen hoy en día mujeres que deciden afrontar su destino con amor y una dulce sonrisa, admirable y muy difícil al mismo tiempo.
Con estas letras quiero agradecer la valentía de todas nuestras jóvenes mujeres que, habiéndose encontrado una realidad muy compleja, siguen luchando por conseguir su lugar en todos los ámbitos y, si les es posible y así lo eligen, siendo madres.