Page se enreda con Sánchez y se lleva un zarandeo y yo también soy máquina del fango
Qué bonito panorama se le ha quedado a Pedro Sánchez tras el montaje de su dimisión fake. Es posible que a la larga este nuevo engaño a los españoles, tan burdo, tan obvio y tan electoralista, termine por salirle mal al fullero de la Moncloa, pero de pronto las encuestas ya apuntan al subidón de los socialistas en las catalanas y la trampa ha empezado a dar los réditos más inmediatos. Carpe diem. Este geniecillo del tacticismo que es Sánchez no tiene rival a su altura en ninguna parte y, si se aplicara a hacer el bien, gobernaría más que Franco: en lo suyo es el número uno. La paparrucha, la trola, el fango.
Hasta Emiliano García-Page cayó seducido por el canto de la serpiente y no tuvo más remedio que sumarse al coro del quédate y parecer que se había recompuesto la amistad. El antisanchista enredado en la última añagaza inventada y ful del sanchismo. A rezar todos a Ferraz y Page como uno más de la legión aclamatoria. A ver cómo arregla ahora el barón castellano-manchego este roto que la carta de amor de Sánchez le ha asestado en su perfil de socialdemócrata de centro izquierda al que le vota la mitad de la derecha. Un golpe a su línea de flotación. Un zarandeo, una sacudida, un meneo.
Ya sé que Page es un viejo zorro curtido en mil garitas aún peores, pero supongo que tendrá que dar alguna explicación: después de apretar las filas y recibir los abucheos del otro día, la próxima andanada del presidente de Castilla-La Mancha frente a Sánchez va a parecer un sobresalto con significativa pérdida de credibilidad, y eso necesitará un tiempecito de relato, propaganda y recuperación. En el Palacio de Fuensalida ya se habrán puesto a pensar. Es posible que el amago presidencial haya dejado la legislatura inestable y muy tocada, pero de momento el sanchismo recupera la felicidad y nuestro Emiliano se ha quedado un poco en el limbo, a ver qué pasa. La imagen norcoreana de María Jesús Montero en Ferraz, iluminada y en éxtasis, coloca fuera de juego a un Page que necesariamente debe sentir un gran rechazo a identificarse con un partido así. O sea, que se ha convertido en esto.
Pero eso es cosa suya. Allá cada cual. Lo que viene ahora por delante es la “máquina del fango”, es decir, la maquinaria del sanchismo contra todo lo que se mueva alrededor en dirección contraria a la del amado líder. Sánchez le ha copiado el término a Umberto Eco y Roberto Saviano para retorcerlo, darle la vuelta del revés y definir a todo aquello que queda fuera de la sanchosfera, el cordón sanitario y el muro: la democracia soy yo, así que o estás conmigo o estás contra mí. Y justificar así medidas desde el poder contra jueces, periodistas y dirigentes de la oposición, en un movimiento de corte cesarista que necesariamente sólo podrá servir para menoscabar la libertad, la democracia y el sentido común y, en la misma proporción, aumentar la división social, la polarización entre españoles y el tamaño de la barricada contra los que caen al otro lado de la frontera del poder. Triste España en tiempos de Sánchez. El poder frente a la gente.
El poder sanchista, por supuesto. El régimen. El sistema que, de momento, sólo cuenta sus actos por victorias ante una sociedad civil en desarme decreciente. Así que Page tiene mucha plancha pendiente y terreno que recuperar. Todos esperamos que lo haga. De momento, y tratándose de periódicos y periodistas, puestos ya en esta tesitura, a mí que me vayan poniendo en la lista de los guapos: yo también soy máquina del fango.