A ver, queridos. Tiene su lógica pensar que Pedro Sánchez, el hombre del Lamborghini, haya incluido entre sus planes de la temporada otoño-invierno laminar políticamente a Emiliano García-Page y cargárselo como secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha. Y después todo lo que venga. La inquina es mutua y se están estorbando en el camino, pero que Sánchez tenga el deseo de quitarse de encima a un enemigo no significa que vaya a hacerlo. Ni siquiera que pueda hacerlo, aunque seguro que le encantaría. Va de retro.
La interesante pieza que este viernes publica Fernando Franco en este periódico deja claro que el sendero es farragoso y no exento de peligros. Sánchez puede meterse en un jardín si decide montar una guerra interna y enredar en el PSOE de Castilla-La Mancha, y la operación, si algún día se activara desde Ferraz y la Moncloa, podría estallarle entre las manos. Ni siquiera el todopoderoso presidente del Gobierno e intocable y amado líder supremo de Ferraz está en condiciones de garantizar el éxito de una aventura de este calado contra el barón socialista con mayor respaldo popular y el mejor activo electoral que actualmente tiene el PSOE. Casi la única referencia de sensantez que le va quedando.
Para empezar, y dando por hecho que el sanchismo encontrara una alternativa al liderazgo de Page, hallazgo que todavía está por demostrar (a ver, qué vayan saliendo los valientes), Ferraz tendría que sumar entre los socialistas castellano-manchegos todos los apoyos necesarios y superar los trámites exigidos en los estatutos para llegar a unas hipotéticas primarias. Y a partir de ahí, lo más difícil: ganarlas y derrotar al presidente regional. Jugar ahora mismo a retorcer la situación y que Page no sea el candidato del PSOE a la Presidencia de la Junta en 2027, tal como tiene de controlado el partido y la solidez de su liderazgo regional, parece un horizonte loco y disparatado, pese al runrún que circula intensamente por toda la región en estos días.
Pero, en fin, con Sánchez todo puede suceder y con frecuencia termina ocurriendo lo que un día parecía imposible, así que mejor es no hacer pronósticos y dejar que los hechos vayan sucediendo. Si hablamos de coherencia, de principios morales y políticos, de solidez y de altura ética, Page viaja en Lamborghini y Sánchez en un utilitario de tercera mano, pero en ningún sitio está escrito que tengan que ganar los buenos. Tras el Congreso Federal en el que el PSOE se rendirá en su integridad a Sánchez a finales de noviembre en Sevilla, con todo el poder colonizado, llegarán los congresos autonómicos, más o menos entre diciembre y febrero, y será el momento de comprobar la profundidad de este iceberg de rumores y confidencias. Y si de verdad existe una alternativa real a Page.
El sanchismo tendrá que tomar su decisión y llegados a este punto cualquier cosa puede ocurrir, más aún si el nivel de la política española anda tan tirado como Sánchez cree cuando habla de los ricos y los lamborghinis como si fuera el presidente de cualquier garito bananero donde una clientela anestesiada compra feliz y complacida todo su arsenal de baratijas, chucherías y material averiado. Una falta de respeto general que da vergüenza oírlo.