El pasodoble de Galiacho
La música es fundamental en la fiesta y sucede también con la Feria. Anoche comenzó el 111º Festival Nacional de Bandas de Música Feria de Albacete, donde se estrenó el pasodoble Javier López Galiacho, dedicado al profesor y jurista homónimo que ha hecho de la bandera de Albacete su causa vital. “Cuando se toque este Javier López Galiacho, que sea por Albacete y para cosas buenas en Albacete”, dijo anoche en el estreno emocionadísimo ante un público entregado que llenaba el Auditorio Municipal.
La historia de este Galiacho es francamente sorprendente e insólita. Lo conocí hace un lustro cuando fue pregonero taurino de la Feria. Hasta entonces no había tenido noticias de él y hoy me pregunto cómo podía haber sido mi vida sin su conocimiento. Es un humanista integral, hombre renacentista que abarca todas las disciplinas. Si Leonardo viviera hoy, sería Javier López Galiacho, con lo que todos ganaríamos porque la Mona Lisa sería de Albacete. Tiene una formación cultural enciclopédica. Le digo que es el Mesonero Romanos de Albacete, aunque yo sé que a él le gusta más que le cite a Galdós, pues su abuelo fue lector del gran genio canario cuando perdió la vista. Recientemente, ha escrito una obra sobre ello. Preside Amithe, la Asociación de Amigos de los Teatros Históricos de España, y a él y la sociedad civil albacetense, con otros como Gregorio Arcos, se debe la salvación del Teatro Circo en los procelosos años ochenta. Gracias a él y su arrojo, se salvó del arrumbe de la Historia un edificio único en el mundo, cuyas arquerías sorprenderían al mismo Sultán de Brunei, pues en ellas puede leerse algo parecido a “Alá es grande”. Su estilo es neonazarí, propio de la corriente romántica del siglo XIX que recupera modos de otros tiempos.
Javier es un hombre integral, que lleva dentro la Historia. Se la conoce al dedillo y hemos compartido juntos tardes y noches deliciosas con el balcón a la Historia que abre periódicamente en Onda Cero. Sabe de sobra los males que lleva la patria en su interior y por eso, un tanto unamunianamente, le duele España. El compositor del pasodoble es el maestro Manuel García Sánchez, otro personaje a estudiar por albacetenses del futuro. Autodidacta, llegaron a decirme de él que tocaba de oído, cosa a la que no daba crédito. Lo que sí hizo fue estudiar y formarse por todo el mundo a su modo y manera. Anoche dirigió el pasodoble de cabeza, sin una sola letra ni partitura delante. Un pasodoble bellísimo dedicado al amigo, al jurista, al albacetense por antonomasia. “Albacete te mide, amigo, y si no llevas liebre, se vuelca contigo”. No sé ya más que puede hacer este Galiacho en vida, pero después de que te dediquen un pasodoble, sólo queda la gloria y la leyenda abiertas en canal.
Hoy llegan las figuras a los toros. Talavante, Ortega y Rufo con reses de Victoriano del Río. Hasta ahora los festejos, digamos, han sido con toreros locales, novilleros u otras personalidades no de la primera línea. Y hemos tenido entradas de tres cuartos. Albacete no abandona la Fiesta sino que la cultiva, cuida y adora. Los tendidos pueden ya empezar a reventar y comenzaremos a sentirnos como piojos en costura. Pero nos gusta muchísimo. Fue como este San Isidro en Madrid. Ver la plaza llena todas las tardes es muestra de vitalidad y músculo, lejos de la abulia, el aburrimiento y el pelo lacio de Urtasun. Tendríamos que crear un premio con su nombre y dárselo al personaje más triste de la existencia. “Ha ganado usted el premio Urtasun… Ya lo puede poner usted sobre la televisión y echarse a dormir”. No se le espera por la Feria de Albacete, pero siempre sería bienvenido. Lo montaríamos en la noria, le daríamos sidra y una caja de miguelitos, que es tanto como hacerlo hijo adoptivo. Y un bocata de chorimorci para la vuelta. Qué gran ministro para el olvido.
La Feria llega al ecuador sin momento para el respiro. La festividad local del lunes lo que procuró fue más gente. Y ayer martes, primer día laborable desde el inicio, ya se multiplicaron las actividades y el frenesí. El tráfico adquiere dimensiones de gran ciudad. Entrar a Albacete al mediodía parecía una cuestión imposible. Pero aquí cabe más gente. Hemos superado el millón y vamos a por los dos. La vida en Albacete durante Feria es un sístole y diástole que te arrastra y acaricia el alma. Que no me busquen, que no me molesten. Queremos vivir la Feria y que el mundo pase, la vea y la reconozca. Una de las grandes cosas que uno puede llevarse a la caja.