El fetichismo, en su variada y compleja naturaleza, ha encontrado un nicho perfecto en el mundo de los objetos simbólicos que evocan deseos ocultos y pasiones intensas. Entre estos, el fetichismo por las bragas y por los pies son dos de los más destacados, generando un interesante panorama comercial.
Este artículo explora la intersección de estas dos prácticas y las tendencias actuales en un negocio que, aunque a menudo se mantiene en las sombras, está experimentando un resurgimiento notable gracias a la facilidad que ofrecen las redes y el comercio en línea, con un alto grado de anonimato.
Los fetichistas son personas que se excitan con objetos inanimados que, por sí mismos, no tienen contenido sexual ni suelen provocar deseo en la mayoría de las personas. Estos objetos pueden ser tacones, cuero, bragas o incluso partes del cuerpo no consideradas sexuales, como los pies o las axilas. En psicología, esto se conoce como parafilias, es decir, desviaciones sexuales desencadenadas por estos estímulos específicos.
En algunas personas, estos objetos se vuelven necesarios para lograr relaciones sexuales satisfactorias o incluso para alcanzar la satisfacción personal. Esto puede complicar las relaciones de pareja cuando el objeto no está presente durante el sexo. En otros casos, aunque el objeto no sea físicamente necesario, se fantasea con él. Existen casos en los que estas prácticas han deteriorado relaciones, ya que la necesidad del fetichista puede superar la visión o aceptación de la otra persona sobre el sexo, provocando conflictos y falta de respeto hacia los límites del otro.
Origen del fetichismo
La importancia sexual de estos objetos suele originarse en la infancia, generalmente de forma casual. Se produce un condicionamiento que se refuerza a lo largo de la vida mediante la práctica sexual con el objeto y el placer asociado a ello. Aunque estas personas no necesariamente padecen un trastorno psicológico, a menudo sienten carencias o complejos en algunos aspectos de su vida, que "desahogan" a través de este tipo de prácticas.
El fetichismo por las bragas se manifiesta de diversas maneras, desde el deseo de poseer y coleccionar estas prendas hasta la excitación provocada por su olor o uso. Es común que los fetichistas busquen bragas usadas, incluso con restos de menstruación, ya que esto añade un componente personal que intensifica la experiencia. Los olores personales activan feromonas, y suelen imaginar estas prendas pegadas a la zona genital. A menudo, idealizan a una mujer prototipo y pueden llegar a pedir vídeos en los que se las quiten o se las pongan. Algunos fetichistas están dispuestos a pagar cantidades considerables para obtener bragas específicas, ya que no todas les sirven para su propósito.
Fetichismo de pies
El fetichismo de pies, por otro lado, se centra en el interés y la atracción hacia los pies, incluyendo aspectos como su forma, tamaño, cuidado y la estética del calzado. Este fetichismo ha sido documentado en varias culturas a lo largo de la historia, siendo considerado en ocasiones un símbolo de estatus y sensualidad.
Los fetichistas pueden disfrutar viendo pies, usando calzado específico o participando en prácticas como el pisoteo o el flirteo con los pies. Algunos combinan este fetichismo con el de las bragas, buscando vídeos donde los pies interactúen con las prendas al quitarlas o moverlas de forma sensual.
El perfil del consumidor en esta industria es diverso, aunque predominan los hombres de entre 20 y 50 años. Aproximadamente un 4 % necesita objetos fetichistas para excitarse. Estos consumidores no solo buscan el objeto de su deseo, sino también una experiencia personalizada, como vídeos donde la dueña de las bragas las use, las agite o las manipule. En el caso de los pies, muchas parejas integran su uso en el juego erótico, pero algunos fetichistas van más allá, buscando imágenes en internet o aprovechando la temporada de verano para deleitarse con pies al descubierto.
Tendencias
Las tendencias actuales muestran un aumento en la aceptación del fetichismo como parte de la cultura sexual. La diversidad de productos, desde subastas de bragas hasta servicios de modelado de pies, continúa creciendo. Y es probable que, con la creciente visibilidad de temas relacionados con la sexualidad en los medios. este sector siga expandiéndose.
En conclusión, el negocio del fetichismo de bragas y pies está en un momento de intensa evolución. A medida que la sociedad se vuelve más abierta, se normalizan más prácticas que anteriormente se consideraban tabú, demostrando que cualquier cosa puede convertirse en fuente de placer y excitación.
De hecho, es posible condicionar a una persona a asociar placer con un objeto específico si se practica la masturbación con este repetidamente. Sin embargo, esto puede convertirse en un problema cuando el objeto se vuelve imprescindible para la satisfacción sexual.
¿Puede tratarse el fetichismo? Sí, pero pocos fetichistas quieren hacerlo. Como ocurre con una droga, lo que produce placer se desea mantener. Especialmente si el fetiche se disfruta en privacidad y no hace daño a nadie, pocos están dispuestos a renunciar a esos momentos de disfrute personal.
Ana María Ángel Esteban es psicóloga y sexóloga. Tiene consulta en Toledo.