Julián Maeso y el Tajo, contra la resignación
Hace unos días publicábamos en este periódico una entrevista con unos de los músicos más reconocidos del panorama actual, el toledano Julián Maeso. Sus canciones no están en los 40 principales ni falta que le hace. Su prestigio viene de su obra, de la opinión de la crítica, de su público fiel… Y eso es lo más importante para alguien que ha conseguido ganarse la vida haciendo lo que le gusta, incluso a contracorriente de tendencias de moda y de una industria discográfica en la que prima lo comercial, la canción pegadiza que durará unos meses y que se perderá para siempre.
Aparte de sus cualidades musicales, que están ahí, me ha sorprendido la valentía de Julián Maeso para hablar de su ciudad, Toledo, más allá de los convencionalismos de los artistas, preocupados por quedar bien no sólo con su público sino con las administraciones que les contratan. Él no necesita precisamente de esos apoyos institucionales para mostrar su valía, pero no estaría de más que quienes nos gobiernan reconocieran el talento de alguien de nuestra tierra, que no tiene nada que envidiar, al de otros como Bisbal. Faltaría más.
Lo cierto es que en Toledo siempre hemos sido un tanto cerrados, como dice Julián Maeso, pero yo, que nunca dejo de creer, pienso que poco a poco estamos despertando de ese letargo en el que llevamos décadas sumidos. Confieso que estoy del lado de los díscolos, de los que no se resignan, de los que se rebelan, de ahí que aplauda cualquier iniciativa que no consista sólo en quejarse, ojo, sino en querer mejorar la ciudad que tenemos.
Ya hay movimientos contra el amianto, otro que apuesta por la apertura del Hospitalito del Rey como residencia de ancianos pública, o el protagonizado por diversos vecinos del Casco, algunos organizados, que aspiran a mejorar su vida cotidiana en la esencia de Toledo, conviviendo, y no precisamente a base de codazos como ahora, con los turistas que nos visitan.
Creo que ha llegado el momento de asumir más compromisos, todos, y de defender a capa y espada nuestro Tajo. Las últimas imágenes del río superan la vergüenza y muestran la peor realidad de una nefasta gestión del agua que han repetido los partidos políticos con demasiada resignación, paciencia y pasotismo, no lo vamos a negar, de los toledanos.
Efectivamente, hay plataformas en defensa del Tajo que llevan años luchando por un río que, a duras penas, merece ese nombre. Ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos. Ni reuniones de políticos ni gaitas. Para salvar el Tajo debemos empujar todos. Y, ante todo, tener presente la idea que nos dejaba este paisano nuestro, Julián Maeso, que, aunque no sea contratado ni por el Ayuntamiento ni por la Junta, lo tiene claro: "No hay que resignarse". Las cosas como son.