El toledano que puede suceder a Cospedal
A María Dolores de Cospedal se la ve muy bien. La expresidenta de Castilla-La Mancha, que pasó sus malos momentos tras darse de bruces con la realidad que le impidió gobernar pese a haber ganado las últimas elecciones autonómicas, vive momentos dulces. El ministerio con el que Rajoy premió su lealtad a prueba de bombas, menor para los críticos con ella, le va que ni pintado y ha mostrado su fina intuición al situar como secretario de Estado a Agustín Conde, el exacalde de Toledo que se mueve como pez en el agua en los asuntos que ahora han pasado a ser de su competencia directa.
Cospedal ha conseguido que los congresos del PP en Castilla-La Mancha fluyan con suma tranquilidad y se ha encargado de contentar a los díscolos, que había alguno, a base de negociaciones con hombres de su entera confianza. Ella siempre ha dicho que quiere volver a ser presidenta de esta tierra, pero, fíjense ustedes, que yo la veo más marcial, más en ese papel de ministra gracias al cual ha conseguido limar asperezas con las víctimas del Yak 42, uno de las tragedias militares más sangrantes de los últimos tiempos que fue gestionada con pésimo tacto por algunos de sus predecesores.
Dicen que de todo se aprende, que de las experiencias duras, de las crisis, hay que salir fortalecidos y con la lección aprendida. Que no triunfa el que siempre gana sino el que nunca se rinde. Y así parece haberle ocurrido a Cospedal. En Castilla-La Mancha no obtuvo la mayoría suficiente para gobernar, seguramente porque los funcionarios de la Junta le dieron la espalda. Ella fue consciente de sus errores y, ahora, desde la atalaya del ministerio, observa lo que ocurre en una región que a ella, en plena crisis, le generó muchos quebraderos de cabeza, pero que necesita un empujón, tal vez de su partido, para seguir adelante.
Me da que Cospedal no volverá a presentarse a la Presidencia de la Junta, ni falta que le hace. Puede que me equivoque, pero creo que ya superó esa etapa en su vida política y ahora le vienen otras más apropiadas para demostrar sus virtudes y, por qué no, paliar sus defectos.
La cuestión es quién sucederá a la "jefa" en la candidatura a la Junta de Castilla-La Mancha. Hay varios aspirantes, aunque ninguno claro. Vicente Tirado es su hombre de confianza, de eso no cabe duda, pero le veo más como lo que fue, presidente de las Cortes, que como posible primer mandatario de la Comunidad Autónoma. Tiene varios delfines, de acuerdo, pero creo que les queda camino por recorrer. Y a alguno quizás no llegue a su destino. Aquí, en Toledo, desde el PP se apunta, precisamente, a su actual mano derecha en el ministerio: el toledano Agustín Conde. Ya fue candidato contra Bono y salió escaldado, pero los tiempos han cambiado y en estos momentos nadie duda de que es uno de los castellano-manchegos mejor preparado y con más talento dentro del PP para volver a conquistar una región que apenas gobernaron una legislatura.
Todo depende, sin lugar a dudas, de la evolución de la Comunidad Autónoma, estancada por falta de presupuestos y con una amenaza de comicios adelantados que, espero, no se hagan realidad. Sería de desear que García-Page concluyera con tranquilidad su mandato, por su bien y el de todas las gentes de esta tierra. Lo demás, son elucubraciones, pero sería interesante ver a dos exalcaldes de Toledo enfrentarse en las urnas. ¿O no?