Mucha feria, poco consumo
Concluyó en Ciudad Real Fenavin, la feria del vino más importante de España. Una edición que supera cada año las anteriores con una mayor presencia de expositores, consejos reguladores, patrocinadores y visitantes, incluso a pesar de la clase política. Una raza interesada con frecuencia en boicotear las ideas de sus oponentes, en este caso la del principal impulsor del evento el expresidente de la Diputación de Ciudad Real, Nemesio de Lara, un político que fue capaz de organizar y promocionar un evento a la altura de la importancia que el sector vitivinícola de Castilla-La Mancha tiene en todo el mundo.
Preguntaba en Onda Cero el compañero de columna en EL DIGITAL y sin embargo amigo, Javier Ruiz, al sucesor de Lara en la Corporación provincial acerca del consumo de vino en el mundo con motivo de la celebración de Fenavin. José Manuel Caballero respondía al periodista que la Ciudad de Vaticano -con 54 litros- es el país con mayor consumo de vino en el mundo por habitante y año. No matizó el presidente ciudadrealeño si semejante volumen era consecuencia de las bondades del producto sobre sus ciudadanos, o por el número de misas celebradas por sus clérigos en este minúsculo Estado de censo tan reducido. En cualquier caso, algo de la fe Vaticana en materia vitivinícola debería proyectarse también sobre Castilla-La Mancha a la hora de pimplar con moderación.
Líderes en producción mundial de vino, con 434.000 hectáreas cultivadas, Castilla-La Mancha se encuentra entre las regiones en España con menor consumo per cápita de vino, 15,33 litros al año, según el Observatorio Español del Vino con datos del Ministerio de Agricultura referidos a 2016. Nuestra región lidera en España la producción de vino por comunidades autónomas, con más del 50 por ciento del total, pero lejos de ser una buena noticia, las ventas de nuestros caldos pierden cada año más valor. Por un lado los gráneles que se venden, sin ser de inferior calidad, en los mercados exteriores a un precio más barato que los de otros países, además de ser utilizados para embotellarse como de otras nacionalidades y beneficiarse estos países de su valor añadido. También los embotellados, que siguen colocados en las estanterías más bajas de los supermercados, cuando no son ignorados o comercializados como marca blanca del distribuidor.
A la cabeza en venta de vinos en todo el mundo, las bodegas, cooperativas, y SATs de Castilla-La Mancha son incapaces de conseguir en el mercado global vitivinícola el precio que según opinión generalizada merecen nuestros caldos. Unos vinos tan buenos como los mejores pero que se siguen comercializando a precio de saldo y estigmatizados como abundantes y de baja calidad. Una situación que pudiera cambiar si se redujeran las cosechas, un pensamiento que aunque frecuente en el sector resulta impopular ante el número de familias en Castilla-La Mancha dedicadas al cultivo y elaboración del vino. Una superproducción que, sin embargo, sigue hundiendo los precios y perjudicando su reputación.