Cospedal ante el asalto de su vida
Se acabó el frenesí de destinos políticos que hasta hace unos días situaban a la exministra María Dolores Cospedal. Confirmada su candidatura a la presidencia nacional del Partido Popular, junto a otros seis aspirantes más, los clarividentes de turno continúan ahora con sus conjeturas habituales e incluso ya anticipan los posibles pactos entre candidatos y hasta los resultados del próximo 5 de julio. Mas como en el proceso no interviene el habitual “dedazo” del partido serán los afiliados, invitados de piedra que nunca se han pronunciado sobre nada, los encargados de elevar a los altares al nuevo presidente del PP.
Unas elecciones internas siempre cargadas de sorpresas hasta el final del proceso. Una incertidumbre que conocen muy bien el actual ministro de Exteriores, Josep Borell, que ganó las primarias del PSOE a Joaquín Almunia, a pesar de que este tenía al aparato a su favor y era el favorito. También José Luis Rodríguez Zapatero se impuso contra todo pronóstico en un congreso abierto a los militantes José Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández; igualmente, Alfredo Pérez Rubalcaba ganó a Carmen Chacón en circunstancias similares y, finalmente, el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, obtuvo el favor mayoritario de los militantes socialistas frente a la todopoderosa lideresa del partido en Andalucía, Susana Díaz.
El proceso que acaba de iniciar el PP ya no es una opción, se trata de una renovación en toda regla de ideas, estilos, programas… si es que la formación conservadora no quiere verse abocada a su extinción. Una reforma que va más allá de reemplazar los rostros de toda la vida de la formación, donde Castilla-La Mancha es un buen ejemplo de semejante longevidad. Diputados del partido en la región con seis y hasta siete legislaturas en el Congreso de los Diputados, toda una vida asentada en el machito institucional que siempre se han resistido a perder. Políticos amortizados y símbolos inequívocos de un tiempo pasado que ahora se pretende liquidar, si lo que verdaderamente se procura es garantizar la imprescindible y urgente renovación del partido.
María Dolores Cospedal se dispone a afrontar la batalla de su vida con unas credenciales que encierran dos victorias electorales, una presidencia autonómica, un ministerio y la secretaria general del partido. Una lucha entre siete candidatos entre las que se encuentra la que durante tantos años han revalidado en encontronazos, hostilidades, golpes bajos y odios sarracenos. Un proceso incierto con riesgo de fractura que va a poner a prueba a un partido inmerso en una crisis galopante por diversos casos de corrupción y la pérdida reciente de una presidencia del Gobierno.