Hagan juego señores
El Consejo de Gobierno de Castilla-La Mancha acaba de aprobar un Decreto por el que regula el juego y las apuestas en la región, “ante el incremento del número de locales que se ha producido”, según el portavoz Hernando. Simultáneamente, el Ministerio de Hacienda trabaja en otro Decreto para proteger a los colectivos más vulnerables ante semejante proliferación de casas de apuestas aparecidas en España en los últimos meses. Castilla-La Mancha no está siendo una excepción a esta oleada de aperturas de locales de juego y ya cuenta con un total de 161 al término del pasado año, de las que 43 se abrieron en 2017. Un aumento espectacular en perjuicio de las maquinas B, más conocidas como tragaperras, cuyo parque ha descendido ligeramente en los últimos meses hasta las 8.730 maquinas a final de año.
Un mercado regional con una tendencia al alza y con posibilidades de crecimiento muy elevadas, según los empresarios y directivos del sector agrupados en la Asociación Española de Empresarios de Salones de Juego y Recreativos, en el que la mayoría contempla la apertura de nuevos locales y la instalación de más ruletas o maquinas multipuestos en los ya abiertos. En efecto, el empeño no se ha hecho esperar y la Consejería de Hacienda y Administraciones Públicas de Castilla-La Mancha acaba de aprobar la apertura de diez nuevos establecimientos de este tipo, entre las 68 solicitudes presentadas, en las provincias de Cuenca, Toledo, Albacete y Ciudad Real.
Hasta ahora ninguna norma frenaba la reciente multiplicación de casas de juego y apuestas, incluso cuando éstas abrían sus puertas en locales próximos a colectivos más sensibles como colegios e institutos. Una propuesta de juegos de azar que en España se suma a la amplia y heterogénea variedad que disponen los ciudadanos a través de la compra de boletos de lotería, ONCE, quinielas, tragaperras, casino, y ahora las apuestas online. Una modalidad apoyada con un alud de publicidad en radio, televisión, y también en las camisetas de los equipos de futbol donde 19 de los 20 equipos de la Liga Santander tienen alguna clase de acuerdo con empresas de apuestas.
Uno de los últimos establecimientos de este tipo que hemos visto aparecer en Castilla-La Mancha está ubicado en el barrio de la Antequeruela-Covachuelas, en las dependencias de una antigua y conocida ferretería toledana. Un local controlado por uno de los grandes del sector que sigue fielmente los parámetros de apertura de este tipo de locales que, al estar situado en la periferia de la ciudad, se beneficia además de un alquiler más barato. Unos negocios, el de las casas de juego y apuestas, que no se concentran precisamente en barrios adinerados, más bien al contrario, en barriadas con una renta per cápita de sus vecinos más baja, inferior poder adquisitivo, y con una elevada tasa de población inmigrante. Un prospero negocio -que el Gobierno de Castilla-La Mancha se propone ahora regular, inspeccionar, además de promover si hacemos caso de las concesiones otorgadas recientemente- para unas compañías que operan como verdaderas multinacionales y que comercian con la gente más necesitada, con problemas económicos, y que busca en el juego ingresos de manera angustiosa. Y cuánto más pobre y mayor sea la desesperación mejor, mayor número de clientes en sus locales y beneficio para sus propietarios.