A Martínez Arroyo le falla el combustible
Anunciaba recientemente el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el propósito de su Gobierno de impulsar en la región el desarrollo de energías más limpias y eficientes en consonancia con las recomendaciones europeas en materia de medio ambiente. Una aspiración que impulsaría la propia Administración regional con la renovación sucesiva de su parque de vehículos diésel por otros de combustión híbrida con el consiguiente ahorro en el consumo de combustible para las arcas de la Administración. No obstante a estos buenos deseos del presidente de la región, la Consejería de Medio Ambiente y otras materias acaba de formalizar la compra de 26 vehículos diésel para el cuerpo de agentes medioambientales de Castilla-La Mancha. Una adquisición determinada, según el mismo departamento, por motivos estrictamente económicos basados en los precios de los coches, pero sin tener en cuenta otros factores de rentabilidad de los nuevos vehículos.
En los últimos tiempos estamos asistiendo en toda Europa a una imparable transformación del parque automovilístico hacia el uso de energías alternativas más limpias y menos contaminantes, incluso con ayudas públicas para su adquisición. También varias ciudades han comenzado a cortar el tráfico en el centro de sus urbes a cualquier coche movido por motores de combustión interna. Un desarrollo para el que resulta imprescindible la colaboración de las administraciones públicas con el fin de impulsar adecuadamente el cambio de una industria automovilística que desde siempre ha marcado la agenda tecnología del sector.
Sin embargo, una de las figuras esenciales en Castilla-La Mancha para propiciar esta transición de manera ordenada, su consejero de Medio Ambiente, ignora la propuesta del presidente García-Page y de las autoridades del país en defensa del hábitat de esta región. Aunque es generalmente reconocido que la idoneidad y aptitudes para el desempeño de cargo institucional no siempre acompaña al designado, Martínez Arroyo, incomprensiblemente y con una absoluta falta de conciencia, sigue apostando por esta clase de combustible para los vehículos adquiridos por su departamento. Una compra a pesar incluso del rechazo de los usuarios -los agentes medioambientales-, por el combustible utilizado, el modelo, y características del elegido.