La Armada inglesa estableció en 1798 un sistema de presas y botines con el que recompensar generosamente a sus oficiales y tripulaciones. El sistema de reparto del valor de las capturas, ya fueran de los cargamentos o de la propia embarcación y su aparataje, eran proporcionales en cuantía al rango militar. Tal era el interés de la tripulación por estas acciones que un célebre marinero de la época, el almirante Boscawen, afirmó: “La esperanza del dinero de las presas y el simple avistamiento de una vela los lleva a todos a cubierta”. No obstante, aunque marineros y otros subalternos podían conseguir con las naves capturadas algunos beneficios extra en comparación con sus exiguos salarios, eras los almirantes y capitanes de los navíos los que labraron auténticas fortunas con estas acciones.
Cuatro siglos más tarde, la vela de la fusión Liberbank-Unicaja se ha desplegado y advertida con suficiencia y prontitud por los modernos almirantes del futuro navío. Las cúpulas de ambos bancos negocian desde finales del pasado año una integración, cuyo proyecto y líneas maestras de la entidad resultante ya han sido comunicadas al Banco Central Europeo. No obstante, mucho antes de su aprobación y de solventar los compromisos adquiridos por el BCE para su autorización definitiva en materia de morosidad y ratios de rendimiento sobre capital, los consejos de administración de ambas entidades ya están negociando prebendas. Las partes ya han acercado posturas en cuanto a domicilio social y nombramientos en el futuro consejo de administración de la entidad resultante. Un banco en el que Manuel Azuaga, actual presidente de Unicaja, ejercería de presidente ejecutivo con funciones compartidas con el consejero delegado, un cargo que se reserva para Manuel Menéndez.
Además, al blindaje de las dos figuras más representativas de ambos bancos cuya cuantía asciende a varios cientos de miles de euros, se une también el de otros altos directivos y consejeros de Liberbank. Todos ellos tendrán derecho a recibir generosas indemnizaciones en el caso de extinción, dimisión, o despido “si la relación contractual llega a su fin con motivo de una oferta pública de adquisición u otro tipo de operaciones”, según han comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores en pleno proceso de negociación. Unas “cláusulas especiales” para propiciar una fusión que anuncia un ahorro de costes de unos 160 millones de euros. Unos supuestos beneficios que a buen seguro serán conseguidos gracias al cierre de oficinas y al despido de cientos de trabajadores que, recordando al almirante inglés, seguirán en la bodega del banco, pues hasta la cubierta sólo acceden unos pocos.