Las cicatrices de la crisis en Castilla-La Mancha siguen vigentes. Han pasado diez años y la recuperación no ha conseguido todavía alcanzar los niveles previos a la recesión, a pesar de las milongas que cada día escuchamos desde los diferentes púlpitos institucionales de esta tierra, donde siempre nos sitúan “por encima de la media nacional”, “a la cabeza del sector”, o “mayor incremento porcentual”, entre sus más relevantes consignas. Políticos incapaces de aupar a esta región al nivel de riqueza de otros territorios en este país, ni mucho menos a la media de la Unión Europea.
Los datos son tozudos, y lo vuelve a acreditar esta semana Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea, que refleja la consolidación de las desigualdades entre las regiones del club de los 28 con el paso del tiempo. Según esta agencia, Castilla-La Mancha queda encuadrada a la cola del ranking de las regiones en España y también del resto de la UE con un PIB por habitante (en paridad de poder adquisitivo) a 2017 de 21.800 euros, 9.100 euros menos que el promedio del resto de regiones de los estados miembros de la UE (30.900 euros).
En España, la convergencia entre comunidades ricas y pobres avanza con pies de plomo, cuando no retrocede. Tan sólo cinco regiones (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón) tenían ese año un PIB por habitante por encima del promedio europeo. En el otro extremo, con una renta entre el 64% y el 75% menor a la media del continente se encontraba Castilla-La Mancha junto con las regiones que casi siempre la acompañan en estas clasificaciones, es decir, Extremadura, Andalucía, Murcia y las Islas Canarias.
Hace ya cuatro décadas que la desigualdad regional en España empezó a aumentar y desde entonces esta tendencia no ha hecho más que reforzarse. Las políticas desarrolladas por los distintos gobiernos durante este periodo en Castilla-La Mancha no han servido en absoluto para recortar las distancias que nos separan con el resto de los territorios del país y de la UE. Una brecha que no ha hecho más que crecer en el tiempo, afianzando las desigualdades históricas que vienen padeciendo los ciudadanos de esta región. Un recorrido incluso a pesar de lo que cada día nos quieran hacer creer los políticos de esta tierra, tan proclives a la grandilocuencia de un discurso que se resuelve cada vez más insuficiente con el paso del tiempo. Un periodo que ahora se presenta convulso, ante la desaceleración económica en España que tanto el PSOE como su candidato, Pedro Sánchez, ya admiten sin eufemismos.