Los sindicatos quieren que se les atienda
Nuevos protagonistas se han sumado en Castilla-La Mancha contra las gasolineras desatendidas low cost. A los sindicatos UGT y CCOO se unen ahora el Comité de Personas con Discapacidad (CERMI), y las organizaciones de consumidores y vecinales FACUA CLM y CAVE CLM. Todas ellas han solicitado una reunión con el vicepresidente de Castilla-La Mancha, José Luis Martínez Guijarro, para conocer el desarrollo del borrador que el Gobierno regional redacta para regular las estaciones de servicio de la región, principalmente en lo que se refiere a las gasolineras desatendidas low cost. Estas organizaciones muestran su preocupación por el "gran peligro" que supone para la ciudadanía el cada vez mayor número de este tipo de estaciones que se abren en Castilla-La Mancha. En su opinión, al estar desatendidas, han dejado de generar “cientos de puestos de trabajo”, además de ser competencia desleal contra las estaciones con personal, merma la seguridad, accesibilidad y protección de la ciudadanía en Castilla-La Mancha, aseguran todas ellas.
En Castilla-La Mancha, como en el resto del país, hay cada vez más gasolineras, incluidas las de formato de bajo coste y desatendidas gestionados por minoristas independientes, cadenas de supermercados, hipermercados y cooperativas. Nuevas formas que no dejan de crecer, y ofrecen unos servicios ajustados para captar mercados con precios más bajos que operadores tradicionales como Repsol, Cepsa, BP y otras grandes petroleras. Todos ellos están sufriendo la presión comercial de las denominadas gasolineras de marca blanca como Ballenoil, Petroprix, Petrocar, y Plenoil, entre otras, que han hecho de los carburantes low cost su gran reclamo de ventas.
A este fenómeno se ha unido la Comisión Nacional del Mercado y de la Competencia (CNMC) que pide cambios regulatorios a las comunidades autónomas para fomentar la apertura de estaciones de servicios desatendidas low cost, con el fin de incrementar la presión competitiva sobre las demás con el consiguiente beneficio para el consumidor. También la UE y el Tribunal Supremo se han pronunciado contra estas normas restrictivas, y han dado la razón a la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas, lo que ha obligado a comunidades autónomas a dar marcha atrás en sus planteamientos proteccionistas hacia un determinado sector de la venta de carburantes.
Las gasolineras desatendidas y low cost es ya un fenómeno que han sabido capitalizar las marcas blancas y que crece sin medida. No obstante a este boom, en España tan sólo representan el 5 por ciento de las más de 11.500 gasolineras que operan. Un porcentaje anormalmente bajo en comparación con los de otros países comunitarios como Dinamarca, Suecia, Finlandia o Suiza donde ya suponen más del 50 por ciento del total de puntos de venta, o del 19 por ciento en Bélgica, Austria (11%), y Francia (9%), donde todas ellas conviven en perfecta armonía con las estaciones de servicio de toda la vida.
Un sector tradicional que ahora, viendo peligrar sus intereses, utiliza el reclamo de la destrucción de empleo como único argumento. Un señuelo a cuyo rebufo se suman sindicatos y otros corifeos, que pasan por alto los beneficios que las low cost suponen para el usuario, incluida una organización de consumidores en Castilla-La Mancha que asegura defender sus derechos e intereses. Sin personal de asistencia y más barato, a pesar de las zancadillas legales a las que se enfrentan, en estos surtidores la diferencia de precios con las tradicionales puede alcanzar un 16,9 por ciento en el gasóleo A y del 12,3 por ciento en la gasolina 95, según cálculos de la CNMC. Un modelo de negocio que se extiende imparable entre los consumidores, arañando cada vez más cuota de mercado a las grandes petroleras. También a las gasolineras convencionales que, en lugar de intentar sobrevivir más, deberían preguntarse cómo pueden convivir mejor.