Los buenos deseos de García-Page
Antes de que el coronavirus fuera advertido no sin tardanza por el Gobierno de la nación, el presidente de Castilla-La Mancha deseaba en una entrevista a Pedro Sánchez acabar cuanto antes con Unidas Podemos fuera de su gobierno, y también “evaporado” del Parlamento. A Emiliano García-Page le tocó durante cuatro años convivir en esta tierra en un gobierno social comunista en el que se sintió “agredido” con frecuencia, y cuyo entendimiento resultó imposible en tantas ocasiones. Conoce bien por tanto el presidente de esta tierra la difícil cohabitación con unos socios a los que no sólo “evaporó” de su Gobierno tras las últimas elecciones, también de la Comunidad donde actualmente la formación se encuentra totalmente desnortada e ignorados sus líderes.
La formación de Pablo Iglesias, como nos recuerda el presidente de Castilla-La Mancha, no está resultando un buen aliado para el gobierno de Pedro Sánchez. Unidas Podemos no pasa día sin tratar de imponer recetas ideológicas e intervencionistas de imposible aplicación, como nacionalizar eléctricas e intervención en medios de comunicación, frente a la contención del gasto público defendido por la vicepresidenta Calviño. Un método populista que trata de encubrir una incompetencia y mala fe que vemos evidenciada en cuántas comparecencias efectúan. También por el calamitoso ejemplo sanitario ofrecido por Iglesias que, para no perderse su minuto de gloria mediático, rompió una cuarentena obligada después de que su pareja, la ministra Irene Montero, resultara infectada por el coronavirus. Agitadores ideológicos sin límite y pudor que lo mismo promueven a conveniencia caceroladas contra la Monarquía para luego aplaudir al Rey en el Congreso. Todo lo que sea necesario para ganar protagonismo y sacar tajada, aunque sea a codazos.
No está teniendo fácil Sánchez la convivencia con sus socios de Gobierno. Como ya le ocurrió a Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, le toca ahora al presidente de la nación enfrentarse a un mandato pleno de obstáculos y deslealtades, y donde la crisis del coronavirus está descosiendo a marchas forzadas las costuras de una coalición tomada con alfileres. Un enfrentamiento que ya nadie se molesta en ocultar, ni siquiera cuando el país está con el alma en vilo por una crisis que sacude sin piedad a la sociedad española.