La tragedia sanitaria por la que atraviesa nuestro país se ha convertido también en una crisis política sin precedentes. Un riesgo alentado por una serie de titubeos y errores ante la opinión pública del Gobierno de Pedro Sánchez. Unos inevitables y otros resultado del exceso de confianza o de la inexperiencia como el episodio chusco de los test fallidos. Una situación que acentúa la imagen de una mala estructura y siempre a rebufo que ha provocado las críticas abiertas de diversos gobiernos regionales, incluido también el de Castilla-La Mancha.

Tampoco en nuestra región ha habido tregua, con un PP agitando con toda su artillería la crisis contra el presidente del Ejecutivo autonómico, Emiliano García-Page. De la unidad y lealtad pregonadas por el principal partido de la oposición ante la dramática situación por la que atraviesa Castilla-La Mancha -uno de los territorios más afectados por el coronavirus, con escasez de material sanitario, más decesos por cada 100.000 habitantes y con dudas en cuanto a su contabilización- se ha pasado a un periodo de tensión política que cada día se manifiesta en numerosos foros. Tribunas para exhibir un cicatero listado de reproches entre las distintas formaciones y convertir medias verdades en acusaciones feroces. Una crisis que, junto a sus diversas calamidades, nos está brindando la ocasión de observar la verdadera naturaleza de cada uno de nuestros dirigentes autonómicos y de los partidos que representan.

Una lamentable trifulca política sin orden ni concierto que, no obstante, en absoluto tiene que restar un ápice de atención a las angustiosas demandas que continuamente hacen los sanitarios de esta región ante las carencias que sufre el colectivo que más expuesto queda a una pandemia de tan crueles consecuencias. Profesionales que, junto al ejército y la policía, nos demuestran cada día su reconocida capacidad, servicio, y entusiasmo en la gestión de una pesadilla que todos esperamos llegue pronto a su fin.

No es momento de reproches en Castilla-La Mancha. ¿Qué catástrofe tiene que abatirse para que el PP ofrezca una cooperación leal a las instituciones en las que no gobierna? La formación de Paco Núñez, como ya lo han hecho algunos dirigentes del partido en otras comunidades con discursos más contenidos, debe abandonar el oportunismo de su partido. Un razonamiento que demuestre que otra política es posible y que hay motivos –dramáticos en este caso- que están por encima de los coyunturales intereses partidistas.