Liberbank y Unicaja lo intentan de nuevo
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lo deja bien claro en cuántas oportunidades se presentan. En España todavía hay margen para nuevas fusiones bancarias que supongan “mayor eficiencia” y garanticen la estabilidad financiera del país, según el gobernador. Un proceso imprescindible para afrontar la baja rentabilidad del sector bancario español por el que atraviesa en estos momentos. Un “recado” del regulador que afecta a varias entidades, y que el gigante de la banca de inversión Citi concreta principalmente en Unicaja-Liberbank como dos de los bancos en España con una probabilidad muy elevada de fusión. Entidades, a su juicio, bien capitalizadas pero poco rentables y vulnerables al escenario económico actual.
Una situación acuciante que ha llevado a Unicaja a reanudar estos días un proceso fallido en varias ocasiones y confirmar de nuevo a la CNMV “contactos preliminares” con Liberbank para, de culminarse la fusión, constituir el séptimo banco del país. Un movimiento que de inmediato ha disparado el valor en bolsa de los dos bancos, al retomarse unas negociaciones que fueron suspendidas hace más de un año al no fructificar el reparto de poder del nuevo banco y de la proporción de intercambio de sus respectivas acciones. Un pacto que se produce cuando la plantilla de Liberbank se encuentra sumida en un “vergonzoso nivel de litigiosidad”, según denuncia el sindicato CCOO, debido a los recortes salariales y otras deudas pendientes que el banco viene aplicando de forma unilateral a sus 3.000 trabajadores en toda España -unos 800 en Castilla-La Mancha- y que la Audiencia Nacional ha anulado. Una sentencia que todavía puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo
Una inestabilidad laboral en la que parece instalada la plantilla de Liberbank, y que probablemente continuará en el futuro si por fin se produce la fusión que se negocia. Según cálculos realizados en su momento, este procedimiento entre Unicaja y Liberbank hubiera costado unos 3.000 puestos de trabajo, además del cierre de numerosas sucursales. Un cómputo vigente en la actualidad que contemplan con preocupación los trabajadores de ambos bancos, especialmente los de Liberbank hartos de los manejos y determinaciones en los que la entidad se ha venido desenvolviendo en los últimos años. Un banco que precisa con urgencia normalizar unas relaciones laborales deterioradas en pos de una estabilidad imprescindible para su adecuado desarrollo y proyección futura. Un clima que debe buscarse conjugando adecuadamente las exigencias de rentabilidad y eficiencia que tanto predican los reguladores, con las justas reivindicaciones de una plantilla harta de tanta zozobra e inquietantes perspectivas laborales en caso de concretarse la fusión.