Aún cuando el Índice de Confianza Empresarial correspondiente al cuarto trimestre del año aumentó en España un 10,5 por ciento respecto al anterior, los datos de Castilla-La Mancha resultan preocupantes por la inseguridad e inquietud que muestran los empresarios de esta tierra, especialmente los de hostelería y transportes. Nuestra región se sitúa con un 5,9 por ciento de confianza empresarial a la cola entre las diferentes autonomías dentro de este índice elaborado por el INE, un estudio que permite conocer la visión que tienen los empresarios sobre la situación y expectativas de su negocio y de la economía en general. Igualmente muestran su pesadumbre en cuanto a las expectativas venideras, pues la mitad de ellos son pesimistas, el 42,4 por ciento considera que no va a ver cambios significativos en la economía, y tan sólo el 6,9 por ciento asegura ver con esperanza el futuro de esta tierra.
Anda estos días el Gobierno autonómico de gira por Castilla-La Mancha intentando insuflar ánimos al sector empresarial de la región pregonando los fondos comprometidos a España por la UE. El presidente del Ejecutivo regional anunciaba en una de ellas los planes de reparto, aún sin definir, de este presupuesto que Bruselas facilitará a los diferentes gobiernos para hacer frente a los efectos de la crisis originada por el coronavirus. Un fondo para la reactivación de la economía regional que Emiliano García-Page cifra en unos 4.000 millones, y que el próximo 26 de octubre Pedro Sánchez comunicará en una conferencia de presidentes autonómicos.
La gravedad de esta crisis está quebrando el ánimo de nuestros empresarios que llevan tiempo ofreciendo señales muy preocupantes. Un desastre económico del que todavía queda mucho por ver, pues la pandemia está dejando al sector en una situación deplorable desde el punto de vista económico, laboral y social con numerosas heridas que tardarán tiempo en cicatrizar. Castilla-La Mancha es uno de los territorios más afectados por la crisis económica más importante en los últimos años y con peores perspectivas para sus empresarios y negocios.
Los fondos de Bruselas, cuyo reparto ya está propiciando alguna discrepancia entre las diferentes autonomías, no van a ser la panacea a sus problemas, pues no habrá dinero para todos y habrá que priorizar. Tampoco servirá para tapar baches como sostiene el presidente García-Page que, en cambio, prima la ocasión para “propiciar un nuevo modelo económico, una evolución” del tejido productivo regional. Una oportunidad, en definitiva, que causará enormes cambios con el surgimiento de nuevas oportunidades que, si saben aprovecharse, permitirá a Castilla-La Mancha resolver con éxito esta crisis y albergar un futuro con mayor esperanza de la que ahora manifiestan nuestros empresarios.