Reconozco mi preocupación tras leer una información en EL DIGITAL en la que sostiene que los castellano-manchegos practican sexo 2,5 veces por semana. Mi decepción fue mayor cuando en el caso de los toledanos -servidor- el apetito sexual sube hasta las 2,8 ocasiones, más elevado que el de Albacete (2,0 veces), los que menos reportan a la región en esta materia.
Para aliviar mi desencanto pensé de inmediato que se trataba de otra encuesta del CIS de Tezanos, y los datos manipulados por el Gobierno para fomentar la natalidad en este país. Craso error. El responsable del estudio es una marca de geles potenciadores de sensaciones, realizado para comprobar cómo se encuentra el panorama nacional de relaciones sexuales en España tras la pandemia.
A la cabeza de este particular ranking de “medallistas del fluir” en España se encuentra Salamanca con 3,4 relaciones semanales, influenciada sin duda por su Universidad, dentro de una Comunidad que, salvando el pinchazo de Burgos (1,8), a pesar del frio parece haber mucho fuego en esta tierra. Una circunstancia bien distinta a la mitad sur del país, pues los andaluces parecen desmentir a Raffaella Carrá con eso de que “para hacer bien el amor hay que venir al sur”. Todas sus provincias se encuentran por debajo de la media nacional (2,5) y caen hasta los puestos más bajos de la clasificación.
Confirmada mi frustración ante los estándares actuales del “fluir” en este país, uno ya tiene una edad, tan sólo me queda la esperanza de que el sondeo se haya realizado a la puerta de una discoteca, o que el margen de error de la consulta sea elevado. En efecto, pues la sexualidad fantástica, con ungüentos o sin ellos, siempre ha sido productora incontenible de proezas y hazañas, mientras que la real, más pacata, es mucho más parca en heroicidades sexuales y el farol resulta aconsejado a la hora de justificar la impericia de cada uno en la materia. Unas veces por manifiesta incapacidad, otras por dolores inesperados de la pareja, humores discordantes, reglas repentinas, sueños fingidos, horarios intempestivos, fatigas sobrevenidas… ¿les suena? Ahora ya me quedo más tranquilo.