Con frecuencia en campaña electoral, aunque no privativo de la época, los políticos resultan redundantes a la hora de seducir al electorado. Prueba documental de la argucia nos la ofrecen cada día con consignas de manual, tratando de colorear la farfolla para que parezca creíble, muchas veces resultado de alguna ocurrencia puntual de sus protagonistas. Es frecuente también en Castilla-La Mancha escuchar a nuestros gobernantes las proezas y logros cosechados por su Administración. Generalmente, por encima de la media nacional, sino a la vanguardia, inversiones millonarias y puestos de trabajo creados o previstos. Letanías tan frecuentes que el ciudadano puede incluso llegar a pensar que Castilla-La Mancha está en los cielos del desarrollo y la prosperidad.
Mas el progreso dura poco, al menos el que pregonan los políticos y recogen fielmente los medios de comunicación. Un recorrido corto hasta que nos damos de bruces con la realidad de esta tierra, esa que nos muestran cada día los indicadores de instituciones independientes públicas y privadas. Una tendencia triunfalista que aumenta en estas fechas preelectorales con anuncios sobresalientes cada vez que políticos y asimilados se suben al pulpito institucional. Un relato que sirve además para propiciar aún más el delirio faltón en el que tan habitualmente caen los partidos políticos y sus más distinguidos representantes.
Eurostat, la agencia estadística de la UE, acaba de situar a Castilla-La Mancha como una de las regiones cuyo PIB sigue sin remontar el golpe de la pandemia, alejando a la comunidad de las más desarrolladas tanto en España como en los países de la Unión, y que Funcas también coloca entre las más pobres del país con relación a su PIB per cápita. Unas diferencias económicas interregionales aumentadas por la Gran Recesión y el estallido del Covid-19 que han provocado que las regiones más ricas en España hayan sido las que más han avanzado en la última fase, agravando estas diferencias entre territorios, según señala el informe del Banco de España: “Cambios recientes en el patrón de convergencia entre regiones”. Un desarrollo que ha supuesto que el endeudamiento regional se haya disparado hasta el 34,20 %, tan sólo por debajo de la Comunidad Valenciana y Cataluña, con visos de continuar en 2023, según la AIReF.
Es tan solo una muestra para alejar cualquier atisbo de triunfalismo en Castilla-La Mancha. Una evaluación global de la gestión de su gobierno que sigue tropezando con muchos déficits, algunos crónicos, para situar a esta tierra lejos todavía de los estándares de progreso, desarrollo y bienestar que cada día nos pregonan. A nuestro pesar, Castilla-La Mancha aún está lejos de subir a los cielos.