"En 2018 el gasto farmacéutico público subió otros 767,6 Millones €. Con ese dinero se podrían contratar 10.000 profesionales sanitarios, mejorar sus condiciones de trabajo y sus retribuciones, mejorar calidad de atención y reducir listas espera". Esta reflexión en Twitter no la ha hecho ningún indocumentado en materia de gasto farmacéutico o de gestión sanitaria en general. Es de Fernando Lamata, uno de los exconsejeros de Sanidad de Castilla-La Mancha más recordados por su carisma y por algunos de los proyectos que se llevaron a cabo o se iniciaron durante su mandato, como el nuevo hospital de Toledo.
Lamata lleva desempeñando puestos de responsabilidad en la Sanidad pública española y en los servicios sociales desde 1983. Ya en la primera legislatura de Felipe González fue nombrado por el entonces ministro de Sanidad, Ernest Lluch, director provincial del INSALUD en Cantabria (1983-84) y en Madrid (1984-89), director general de la Escuela Nacional de Sanidad (1989-92), vicepresidente ejecutivo de la Fundación Jiménez Díaz (1991), Director General de Planificación sanitaria de la Comunidad de Madrid (1992-95). Consultor internacional en políticas de salud (1996-99). Y así sucesivamente, hasta llegar a consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha y a vicepresidente primero de la Junta de Comunidades de esta región. En julio de 2013 fue seleccionado como miembro del Panel de Expertos de la Comisión Europea en "effective ways of investing in health" (formas efectivas de invertir en salud) (2013-2016).
Una gran parte de sus últimos comentarios en las redes sociales se refieren al gasto farmacéutico, un tema del que hablará este mismo jueves en la conferencia que ofrecerá en la UNED de Talavera a las siete y media de la tarde con este título: "Medicamentos ¿derecho humano o negocio?".
Lamata fue el alto cargo de la Junta de Comunidades que soñó con el mejor hospital de Europa para Toledo. A punto estuvo de conseguirlo si no hubiera sido porque la crisis económica se echó encima y se quedaron sin presupuesto. A continuación se quedaron también sin Gobierno, pero las obras del hospital a fin de cuentas, con algunas modificaciones sobre el proyecto inicial y diez años después, van a terminar antes del verano.
Al doctor Lamata le gustan los grandes números, aunque a veces no salgan. Por ejemplo en lo que dice sobre la subida del coste farmacéutico. Es verdad que con los 767 millones de euros podrían ser contratados 10.000 profesionales, lo cual, así de golpe, no dejaría de ser una barbaridad. Pero es que con ese dinero solo se les podría contratar dos meses y luego tendrían que volver a la calle porque se agotaría el presupuesto. Sabemos que la intención del bueno de Lamata es llamar la atención sobre el enorme problema que supone el aumento estratosférico del gasto farmacéutico público, pero es necesario matizar las cifras para no caer en errores de bulto o en reflexiones demagógicas que no llevan a ninguna parte. Lo más importante no es construir el mejor hospital de Europa, sino un hospital adecuado a las circunstancias, sostenible y de calidad.