La desnudez del rey
La última de Puigdemont ha sido igual de esperpéntica que todas las anteriores. Ofreció una penosa rueda de prensa en la sede de la Asociación de Prensa Internacional de Bruselas en una sala sin conexión a internet , ni apenas cobertura para los teléfonos móviles y los equipos de televisión y con los periodistas apiñados. En la puerta fue recibido por una decenas de personas con banderas españolas que le gritaron "sinvergüenza" y en el tiempo transcurrido desde que se fugó hasta su llegada a la capital comunitaria sólo se había dejado ver en la sede de la European Free Alliance, el grupo de la Eurocámara que acoge a los movimientos independentistas, separatistas y regionalistas. “El equipo de Puigdemont, coordinado por los eurodiputados Ramón Tremosa, Josep María Terricabras y Jordi Solé y sus asistentes, había tratado de reservar una sala más grande en el Residence Palace, un edificio situado justo en frente del Consejo Europeo y en el que tienen su sede muchos medios europeos. Las instalaciones son sin embargo del Gobierno Federal, y según el diario Le Soir, la gerencia optó por rechazar la solicitud, lo que obligó a improvisar un nuevo lugar", recogían los periódicos poniendo el acento en el despropósito.
“No estoy aquí para pedir asilo político. Podemos garantizar mejor nuestros derechos y cumplir nuestras obligaciones desde aquí. ¿Cuándo regresaremos? Iremos decidiendo, cada día hay una evolución, dependerá de la información que tengamos. No hemos abandonado el gobierno, vamos a seguir el trabajo a pesar de la oposición", dijo la ex presidente cesado, añadiendo que permanecerá en la capital europea por un tiempo indefinido, que apoya la celebración de elecciones el 21 de diciembre y que “respetará su resultado". Mientras esto ocurría, en Madrid se conocía que çel y los otros 13 ex consejeros del Govern catalán tendrán que acudir a la Audiencia Nacional los días 2 y 3 de noviembre, en calidad de imputados, para declarar ante la juez instructora Carmen Lamela por presuntos delitos de sedición, rebelión y malversación de caudales públicos. Esa es la cuestión y eso es lo que él teme y de ahí su huída, su salida del país deprisa y corriendo, aunque él quiera rodearla de misterio.
Como a esta historia le quedan muchos capítulos por escribir y el protagonista ha resultado ser además de un político nefasto y un periodista mediocre todo un cuentista, le voy a a regalar al señor Puigdemont un cuento, ese que hizo famoso el danés Hans Christian Andersen allá por por 1837 y que en una versión reducida dice así:
“Hasta la misma persona de un rey, llegaron dos charlatanes que se decían a sí mismos sastres o tejedores. Afirmaban que eran capaces de elaborar las mejores telas, los mejores vestidos y las mejores capas que ojos humanos pudieran haber visto, sólo exigían que se les entregase el dinero necesario para comprar las telas, los bordados, los hilos de oro y todo lo necesario para su confección.
Ahora bien dejaban bien entendido que tales obras sólo era posible verlas por aquellas personas que realmente fueran hijos de quienes todos creían que era su padre, y solamente aquellas personas cuyos padres no eran tales no serían capaces de ver la prenda.
Admiróse el rey de tan maravillosa cualidad y otorgó a los charlatanes todo aquello que estos solicitaban y encerrados en una habitación bajo llave, simulaban trabajar en confeccionar ricas telas con las que hacer un traje para el rey, y que este pudiera lucirlo en las fiestas que se acercaban.
Curioso el rey de saber cómo iba su vestimenta, envió a dos de sus criados a comprobar como iban los trabajos; pero cual fue la sorpresa de estos cuando a pesar de ver como los pícaros hacían como que trabajaban y se afanaban en su quehacer, estos no podían ver el traje ni las telas. Obviamente supusieron ambos que no lo podían ver porque realmente aquellas personas que ellos creían sus padres no lo eran y avergonzados de ello, ni el uno ni el otro comentaron nada al respecto y cuando fueron a dar explicaciones al rey se deshicieron en loas y parabienes para con el trabajo de los pícaros.
LLegado el momento en que el vestido estuvo terminado, el rey fue a probárselo pero al igual que sus criados no conseguía ver el traje, por lo que obviamente cayó en el mismo error en que ya habían caído sus criados y a pesar de no ver vestido alguno, hizo como si se probase el vestido alabando la delicadeza y belleza del vestido. Los cortesanos que acompañaban al rey presa de la misma alucinación también se deshicieron en alabanzas con el vestido a pesar de que ninguno de ellos era capaz de ver el vestido. Y es que conocedores todos de la cualidad del mismo, de que sólo aquellos que fueran hijos verdaderos de los que creían sus padres, solamente ellos serían capaces de contemplar el vestido, y no queriendo nadie reconocer tal afrenta todos callaron y todos afirmaron, desde el rey hasta el último de los criados.
Llegado el día de la fiesta, el rey se vistió con el supuesto vestido y montado en su caballo salió en procesión por las calles de la villa, la gente también conocedora de la rara cualidad que tenía el vestido callaba y veía pasar a su rey, hasta que un pobre niño de corta edad, inocente donde los haya, dijo en voz alta y clara 'el rey va desnudo'.
Tal grito pareció remover las conciencias de todos aquellos que presenciaban el desfile, primero con murmullos y luego a voz en grito todos empezaron a chismorrear 'el rey va desnudo', ... 'el rey va desnudo'; los cortesanos del rey y el mismo rey se dieron pronto cuenta del engaño y es que realmente el rey iba desnudo.
Cuando fueron a buscar a los pícaros al castillo, estos habían desaparecido con todo el dinero, joyas, oro, plata y sedas que les había sido entregado para confeccionar el vestido del rey. El engaño había surtido efecto y el rey iba desnudo".
Pues eso... si ponemos nombres al rey , a los timadores y a los cortesanos nos sale la fábula de la golpista independencia catalana. Además, señor Puigdemont, lo mejor de este cuento es una de sus moralejas: que no por el hecho de que una mentira sea aceptada por muchos tiene que ser cierta, y usted lo sabe porque ha intentado mentir a todos.