Balcanización a la española
"¿Es una balcanización? ¿lo que quiere es un Estado limpio étnicamente? ¿ese es su ideal?”. Estas fueron algunas de las preguntas que la profesora Marlene Wind le hizo a Puigdemont durante un debate en la Universidad de Copenhague en su visita a Dinamarca. La señora Wind se convirtió en la voz de muchos y tengo que reconocer que para mí fue un “gustazo” escuchar que alguien le dijera al expresident a la cara lo que muchos pensamos. ¿Es esa su visión? ¿romper Europa en miles de estados? ¿cuántos quiere? Le insistió en varias ocasiones a la vez que ella misma aclaró la utilización del término balcanización. “Lo he usado porque la única manera en la que pudimos resolver la crisis de la ex Yugoslavia fue construir estados que fueran limpios. Creo que es una forma muy peligrosa de moverse. ¿Es eso lo que queremos en el siglo XXI? ¿pequeños estados que están basados en que todos tengan la misma lengua y una etnia o identidad?". Como era de esperar el “fugado” evadió las preguntas y se volvió a refugiar en su argumentario de siempre presentándose como la víctima perseguida de un Estado de corte franquista y totalitario.
A mí no me extraña nada de lo que diga o haga este personaje porque ha dado muestras sobradas de ser un iluminado, cuyo grado de cobardía le llevó a huir con nocturnidad y alevosía, dejando a los suyos abandonados a su suerte en la cárcel.
Tal vez he pecado de ingenuidad, una vez más, porque tras tener varias conversaciones con políticos muy relevantes del Pdcat -que en privado reconocen que se ha llegado demasiado lejos y hay que buscar una salida legal a este embrollo- pensé que se desharían del este caudillo de “pin y pon” para volver a situar a Cataluña en la normalidad democrática de la que nunca debió salir. Me he equivocado al pensar que ERC, habiendo elegido a un candidato "limpio" judicialmente para presidir el Parlament se distanciaría del personajillo y de una elección telemática que sólo puede ser interpretada como un paso más en los habituales juegos malabares de este ilusionista del más rancio populismo.
Además de la profesora, que le puso en su sitio recordándole que el Abc de nuestra democracia está en el respeto a la Constitución y las leyes, los diputados daneses en su inmensa mayoría le han dado la espalda negándose a reunirse con él y colaborar en esta farsa. Ni tienen tiempo, ni simpatizan con el independentismo catalán. Esas son las dos causas que, según recogían ayer los periódicos, alegaron los portavoces de Exteriores de los principales partidos daneses para explicar su rechazo a participar en la reunión que Puigdemont celebró con varios diputados daneses en Christiansborg, la sede del Parlamento de Dinamarca. En el acto no estuvo representada ninguna de las tres formaciones que integran el Gobierno danés, el Partido Liberal, Alianza Liberal y el Partido Conservador. Tampoco asistió su poderoso aliado parlamentario, el nacionalista Partido Popular Danés, ni quienes son el indiscutible peso pesado de la oposición, los socialdemócratas. En total, todos estos grupos suman el 76,5% de los escaños del Parlamento, con lo que el rechazo de la convocatoria fue evidente.
Pero como no hay más ciego que quien no quiere ver, el “fugado” en su misión sagrada del martirologio , que le llevará al camino hacia ninguna parte, seguirá campando a sus anchas mientras los suyos se lo permitan. “La contumacia de Puigdemont en volver al Palau fuerza a Esquerra a no apartarse del relato de la 'restitución de la legitimidad'. Sin embargo, la batalla entre ERC y JxCat no hace sino agravar la fractura social, el deterioro económico y la inseguridad jurídica. La Generalitat no puede dirigirse desde Bruselas ni desde la cárcel, pero sí desde Madrid, aunque no sea la mejor opción. Si el independentismo no quiere seguir hundiendo a Cataluña en el bloqueo, debería zafarse de la esfinge de Puigdemont y formar un Gobierno respetuoso con la legalidad. Lo contrario conduce a alargar el 155”, se podía leer ayer mismo en el editorial de El Mundo y por ahí van a ir las cosas si alguien no frena el desatino.
Puigdemont no tiene nada que perder, sabe que tarde o temprano irá a la carcel, como sabe que España es un Estado de Derecho y una democracia consolidada donde existe la separación de poderes, pero está ganando tiempo. Quienes sí tienen mucho que perder son los catalanes atrapados en una parálisis política que ya está pasando una importante factura económica. No sólo ha caído el turismo de forma alarmante sino también la creación de empleo y mientras no haya estabilidad política las cosas irán a peor. Ya lo dijo Tarradellas, en política se puede hacer de todo menos el ridículo y Puigdemont no para de hacerlo. ¡Qué desgracia tenerle por esos mundos proclamaando una balcanización a la española en el país de nunca jamás!