Mentiras incendiarias
No es cierto que una mentira repetida mil veces se pueda convertir en verdad, aunque, en apariencia, lo sea. Lo peor de todo son esas mentiras incendiarias que pretenden caldear los ánimos para arrimar el ascua a la sardina ideológica de algunos, sin medir las consecuencias. Eso es exactamente lo que ocurrido en Madrid después de que el equipo de gobierno municipal contribuyera a crear un incendio lamentable que desembocó en disturbios en el barrio de la de Lavapiés, tras la muerte del mantero Mame Mbaye.
Salvo desde la mala fe o desde el politiqueo barato convertido en populismo de la peor estofa, nadie entiende porqué el Ayuntamiento se ha empeñado en no aclarar la verdad sino en maquillarla, tras los actos vandálicos que pudieron desembocar en una reyerta aún mayor. Está perfectamente aclarado que la muerte del senegalés no se produjo en una persecución policial sino que se debió a un ataque cardíaco y muy por el contrario la Policía local lo que hizo fue intentar ayudarle como hemos visto todos en las imágenes conseguidas y emitidas en la Sexta.
El atestado ya recogía que la muerte se produjo por un paro cardíaco, hecho corroborado por la autopsia, pero aún sabiéndolo, varios ediles de Carmena y otros miembros de Podemos no dudaron en propagar bulos y cargar en las redes sociales contra la Policía. “No fueron los medios los que propagaron el bulo que derivó en la violencia callejera. Fue la retórica populista y antisistema de unos dirigentes políticos incapaces de asumir sus obligaciones como gobernantes”, se podía leer estos días en los editoriales de algunos periódicos y no les falta razón.
El asunto es que la alcaldesa tardó varios días en dar la cara porque estaba en París -¿tan trascendente era ese viaje?- y cuando lo hizo lejos de asumir una mínima responsabilidad se limitó a poner excusas de mal jugador porque, se mire por donde se mire, la gestión de Ahora Madrid, lejos de calmar los ánimos, avivó la llama de los disturbios. Ahí están las injustificables acusaciones formuladas por parte de algunos dirigentes de Podemos o de varias ONGs, que en el colmo de la precipitación y el fanatismo partidista denunciaron "brutalidad policial", "racismo institucional" o graves violaciones de derechos humanos. ¡Toma ya!
Sea como fuere no hay nada como que una polémica tape a otra y de ahí la propuesta del grupo morado de despenalizar la venta de productos falsos. Podemos ha planteado en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para cambiar el Código Penal y despenalizar la venta ambulante de productos falsificados cuando el beneficio obtenido sea inferior a los "400 euros". Con está propuesta planteada precisamente ahora da la sensación de que lo que quieren es desviar la atención por la forma nefasta en que han gestionado los suyos desde el ayuntamiento de Madrid todo este asunto.
Es verdad que detrás del colectivo de los “top manta” hay un debate y no sólo porque se trata de inmigrantes que no tienen otro modo de ganarse la vida o porque sea una actividad de pura supervivencia, que lo es. Lo que ese negocio esconde es la actuación de unas mafias sin escrúpulos que les someten a todo tipo de explotación. Si sólo fuera hacer un cambio de legislación para sustituir las penas de cárcel por una multa el asunto sería más sencillo. Si sólo se tratara de cambiar el artículo 274.3 del Código Penal, donde se prevé que la venta ambulante conlleva penas desde seis meses hasta dos años de cárcel, incluso habría una posibilidad de entendimiento pero no es sólo eso.
Ahora resulta que los que siempre critican que se legisle en caliente quieren hacerlo para ocultar errores propios e intentar poner el acento en los ajenos y, claro, eso del enemigo exterior está muy visto ya. ¡No cuela!