Niños sirios gaseados
“El infierno existe y en lugares como Guta, en Siria, quienes aún sobreviven bajo los escombros y el estruendo de mortero saben que no es una mera metáfora. Decenas de personas han muerto en las últimas horas por un supuesto ataque con armas químicas, prohibidas internacionalmente, según han denunciado varias ONG sobre el terreno. Todo apunta a una nueva operación del régimen de Asad, que ya ha utilizado en ocasiones anteriores agentes tan devastadores. De confirmarse, estaríamos ante otra acción que engrosaría el historial de crímenes de lesa humanidad que pesan sobre el dictador sirio”. De este modo comentaban días atrás los periódicos uno de los últimos episodios de las matanzas que se producen todos los días en Siria, sin que la comunidad internacional termine por decidir una actuación conjunta y definitiva que acabe con tanta masacre y sufrimiento. Algunos han dicho que el ataque contra la ciudad de Duma, que se saldó con al menos 49 muertos, ha desatado las iras de Donald Trump y activado la búsqueda de una respuesta “fuerte y conjunta” con sus aliados.
“Pese a los desmentidos de Moscú y Damasco, Washington considera que se trató de una agresión con armas químicas perpetrada por las fuerzas de Bachar el Asad. Es atroz, bárbaro e inadmisible, en 24 o 48 horas tomaré una decisión”, amenazó Trump. Según afirmaba el corresponsal de El Mundo, París y Londres apoyaron a Washington en la ONU “pero, de momento, no hay decisiones sobre la mesa.
Asad, al parecer, busca como sea acelerar la caída de Guta, un suburbio cercano a Damasco que durante años fue símbolo de los rebeldes, pero este sanguinario hace mucho tiempo que se han saltado todas las líneas rojas y su acción sangrienta y despiadada está violando de manera flagrante la convención sobre armas químicas de Naciones Unidas. ¿Por qué entonces nadie hace nada? Los equipos de rescate, socorristas voluntarios que operan en las zonas rebeldes de Siria, denunciaron en la noche del sábado al domingo que un nuevo ataque químico del régimen había causado al menos cuatro decenas de muertos, entre ellos varios niños, y unos 500 afectados. Los llamados Cascos Blancos difundieron imágenes en las redes sociales que muestran a civiles, mujeres y niños con síntomas de intoxicación por inhalación de gases, así como cadáveres apilados. Según relataron ellos mismos, un helicóptero militar arrojó un barril explosivo que contenía gas sarín, un agente nervioso mortífero, y gas de cloro, altamente tóxico.
Sea como fuere, da la sensación de que Asad se siente absolutamente impune, porque tiene el férreo respaldo de Rusia, pero en este tema se opta en Occidente por la política del mal menor y todos parece que miran hacia otro lado. Tal vez en el futuro este asesino sea juzgado como un criminal de guerra y así se pueda hacer algo de justicia, pero hoy por hoy el perfil contra sus políticas y sus actuaciones es bajo, muy bajo, al parecer para no abrir la caja de los truenos a costa de sangre de inocentes. Las imágenes de niños sirios gaseados son terribles, tanto como lo pudieron ser las de Hitler, pero la guerra de Siria, tan larga y dolorosa, ha pasado a ser una pequeña línea en los periódicos, salvo cuando hay enfrentamientos entre Estados Unidos y Rusia por el asunto. Leí el otro día que así es el cinismo de la geopolítica y tal vez sea eso, puro cinismo, pero hay víctimas inocentes y las tenemos ahí al lado. ¿Nadie va a hacer nada?