Pulitzer y abusos
De vez en cuando una se reconcilia con su profesión y más allá del ajetreado día día que te impide, muchas veces, ver el horizonte en el espeso bosque de la trepidante actualidad, aparece una brizna de esperanza. El hecho de que The New York Times y la revista The New Yorker hayan ganado el prestigioso premio Pulitzer de servicio público, la categoría más importante, por revelar de forma “explosiva e impactante” años de abusos sexuales del productor de Hollywood Harvey Weinstein, que supusieron la eclosión del movimiento global #MeToo (Yo También), es una de esas briznas de esperanza.
Las revelaciones de nuestros colegas, según recogían ayer los periódicos, “han dilapidado la carrera de Weinstein, que sufre denuncias de acoso de múltiples mujeres. Él niega haber mantenido contactos sexuales sin consentimiento. Su productora se ha declarado en bancarrota y las acusaciones han colocado a Hollywood ante un espejo incómodo sobre décadas de tolerancia ante los abusos. Como un dominó, han ido cayendo otras estrellas de la política, la televisión y el cine después de que el caso Weinstein diera coraje a numerosas mujeres a denunciar ser víctimas de abusos”.
En su día actrices como Ashley Judd, Angelina Jolie o Gwyneth Paltrow y otras muchas decidieron romper su silencio y denunciar al poderoso productor al que decenas de intérpretes acusaron de distintos grados de abuso cometidos durante décadas, caso que ha acabado destapando las miserias de prestigiosos periodistas y cadenas de televisión, de legisladores progresistas y conservadores y de ejecutivos de la nueva economía de Silicon Valley.
El relato de los abusos que abrió la caja de los truenos fue así, según contó la actriz Ashley Judd al The New York Times. Imagínese que usted tiene 23 años y lleva 10 luchando por ser capaz de vivir de sus sueños. Hace una semana no duerme, porque recibió la llamada de un tipo muy influyente. Se llama Harvey Weinstein. Sus amigos le dijeron que si le cae bien a él, seguramente se le van a abrir las puertas del mundo. La citó a una reunión en el hotel Península Beverly Hills y usted llega puntual, ilusionada, esperanzada de quedarse con ese papel en esa película que promete disparar su carrera. En la recepción le dicen que siga a su habitación. Usted toca y él abre la puerta, luciendo una bata de baño. Usted se asusta. Le parece muy inapropiado que la reciba en bata para una cita de trabajo. Weinstein, sin rodeos, le pregunta si le puede dar un masaje o que si quiere mirarlo mientras él se baña. Usted piensa: ¿Cómo carajos salgo de esta habitación de hotel sin hacer enojar a Harvey Weinstein?
Según se ha ido sabiendo por las múltiples denuncias el comportamiento de Weinstein siempre seguía el mismo patrón. Reuniones de trabajo en habitaciones de hotel, preferiblemente el hotel Península, en Beverly Hills, en las que el productor se insinuaba insistentemente, o se presentaba en bata, o sugería que se fuera a la cama a darse masajes mutuos. Luego venían las escenas de sexo oral a la fuerza, el abuso de poder, las amenazas de que si se lo contaban a alguien no volverían a trabajar en ninguna película, etc.
Después de las revelaciones iniciales y la investigación de los periodistas se ha seguido tirando de la manta de otros personajes importantes, que seguían patrones similares. A día de hoy el productor además de estar arruinado y haber sido expulsado de su propia empresa se enfrenta a un horizonte judicial muy complejo, el que sin duda se merece por tantos años de abusos. Además se ha destapado lo que se escondió durante años en la trastienda del glamouroso mundo del cine americano, que detrás de muchos éxitos había una sombra de abusos. Y el precio que tuvieron que pagar muchas actrices y actores por la fama fue demasiado bochornoso, demasiado elevado.
Que ahora el premio Pulitzer ponga en valor la importancia de la denuncia es un motivo de orgullo para todos los que entendemos que el periodismo no es otra cosa que ser los ojos y los oídos de la sociedad, ejercer el contrapoder, escudriñar en los hechos y buscar la verdad por compleja que sea. Enhorabuena a nuestroa colegas y a las mujeres valientes que propiciaron el "yo también". La verdad tiene premio.