Cien días de gracia
Nadie, absolutamente nadie, podía pensar hace apenas quince días que Pedro Sánchez sería presidente del Gobierno y que su precipitada propuesta de moción de censura se llevaría por delante a Mariano Rajoy. Nadie hace apenas quince días podía pensar que la izquierda moderada y radical, la derecha nacionalista y los independentistas serían capaces de votar "todos a una" con el fin de tumbar al gobierno. Nadie hace apenas hace quince días podía pensar que el PSOE, con 84 diputados, conseguiría una mayoría absoluta para poder investir a un candidato que se ha visto desde siempre tiroteado por el fuego amigo.
Ganar la moción de censura es una cosa y gobernar el país otra, y Pedro Sánchez no lo va a tener fácil porque gobernar una España que afronta retos políticos, económicos, sociales y territoriales de gran calibre, con un apoyo tan exiguo, puede ser complicado y generar inestabilidad. El nuevo presidente ya ha dado muestras sobradas de que no tira fácilmente la toalla y eso es algo que le ayudará cuando vengan mal dadas.
Es verdad que todavía no ha desgranado su programa y que, para llegar a la cima, ha garantizado al PNV -que ha tenido la sartén por el mango en este cambio político- que va a gobernar con los Presupuestos Generales recién aprobados por el PP, los mismos que su partido calificó de regresivos y enmendó a la totalidad, pero esta es una oportunidad para un PSOE menguante que no va a desaprovechar.
Yo desconozco si ha habido negociaciones bajo cuerda, ni sé si son ciertas las informaciones que apuntan a cesiones vergonzantes con quienes quieren romper España pero, como mucho, habrá elecciones generales en dos años y antes autonómicas y municipales. El secretario general del PSOE sabe que se la juega. Si tiene la tentación de jugar con las cosas de comer le irá mal y serán las urnas quienes situarán a cada uno en su sitio.
En el 2014, apenas una hora después de ser elegido secretario general de su partido por primera vez, entrevisté a Pedro Sánchez para El Mundo y, como es muy bueno tirar a veces de Hemeroteca, me dijo exactamente esto:
P.- Defínase ideológicamente y dígame si usted fuera presidente del Gobierno cuatro compromisos que aplicaría de forma inminente con su partido y con España.
R.- Soy socialista por los cuatro costados. Defiendo la intervención del Estado en la economía. Una intervención que proteja al ciudadano, combata el corporativismo, fomente la competencia para reducir los precios, por ejemplo, de la luz que hoy provocan pobreza energética. El principal desafío de España es afrontar una transición económica. Hasta hace seis años, el ladrillo fue el motor de crecimiento; el presente y el futuro debe ser la industria, la internacionalización de empresas y la ventana de oportunidad que representa la lucha contra el cambio climático. Pero, ojo, el Estado también debe modernizarse y acabar con tanta burocracia. Creo que el Estado del Bienestar es la tabla de cohesión social de una clase media duramente castigada por las políticas de la derecha. Soy un socialista que defiendo, por encima de todo, la igualdad de oportunidades que da contar con una educación pública de calidad, y que reniega de todo aquello que cercena la libertad de las mujeres a decidir cuándo ser madres. Creo en la necesidad de transformar España en un Estado laico. Defiendo la unión de España y defenderé a los que de verdad hacen patria todos los días con su esfuerzo y trabajo, la clase media.
P.- ¿Hasta qué punto está usted dispuesto a hacer grandes pactos de Estado con el PP?
R.- Tengo claro que debemos anteponer los intereses de España a los intereses de los partidos, y estoy dispuesto a hacerlo por el bien de los españoles. Ahora bien, pactos no es igual a gran coalición, que rechazo de plano. Por ejemplo, sería positivo contar con un gran pacto social y político educativo, o la misma reforma constitucional por la que abogo.
P.- ¿Cuáles serían las líneas rojas que no toleraría llegado el caso?
R.- Mis líneas rojas son que la soberanía nacional reside en el pueblo español; que el principio de igualdad de los ciudadanos, vivan donde vivan, se garantice; la solidaridad entre los pueblos de España y, por supuesto, el reconocimiento a la rica diversidad del país.
P.- ¿Hay que exigir definitivamente que además de las responsabilidades políticas, los corruptos devuelvan el dinero que han robado?
R.- Sí, es fundamental. En España no solamente se tiene que hacer realidad eso de que quien la hace la paga, sino además que quien la hace tiene que devolver el dinero robado. La corrupción es un mal que afecta a todos los partidos. A mí no me van a ver en el y tú más, voy a ser totalmente beligerante con la corrupción, sobre todo cuando afecte al PSOE.
Esto es parte de lo que me dijo hace cuatro años en aquella entrevista y, aunque ha llovido mucho desde entonces, cuando desgrane su programa de gobierno veremos si esa será o no su línea argumental. Sea como fuere, aunque la situación es inédita y los riesgos muchos, debemos darle al presidente al menos los cien días de gracia que se regalan por cortesía a todo inquilino de La Moncloa. Y a partir de ahí ya veremos...