Cuerpo a tierra en el PP
La reacción de los humanos frente a las decisiones difíciles suele ser siempre una incógnita. Alberto Núñez Feijóo ha anunciado entre sollozos -cosa absolutamente inusual en un político de raza y curtido en mil batallas como él- que no está dispuesto a tomar la riendas del Partido Popular, sumido en una profunda depresión, tras la moción de censura a Mariano Rajoy y la llegada al poder de Pedro Sánchez. “No puedo fallar a los gallegos porque sería fallarme a mí mismo”, dijo dejando abierto un camino lleno de incógnitas y cambiando el guión previsto inicialmente como el más seguro para hacer una renovación obligada, que ahora se torna en una guerra sin cuartel entre los aspirantes , especialmente entre las dos mujeres más importantes del partido.
A nadie se le oculta el enfrentamiento político y personal que Soraya Saenz de Santamaría y Dolores de Cospedal mantienen desde que Mariano Rajoy decidió la arriesgada estrategia de fomentar una pugna entre ellas, intentando un equilibrio imposible de fuerzas que se ha ido agrandando con el tiempo y que ahora será una guerra sin piedad y sin cuartel. Las dos han anunciado su intención de presentarse como candidatas a la Presidencia del PP en el Congreso Extraordinario de los días 20 y 21 de julio. “He dado la cara y siempre la daré",
argumentó Cospedal. "Creo firmemente en el futuro del Partido Popular. Me presento para ganar, para ganar y para ganar", dijo rodeada de sus leales en Castilla-La Mancha para marcar su perfil de partido y dejando entrever sus poderes.
El PP se prepara ahora para acoger la guerra entre ambas a cara descubierta en un cuerpo a cuerpo que supera las fronteras del partido y despierta un morbo político y mediático de primera magnitud. "Presento mi candidatura porque creo en la libertad. Lo hago con energía y entrega porque es un momento muy importante para el partido y para España", dijo Soraya Saenz de Santamaría e insistió en que "sé lo que es estar en el Gobierno y lo que es estar en la oposición", con la vista puesta en que el PP regrese a La Moncloa cuanto antes.
El mejor epitafio político que yo he oído sé lo escuché en su día, sobre sí mismo a Alfredo Pérez Rubalcaba cuando dejó la Secretaría general del PSOE. Dijo, usando ese fino sentido del humor que le caracteriza, que en España se entierra muy bien, de maravilla, sobre todo cuando los que han preparado el entierro son los propios. Claro que entre el adiós de Rubalcaba y el de Rajoy las distancias son abismales, sobre todo porque uno lo esperaba y el otro no, pero tienen en común que los dos partidos con la fórmula de las primarias se tenían que abrir en canal. Al PSOE le ha costado años de guerra civil y ha provocado una fractura importantísima, que ahora con la llegada de la Moncloa se han apaciguado, pero las heridas , todavía abiertas entre los barones y el aparato de Ferraz, durarán mucho tiempo y tardarán en cicatrizar. En cuanto al PP el hecho de que Feijóo haya dicho no, abre un capítulo de confrontación enorme y ya veremos cómo terminan de cuajar las candidaturas de las seis personas que de momento quieren liderar al partido. Cuentan los viejos del lugar que Pío Cabanillas, que tenía un excelente sentido del humor, solía decir aquello de "cuerpo a tierra que vienen las nuestros", y de aquí a un mes vamos a ver de todo menos juego limpio y camaradería, al menos entre las enemigas íntimas.
Se ha dicho y es verdad que por su condición de secretaria general nacional desde hace 10 años Cospedal tiene apoyos repartidos por todo el territorio, que se ha ido granjeando, sabiamente, en los últimos años. Es verdad que el estallido del caso Gürtel y el caso Bárcenas -a pesar de que ella fue la encargada de plantarle cara al ex tesorero- le han supuesto un desgaste ante la opinión pública pero es imposible de calibrar si la militancia verá su acción con un mérito o un demérito por no haber calculado las consecuencias que tanto daño le han hecho a las siglas.
En cuanto a Soraya su principal aval, sin duda, es su amplia y dilatada experiencia en el gobierno, y aunque su debilidad es que no es una mujer de partido y no tiene el apoyo territorial que tiene una adversaria, sí tiene a su favor una solvencia acreditada en manejar desde la sombra los hilos del poder y saber dominar todo el complicado mundo institucional. "Hemos construido un futuro más esperanzador para los españoles", dijo en la presentación de su candidatura y no fue casual que eligiera como marco para hacerlo el Congreso de los Diputados.
De momento en el PP hay ruido de sables y la forma de elección del líder es inédita en ese partido, lo que abre más incógnitas. Según se aprobó en su último congreso se va a aplicar un sistema de primarias de doble vuelta, una primera en la que participan los militantes y la segunda que protagonizan los compromisarios. Sea como fuere, la suerte está echada y seguro que Pío tenia razón. ¡Cuerpo a tierra!