Cada día más viejos
La calidad de vida es mayor y eso, unido a los avances de la ciencia, nos lleva de forma inexorable a un envejecimiento de la población de tal modo que las personas octogenarias han aumentado de forma impensable hace unos años. Según el caso español, el fenómeno del envejecimiento, observa un estudio del Csic, es especialmente acelerado y en menos de 30 años se ha duplicado el número de personas mayores de 65 años. Vivimos más y nacen menos niños y eso lleva ocurriendo en nuestro país desde mediados de los años 70. En 1975, la cantidad promedio de hijos era de casi 3 por mujer en edad fértil, mientras que actualmente apenas es de 1,2.
Según varios estudios del INE, en España la población mayor de 65 años se sitúa alrededor del 17% de la población total, con más de 7 millones de personas, de las que aproximadamente un 25% son octogenarias, de tal modo que en el año 2050 las personas mayores de 65 años estarán por encima del 30% de la población. Sin embargo éste no es un país para viejos, ni hay perspectiva de que, una vez superas la barrera de los 60, si no tienes un empleo estable vayas a encontrarlo y poder alargar la edad de jubilación. Yo cada día tengo más amigos que han optado por jubilarse, recibir sólo una parte del subsidio y seguir manteniendo su actividad laboral porque a esa edad se encuentran todavía en plena forma para seguir trabajando y con la pensión no les llega para seguir ayudando a sus hijos con empleos precarios, aunque hay una tendencia en la sociedad a excluir a los viejos del sistema.
Otro tema importante es el de la maternidad, y ya no es algo inusual que nazcan menos niños que mueren personas mayores. Es evidente que en nuestro país la gente joven tarda en encontrar trabajo y, por lo tanto, cada vez se producen maternidades más tardías y se aleja la posibilidad de que las mujeres tengan más hijos. Todo los días oímos la necesidad urgente de compatibilizar la vida familiar y la vida laboral, algo que cuando llega la campaña electoral se conviene en una especie de "cantinela" que todos utilizan, pero que a la hora de la verdad cuando llegan al poder, casi todos olvidan.
Hace un tiempo comenté que el juzgado de lo social número 13 de Madrid dictó una sentencia por la que reconoce el derecho de un trabajador a flexibilizar, en un máximo de una hora, el horario de entrada, para poder llevar a su hijo a la guardería sin que esto le penalice. La sentencia vino a dar a dar la razón a un padre, cocinero de profesión en un centro público, que pidió entrar después de las ocho de la mañana para poder dejar a su bebé en la guardería. La empresa alegó que a esa hora se empiezan a servir los desayunos y se ponen funcionamiento la cocina, por lo que no podía compatibilizar ese horario con el del trabajador en cuestión. Al final el juez dijo que "no pueden prevalecer las dificultades organizativas alegadas por la empresa sobre la protección jurídica de la familia que deben garantizar los poderes públicos" y añadió que "el derecho del trabajador debe prevalecer sobre la empresa al ser mínima la incidencia que pudiera tener el servicio". Es decir, que el derecho a la familia está por encima del trabajo, pero este caso, que dió finalmente la razón al padre, es la excepción de la norma y ha tenido que pasar por los tribunales, cosa que no todos están dispuestos a hacer. Trabajar por la conciliación sería un factor fundamental para que creciera la natalidad, como lo es las ayudas a las familias y que todas las instituciones se impliquen en la igualdad. Nacen menos niños sí, pero los jóvenes manifiestan su deseo a tener más de un hijo, por lo tanto algo falla.
De hecho la crisis empeoró aún más el tema de la conciliación, la flexibilidad se hizo casi inexistente y las ayudas escasas y todavía no hemos levantado cabeza en ese sentido. Al final no se trata sólo de que haya más muertes que nacimientos sino de otros muchos factores que posibiliten un sociedad con mas niños, que en definitiva es una sociedad más próspera. Mientras esto pasa en nuestro país a nivel mundial los desequilibrios aumentan. Más allá del concepto de aldea global que definió McLuhan, la realidad es que en mundo tan globalizado países pobres y superpoblados como la India con habitantes mayoritariamente jóvenes miran a la próspera Europa rica si pero con una población envejecidas. ¡Nunca llueve a gusto de todos!, pero este asunto del envejecimiento, que muchos no consideran algo muy grave, es de las cosas que condicionarán totalmente el futuro de todos.