Sin niños ni futuro
La noticia es alarmante: el declive demográfico natural de España ha alcanzado un máximo histórico, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En la primera mitad de 2018 sólo hubo 179.794 nacimientos en España, la cifra más baja para un primer semestre desde 1941, y un 5,8% menos que el mismo periodo del año anterior. Si a eso se une que están aumentando las muertes -en este tiempo fallecieron 226.384 personas, la cifra más alta desde 1941- el crecimiento vegetativo es de -46.590, un mínimo que supone también un récord de la serie histórica. Que la natalidad en nuestro país siga en caída libre, una tendencia negativa que comenzó en 2015, no es ni mucho menos un tema menor y debería encender todas las alarmas. El otro día el diputado Toni Roldán colgó un tweet en la redes donde se podía leer que frente a esa caída debemos hacer dos cosas: cambiar la regulación laboral que condena los jóvenes a la precariedad y dar un salto hacia Europa en las políticas de conciliación y familia. Aunque el representante de Ciudadanos aprovechó este mensaje para advertir de que este gobierno no cambiará ninguna de las dos, en el fondo del mismo se planteaban razones de peso.
Esta tendencia demográfica negativa se está produciendo en todas las las comunidades autónomas, pero los descensos más fuertes de natalidad se registraron en La Rioja (–13,7%), Extremadura (–10,3%) y Cantabria (–7,8%) que, aunque son el farolillo rojo, no se distancian demasiado del resto. Paralelamente es cierto, y así lo he comentado en alguna ocasión, que aunque haya habido un incremento de los fallecimientos en ese semestre, la calidad de vida es mayor y eso, unido a los avances de la ciencia, nos lleva de forma inexorable a un envejecimiento de la población de tal modo que las personas octogenarias han aumentado de forma impensable hace unos años. Según un estudio del CSIC, en el caso español el fenómeno del envejecimiento se observa especialmente acelerado y en menos de 30 años se ha duplicado el número de personas mayores de 65 años. Vivimos más y nacen menos niños y eso lleva ocurriendo en nuestro país desde mediados de los años 70. En 1975, la cantidad promedio de hijos era de casi 3 por mujer en edad fértil, mientras que actualmente apenas es de 1,2.
Según varios estudios del INE, en España la población mayor de 65 años se sitúa alrededor del 17% de la población total, con más de 7 millones de personas, de las que aproximadamente un 25% son octogenarias, de tal modo que en el año 2050 las personas mayores de 65 años estarán por encima del 30% de la población.
Sin embargo, éste no es un país para viejos, ni hay perspectiva de que, una vez superas la barrera de los 60, si no tienes un empleo estable vayas a encontrarlo y poder alargar la edad de jubilación .Yo cada día tengo más amigos que han optado por jubilarse, recibir sólo una parte del subsidio y seguir manteniendo su actividad laboral porque a esa edad se encuentran todavía en plena forma para seguir trabajando y con la pensión no les llega para seguir ayudando a sus hijos con empleos precarios, aunque hay una tendencia en la sociedad a excluir a los viejos del sistema.
Otro tema importante es el de la maternidad y ya no es algo inusual que nazcan menos niños que mueren personas mayores. Es evidente que en nuestro país la gente joven tarda en encontrar trabajo y, por lo tanto, cada vez se producen maternidades más tardías y se aleja la posibilidad de que las mujeres tengan más hijos. Todos los días oímos la necesidad urgente de compatibilizar la vida familiar y la vida laboral, algo que cuando llega la campaña electoral se conviene en una especie de "cantinela" que todos utilizan, pero que a la hora de la verdad cuando llegan al poder, casi todos olvidan. De hecho las madres españolas son las que más retrasan la natalidad de toda la Unión Europea . Si de muestra vale un botón la edad media de las madres ha superado ya los 32 años y eso significa no solo que se está posponiendo la decisión de tener hijos por la precariedad laboral y la mala conciliación sino que también el periodo de fertilidad se acorta mucho y con ello la dificultad para tener hijos.
Sabemos la receta porque aquellos países que han tenido problemas similares de natalidad pusieron en marcha medidas urgentes de apoyo a la familia, desde ayudas y subsidios para guarderías, transporte etc., hasta leyes de conciliación amplías y exitosas y consiguieron resultados positivos en poco tiempo. Por contra, en la España donde todo se reviste de ideología barata hablar de familia se identifica con conceptos conservadores, cosa absurda cuando en estos momentos hay familias de tantos tipos. Parece que a nuestros políticos les compensa más un minuto de insultos -da igual el tema que toque- que una reflexión serena sobre el futuro que estamos dibujando y si no nacen niños... estamos todos muertos.