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De El Salvador a Toledo: una pareja homosexual rehace su vida huyendo del acoso

27 agosto, 2018 00:00

La intolerancia es uno de los motivos, además de la guerra o la pobreza, por los que muchas personas dejan atrás todo lo que han conocido, como hizo Daniel que hace un año, junto a su pareja, escapó de la homofobia de las pandillas de El Salvador y ahora intenta recomponer su vida en Toledo.

Cruz Roja atiende en Toledo a 132 solicitantes de protección internacional de veinte nacionalidades, entre los que venezolanos, salvadoreños y colombianos son un sesenta por ciento, aunque también hay rusos, georgianos, afganos, sirios o yemeníes.

Con 24 años recién cumplidos, Daniel, que prefiere no dar su apellido, ha relatado a Efe que llegó a España hace diez meses como turista y una vez aquí solicitó protección internacional: "la situación era insostenible porque mi pareja sufría el acoso de las pandillas", ha dicho.

Se refiere a grupos formados por jóvenes y adultos salvadoreños que dominan algunas comunidades con un modus operandi basado en el asesinato y la extorsión, prácticas a las que se suman la amenaza y la persecución a homosexuales.

Las pandillas acosaban a su novio en el área metropolitana de la capital salvadoreña, así que de un día para otro renunciaron a sus trabajos y pusieron rumbo a España.

Daniel ejercía como analista físico-químico en la industria farmacéutica: "Dejas lo que quieres lograr, abandonas tus metas para empezar de cero, y todo con tal de tener seguridad", ha lamentado este joven que también ha reconocido el rechazo que generaba su condición sexual entre sus familiares.

Con tristeza, ha admitido que sus allegados desconocen que se marchó a España con su pareja: "Piensan que me vine solo y no sé cómo se lo tomarían si lo supieran".

Se decidieron por España por ser "un país muy abierto con muy buena gente" y porque habían descartado otros países del centro y sur de América, por su violencia hacia el colectivo LGTBI, y Estados Unidos, donde "hay más tolerancia pero no existe una forma segura de entrar".

Ya en Toledo, Cruz Roja puso a su disposición un piso en el que convivieron con otras personas en su misma situación mientras realizaban talleres formativos para su inserción en el mercado laboral.

En otros casos hacen cursos intensivos de castellano si desconocen el idioma, según ha explicado a Efe Carlos de la Puente, coordinador del proyecto Solicitantes y beneficiarios de protección internacional en Toledo.

Un equipo formado por doce profesionales -psicólogos, abogados, orientadores, educadores y trabajadores sociales- y una treintena de voluntarios les ayudan con los trámites o les acompañan al médico si lo requieren.

Superada la fase de acogida, se forman para encontrar un empleo según su cualificación ya que el objetivo es "que logren la autonomía y que económicamente sean viables".

En el caso de la joven pareja salvadoreña, uno tiene empleo como mozo de almacén en Madrid, con lo que cada día sale de Toledo a las ocho de la mañana y llega a casa a las once y media de la noche, y otro está homologando su titulación porque quiere trabajar en la industria alimentaria y textil al tiempo que le gustaría estudiar Ingeniería Química.

Un caso distinto es el de Mohamed, de 24 años, natural del Sáhara Occidental y quien también prefiere ocultar sus apellidos, que ha explicado a Efe que abandonó el campamento en el que moraba con su familia ya que "por no haber, no había ni agua".

El año pasado por estas fechas, con el dinero ahorrado compró un billete de avión Argel-Tánger con escala en Madrid, donde decidió quedarse y solicitar ser apátrida, es decir, no pertenecer a ningún Estado mediante la nacionalidad.

Atrás dejó a sus padres y a tres hermanas, en un territorio en el que la gente vive de las ONG y no hay oportunidades: "Cuando acabas la carrera no hay nada, aunque busques trabajo, no vas a llegar, uno no puede ganarse la vida".

Tras pasar varios meses en Valladolid, se ha instalado en Toledo, donde vive con un conciudadano gracias a la ayuda de Cruz Roja porque "si el Ministerio te dice ahí, tienes que ir ahí y sólo puedes elegir si tienes familia cercana".

Algunas de las personas que atiende Cruz Roja en Toledo son mujeres con hijos a los que hay que empadronar y escolarizar, un trámite que no dura más de tres días y que en los dos años de funcionamiento del programa ha tenido "buena aceptación" entre alumnos y profesores, que procuran integrar a los menores teniendo en cuenta su religión y costumbres, ha señalado Carlos de la Puente.

Sin embargo, no todos los que llegan deciden quedarse y, de hecho, 43 participantes del programa se han dado de baja porque "creen que éste no es su sitio", ha apuntado el coordinador.