Castilla-La Mancha es la segunda región donde más se ha incrementado la mortalidad por el coronavirus
El Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge un 36,72% más de muertes en Castilla-La Mancha que las notificadas por Sanidad, siendo la segunda región con un aumento mayor en lo que va de año, por debajo de Madrid.
Concretamente, la estadística regfleja 10.207 defunciones en España durante la semana del 2 al 8 de noviembre, es decir, 2.546 muertes más que en 2019 (7.661). Esta cifra supone un 58,6 por ciento más que los 1.054 fallecimientos de personas con COVID-19 en esa semana notificados en las estadísticas oficiales del Ministerio de Sanidad.
El INE informa de que en las 45 primeras semanas de 2020, hasta la semana del 2 de noviembre, han muerto en España 423.790 personas. Es decir, 66.852 más que en el mismo periodo de 2019, cuando se notificaron 356.938, un 18,73 por ciento más.
Estas 66.852 muertes contrastan con los 39.345 fallecimientos notificados por el Ministerio de Sanidad por COVID-19 hasta esa fecha. Es decir, hay una variación de, al menos, 27.507 defunciones entre las estadísticas del INE y del departamento ministerial.
Por comunidades autónomas, en lo que va de año en Andalucía han fallecido 65.843 personas (9,18% más), en Aragón 14.232 (20,5% más), en Asturias 12.351 (12,39% más), en Baleares 7.309 (6,01% más), en Canarias 14.248 (5,24% más), en Cantabria 5.448 (5,01% más), en Castilla y León 31.164 (25,96% más), en Castilla-La Mancha 22.969 (36,72% más), en Cataluña 70.459 (27,81% más), en Comunidad Valenciana 41.553 (9,71% más), en Extremadura 11.061 (14,20% más), en Galicia 28.048 (5,09% más), en Madrid 58.129 (42,76% más), en Murcia 10.533 (7,18% más), en Navarra 5.799 (21,24% más), en País Vasco 20.417 (10,92% más), en La Rioja 3.211 (20,03% más), en Ceuta 541 (20,26% más) y en Melilla 476 (11,56% más).
El INE está realizando una estimación del número de defunciones semanales durante la pandemia de COVID-19. Este proyecto se plantea el estudio de las defunciones semanales ocurridas durante 2020 y su comparación con los datos históricos de defunciones desde el año 2000, lo que permite interpretar los datos con perspectiva histórica, dada la variabilidad que presentan las defunciones a lo largo del tiempo.
El proyecto no tiene una duración determinada, depende de elementos ajenos como es la propia evolución de la pandemia, pero al menos se prevé que tenga una duración de un año. "No obstante, hay que considerar en todo momento su carácter experimental y tomar las cifras con cautela dado que se ofrecen datos estimados por un modelo que podría subestimar o sobreestimar resultados", puntualiza el organismo.