¿Recuerdan cuando en el instituto o en la universidad había que elegir delegado de clase al comenzar el curso? Posiblemente fuesen pocos los alumnos que levantaban la mano. ¿Son dueños de una vivienda en un bloque de pisos? Sabrán entonces que el momento más tenso de las juntas de propietarios suele producirse cuando toca nombrar al nuevo presidente de la comunidad, porque lo más normal es que nadie quiera asumir la responsabilidad y al que le toque lo haga obligado. Entonces, ¿por qué hay personas que deciden presentarse a unas elecciones y ser alcaldes de su pueblo a cambio de nada? Es la pregunta que vamos a tratar de responder hablando con cuatro políticos castellano-manchegos que un día dieron el paso de serlo para echar una mano a sus vecinos sin esperar ninguna contraprestación.
Pero no son, ni mucho menos, los únicos en una región como Castilla-La Mancha, conformada mayoritaria por pequeños municipios en zonas rurales. Según los datos del espacio de Información Salarial de Puestos de la Administración (ISPA), dependiente del Ministerio de Política Territorial y Función Pública, al menos 348 alcaldes castellano-manchegos no cobraron en 2020 un solo euro por desempeñar su labor municipal. Otros 171 percibieron menos de 13.300 euros, el salario mínimo interprofesional, y 166 estuvieron por encima de esa cifra. Los 234 restantes no informaron sobre sus retribuciones. Con los datos disponibles, cada ayuntamiento castellano-manchego ingresó la modestísima cantidad media de 8.298 euros a sus alcaldes en 2020.
Esa cifra se queda en cero en el caso de Pedro Luis Hernández Berberia, alcalde de Cobeta, una localidad guadalajareña de 120 habitantes enclavada en la comarca del Señorío de Molina, una de las más despobladas de Europa. "El incendio del Ducado de Medinaceli -que en el año 2005 carbonizó más de 10.000 hectáreas de monte y se cobró la vida de 11 bomberos forestales- nos provocó un dolor muy grande a mi esposa y a mí, porque nuestros abuelos eran resineros, así que decidimos empadronarnos en el pueblo para participar activamente de lo que ocurriera después del desastre", explica Pedro Luis, que se crió en Cobeta y pero después se formó en Madrid y se ganó la vida como mediador de seguros en la provincia de Guadalajara, donde es vicepresidente de la organización empresarial CEOE y presidente de la Federación Española de Autónomos (CEAT).
Después de más de una década vinculado activamente a la vida social del pueblo de sus orígenes, en 2015 fue elegido concejal por la Asociación Independiente de Electores de Cobeta y en 2019 se volvió a presentar a las elecciones, ya bajo las siglas de Acción Rural Guadalajara Abierta (ARGA) junto a una joven del municipio, un resinero, un agricultor y un médico de Zaragoza vinculado a la localidad. Arrasaron en los comicios con 71 votos (por 10 del PP y uno del PSOE) y "la secretaria nos dijo que uno de nosotros teníamos que levantar la mano para ser alcalde". Como Pedro Luis, que ahora tiene 66 años, acababa de jubilarse después de una exitosa carrera profesional, aceptó dar un paso al frente y dedicarle todo su tiempo al pueblo.
"Aquí no cobramos nada de nada, ni los concejales ni yo. Solamente si tenemos que ir a Guadalajara o a Toledo, recibimos 0,19 euros por cada kilómetro que hacemos, aunque eso es solo en desplazamientos muy concretos. Hoy, por ejemplo, he estado danzando con mi coche porque he tenido que ir dos veces al vertedero, subir al pinar... Y si mañana hay que llevar a algún mayor a Maranchón -un pueblo cercano- para que lo vea el médico por alguna urgencia, que también hacemos alguna vez, no vamos a cobrar absolutamente nada, desde luego".
"El presupuesto es el que es"
Algo parecido la ocurre a Higinia Valero, una antigua empleada de un taller de confección que desde 2019 alcaldesa socialista de Villamanrique (Ciudad Real), un pueblo del Campo de Montiel limítrofe con la provincia de Jaén del que ya fue concejala cuando era una veinteañera. Allí, ya fuese desde dentro o fuera del Consistorio, siempre ha colaborado en todo lo que ha podido como adalid del feminismo desde la asociación de mujeres. "Me siento muy orgullosa de trabajar por mi pueblo y dedicar mi tiempo libre para ello. El presupuesto es el que es y no nos vamos a poner un sueldo de mil y pico euros al mes", asegura la regidora del municipio de más de mil habitantes -tiene algo más de 1.100- con menor renta bruta de la provincia.
El año pasado su labor le supuso únicamente 840 euros al Consistorio villorreño, que paga a todos los miembros de la corporación municipal 50 euros cada vez que asisten a un pleno y 60 euros por cada junta de gobierno. "Aunque yo estoy todos los días en el Ayuntamiento y si me piden arreglar algo, un cable o un bordillo, se arregla y eso no va a junta", explica Valero, que acude presencialmente de lunes a viernes a su despacho porque "a la gente le gusta que les cojas el teléfono y que si vienen no les digan que vuelvan en una semana porque no estás".
Tanto Higinia y Pedro Luis son alcaldes que ya han aparcado su vida profesional, pero hay otros tantos que compatibilizan su labor en la política municipal con su trabajo privado. Uno de ellos es el abogado Daniel Martínez, quien fuera coordinador regional de Izquierda Unida en Castilla-La Mancha desde 2009 a 2016 y que desde 2011 lleva siendo alcalde de El Ballestero (Albacete) en periodos alternos de dos años en los que se turna con la socialista Verónica Gómez Gallego. "Nuestro caso es un poco extremo. Aquí no cobra el alcalde ni los concejales, no se cobra por la asistencia a los plenos, no pasamos gastos al Ayuntamiento... Nuestra única intención es sacar adelante a nuestro pueblo, pero quizá no sea el mejor ejemplo", reflexiona.
"Una remuneración beneficiaría a todos"
"Soy partidario de que los alcaldes tengan dedicación exclusiva y una remuneración. Eso beneficiaría a todos, porque estoy convencido de que para corresponder a la confianza que han depositado en ti los ciudadanos tienes que dedicarle el tiempo suficiente", asegura Martínez, que dos mañanas a la semana aparca su trabajo como letrado para "estar más dedicado a la gestión y que el Ayuntamiento sea ágil, que las subvenciones vayan al día, que no se pase ningún trámite, al seguimiento de las obras...". Pero asegura que ser estar al frente de un municipio de 400 habitantes como el suyo "no tiene horarios" porque "por las tardes y los fines de semana se siguen haciendo cosas y cualquier vecino, en un momento determinado, te pide alguna cosa o te traslada alguna propuesta o queja".
Por eso, precisamente, aunque ni él ni ninguno de los concejales de El Ballestero se han planteado hasta el momento cobrar por ejercer como tal, Martínez considera que "no es descartable hacerlo en algún momento determinado y que el alcalde o alcaldesa tenga dedicación exclusiva y una remuneración, para que pueda dedicarle al Ayuntamiento todo el tiempo que sea necesario y, a su vez, que el pueblo también le pueda exigir resultados". Además, cree que esa fórmula permitiría concurrir a las elecciones todos los vecinos y no solo los que puedan permitirse el lujo de compatibilizar su trabajo con la gestión municipal.
Una teoría con la que no está de acuerdo Almudena González, del PP, que desde 2019 es alcaldesa de Almonacid de Toledo, una localidad de algo más de 900 habitantes a 30 kilómetros de la capital de Castilla-La Mancha, en la comarca de los Montes de Toledo. "En Almonacid el primer alcalde de la Democracia era agricultor y el segundo ganadero, y ambos desempeñaron su cargo perfectamente. Aquí los alcaldes nunca han cobrado y nunca hemos concebido que lo hagan. En los pueblos pequeños estamos funcionando bien así", asegura González, que también es diputada provincial sin liberación y cada mañana a primera hora despacha con la secretaria del Ayuntamiento antes de acudir a su puesto de trabajo en los juzgados de Toledo.
"Yo lo hago con todo el cariño del mundo. Siempre he estado haciendo algo por la sociedad, tanto como concejala, en Cáritas o en el AMPA del colegio. En estos pueblos pequeños alguien tiene que tirar del carro", dice. Aunque ponerse al frente del Ayuntamiento es una responsabilidad supone un importante esfuerzo personal que, en ciertas ocasiones, genera tragos que pueden resultar muy amargos.
Lidiar con las críticas
A Pedro Luis Hernández, el alcalde de Cobeta, algunos vecinos le han llegado a negar la palabra porque han considerado que ha tomado ciertas decisiones perjudiciales para sus intereses. "Mis concejales y yo estamos juntos hacemos todo por el bien del pueblo. Sabemos que en unas cosas acertaremos y en otras no, pero algunas críticas son complicadas y las estoy sufriendo". Y pone un ejemplo muy significativo. El pasado mes de septiembre, después de muchas gestiones y desvelos, lograron reabrir el colegio del pueblo después de 30 años cerrado. Una magnífica noticia... pero no para todos. "Hubo que restar espacio a una asociación cultural que ocupaba todo del local donde ahora está escuela. No entendían que ellos tuvieran que ceder la mitad de un lugar que un buen día les prestó el Ayuntamiento. Esas personas me han criticado y han dicho que por qué se tiene que poner la escuela justo allí. ¿Qué hace el alcalde? Pues nada, sobrellevarlo con un perfil bajo e intentar explicarles que es por el bien común".
Desde Villamanrique, Higinia Valero recuerda como una pesadilla para ella el mes de diciembre de 2020, cuando el pueblo llegó a tener la incidencia acumulada de casos de coronavirus más alta de Castilla-La Mancha, lo que obligó a la localidad a autoconfinarse para cortar de raíz la transmisión de la enfermedad. Antes de desatarse el gran brote, la alcaldesa participó en una comida junto a once amigos, sentados en dos mesas y cumpliendo con todos los protocolos sanitarios, pero tuvieron la mala suerte de "salir positivos" de aquella cita. En las redes sociales llegaron a correr todo tipo de bulos y algunas personas culparon directamente a la alcaldesa de la crisis sanitaria generada.
"No le deseo a nadie, ni siquiera a los que dijeron esas cosas inventadas sobre mí, ni un minuto de la angustia, de la soledad y la impotencia que pasé. Pero nunca pensé en dejarlo. Tienes que dar la cara y mantenerte firme con tus ideas y tus objetivos. Como alcaldesa asumo la crítica política y doy la cara cuando soy consciente de mis errores, pero en esa ocasión me masacraron", recuerda con pesar.
"Todos quieren que les soluciones lo suyo antes que lo de los demás. Para cada uno, su problema es el más importante. Pero claro, yo como vecina también quiero eso, así que lo entiendo", asegura la alcaldesa de Almonacid de Toledo, que al igual que el de El Ballestero se sienten afortunados porque las críticas que reciben se ciñen a su gestión en raras ocasiones, según cuentan, llegan a lo personal. "Cuando se critica la gestión municipal lo debemos entender y es algo hasta cierto punto necesario, porque se hace desde la buena fe y por el bien del pueblo. Cuando la crítica va más allá, se lleva peor. De estas últimas las hay, pero en mi caso son pocas", afirma Daniel Martínez, que dice disfrutar de la política y del servicio público pese a que "hay que dedicarle mucho tiempo, la familia es la primera damnificada y todo el esfuerzo que haces muchas veces no se corresponde cuando llegan las elecciones".
Grandes satisfacciones
La toledana Almudena González, en ese sentido, aguanta bien la presión pese a que desde que tomó posesión en junio de 2019 no ha podido irse de vacaciones y cuando se ha escapado un fin de semana junto a su familia lo ha hecho siempre pendiente del teléfono móvil. "Si no es por la gente no estarías disponible las 24 horas y todos los días del año. A los vecinos les tienes que solucionar los problemas y te llaman a cualquier hora porque se ha ido la luz, porque se ha perdido un perro, porque ha una avería con el agua... Sin mis concejales no lo podría sacar adelante", asegura la alcaldesa de Almonacid, que después de completar su jornada laboral en los juzgados atiende por las tardes a los vecinos en el Ayuntamiento y, aprovechando que se acuesta "muy tarde", desde casa revisa expedientes, proyectos y licitaciones a última hora de la noche. Aunque a ella le compensa, algo que siempre había creído pero que terminó de confirmar el pasado mes de septiembre, cuando unos okupas se instalaron en unas viviendas del pueblo y los vecinos, sin importar ideologías o discrepancias, se pusieron a su entera disposición para lograr echarles: se organizaron, se manifestaron y, unidos, consiguieron que en un fin de semana se fueran de Almonacid pacíficamente. Dice que no lo olvidará nunca y que, hasta el momento, ha sido su gran satisfacción como alcaldesa.
El trabajo desinteresado del alcalde Pedro Luis Hernández Berberia junto a su equipo está impulsando la creación de una Escuela de Resineros (ya son seis los vecinos que se dedican a resinar 25.000 pinos en unos terrenos municipales cedidos a un coste simbólico) y ha permitido reabrir el colegio de Cobeta después de tres décadas, donde estudian seis niños a los que dan clase tres profesores a los que se les ha puesto a disposición una vivienda. "Estamos favoreciendo a los mayores, a los niños y a que vengan nuevas familias. Ahora mi vida se centra en la vocación de servicio para hacer algo por mi pueblo, por mi provincia y por mi región", asegura con orgullo.
Desde Villamanrique, la alcaldesa Herminia lee emocionada el texto de una placa con la que acaban de reconocer al Ayuntamiento por su colaboración en la lucha contra la pandemia y trabaja incansable, llamando a todas las puertas de las administraciones superiores, para que arreglen algunas carreteras que no están en buen estado y no acabe la legislatura sin que la fibra óptica llegue por fin a la localidad. "¿Cómo le explico a mis vecinos que otros pueblos de al lado ya la tienen siendo más pequeños? Algunos pensarán que yo soy la más tonta, pero estoy haciendo todo lo posible para que lo agilicen. Estoy dando todo lo que puedo por mi pueblo y me voy a dejar hasta la salud en el empeño".