Page hace 'mutis' en el cóctel real, Velázquez triunfa en los corrillos y el vestido rojo 'sanchista' de Isabel Rodríguez
- Más de 1.000 personas asistieron a la recepción que ofrecieron los reyes con motivo de la Fiesta Nacional. La región estuvo ampliamente representada.
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Qué sofoco. Todavía me dura la taquicardia. Notarán que escribo de forma compulsiva, pero no puedo hacerlo de otra manera. Debería haber tomado una tila, pero quién pide una infusión en el Palacio Real en el Día de la Hispanidad. Les cuento.
Mi amiga Clara Mesones, que está disfrutando de unas tranquilas vacaciones en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme para que no le estropeen la aventura los paparazzi, me propuso hace unas semanas que la sustituyera en la tradicional recepción que los reyes Felipe y Letizia dan con motivo del Día de la Fiesta Nacional.
Debo confesar que no me resistí ni un segundo. Los saraos con cotilleos me gustan a mí más que a ella. Claro, con el nombre que me pusieron mis padres, lo entiendo. En casa, cuando hay algo que contar lo cuento yo. Ya saben, por aquello de 'que lo cuente Rita’.
Más de 1.000 invitados
¿Ven cómo me enredo? Es la mezcla de los nervios con el cava. Voy al grano. Al ser mi primera vez un festín real la verdad es que no sabía qué ponerme. Le di tantas vueltas al armario que cuando me di cuenta ya había perdido el tren y tuve que coger el siguiente. Con la angustia de pensar que iba a hacer esperar a sus majestades llegué a Atocha.
Allí estaba el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, con el mismo sofoco que yo. Me contó que venía de Sevilla, de un encuentro de Casas Regionales, un acto ya tradicional del octubre hispalense, en el que se homenajeó a Castilla-La Mancha y en el que aprovechó para vender el buen vino de nuestra tierra. Y, aunque salió con tiempo, el AVE le jugó una mala pasada. Al final ambos llegamos diez minutos antes que los reyes, o sea, como dice una amiga extremeña que tengo ‘llegamos de raspajilón’. Que a saber que será eso.
Al acabar el desfile, donde me empapé hasta los tuétanos, me dirigí al Palacio Real. En las escalinatas me encontré con el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, y su mujer Ilaria Grillo. Qué ilusión. Ellos también eran primerizos como yo. Ilaria, he de reconocer, iba espectacular con un traje azul noche. Tanto o más que yo, que me decanté por un traje cóctel con un sensual escote en uve de color verde, que tanto gusta a los monárquicos porque es el acrónimo de ‘Viva El Rey De España’.
Pero vuelvo al ajo que me despisto. En las escaleras del Palacio, el alcalde de Toledo y servidora tuvieron la suerte de encontrarse con Óscar Puente. Un encuentro que sirvió a Velázquez para preguntar al responsable de la cartera de Transportes cuándo su ministerio daría luz verde al estudio informativo del AVE a Toledo. Según afirmó el ministro en el Senado iba a estar antes de finalizar septiembre con consenso o sin consenso. Pues bien, del trazado definitivo no sabemos aún nada. “Pronto, pronto”, fue la respuesta que obtuvo.
Carlos Velázquez, que este pasado viernes celebró su cumpleaños, se tomó la recepción con un regalo de sus majestades. La verdad es que le vi disfrutar saludando a la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, que acudió al cóctel con un vestido color 'rojo sanchista' del diseñador toledano Ulises Mérida, que fue muy comentado en vísperas del Congreso Federal. También departió con el embajador italiano, con la expresidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, y con los presidentes de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y de Murcia, Fernando López Miras. Como me distraje con la bandeja de los canapés no sé si logró saludar a Salvador Illa, que también se estrenaba como presidente de la Generalitat en estos lares.
Los que seguro se le escaparon fueron Isabel Díaz Ayuso, ya que Velázquez, al ser su primera vez, no sabía que podía cambiarse de salón tras el besamanos, y Emiliano García-Page que, aunque estuvo muy cómplice en la foto con el rey y con la princesa de Asturias, ideal con su uniforme de gala de la Armada, no se quedó al cóctel.
En los corrillos no paró de rumorearse que el presidente de Castilla-La Mancha hizo mutis por no encontrarse con Pedro Sánchez, pero yo más bien creo que no lo hizo por seguir manteniendo la dieta que tan buenos resultados le está dando. A la vista está de los kilos que ha perdido durante el verano. Una pena que se marchara sin pasarme su secreto y sin liderar uno de los corrillos que, a buen seguro, hubiera sido uno de los más codiciados.
Pero presente o no, lo cierto es que Emiliano García-Page estuvo en boca en todos los conciliábulos políticos y periodísticos. Supongo que ya se habrá enterado porque le han tenido que pitar y mucho los oídos.
Y es que dos han sido los temas que han sobrevolado las conversaciones: el próximo Congreso Federal del PSOE y el caso ‘Koldo’. El presidente del Gobierno, que sí estuvo muy activo durante toda la recepción, adelantó que el del PSOE será un cónclave de renovación tanto orgánica como ideológica. Mis colegas periodistas, que no pierden ni ripio al tiempo que le dan al canapé, aprovecharon para preguntarle por Page y Lambán, sus críticos. Sánchez no quiso entrar al trapo, pero destacó también que quiere que sea un congreso de unidad”. Bastante dijo, pienso yo.
El presidente de Castilla-La Mancha también fue mentado en los corrillos de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid estaba radiante con un vestido blanco con lunarcitos negros. Ella es la reina de los selfies. Aunque hablando de reinas, doña Letizia volvió a deslumbrar con su outfit de color rojo.
Pese a que me había propuesto hablar del vestuario de los hombres, por aquello de que nunca se comentan sus modelitos, la verdad es que he cambiado de opinión. Lo único que puedo decir es que todos parece que militaban en el equipo de Emidio Tucci. Da igual que asistan a un cóctel que a un entierro.
El único que me llamó realmente la atención fue el general toledano Francisco Javier Marcos, que acudió a la recepción con su uniforme de gala en el que destacaban todas las medallas que poblaban su pechera. Iba a acompañado de su mujer. Me habló de Margarita Robles y del buen trabajo que está haciendo en el Ministerio de Defensa. Como quedé ensimismada con su conversación y saber estar le propuse volver a vernos para que me cuente tranquilamente de sus misiones, mientras disfrutamos de un aperitivo en el Bar Avenida, situado en la toledana avenida de la Reconquista, que tan bien gestionan Raúl, el del Embrujo, y su socio Luis.
Entre foto y foto, la presidenta de la Comunidad de Madrid me confesó que sólo ha podido saludar a Emiliano García-Page con la mano desde la distancia. Una pena, porque tenía ganas de darle un tirón de orejas por unas declaraciones en las que se quejaba de que Madrid juega con ventaja en la captación de empresas.
Quien también ha triunfado este año ha sido el presidente nacional del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Y es que la corrupción y el informe de la UCO sobre el ‘caso Koldo’ y la más que probable imputación de José Luis Ábalos, exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE fue otro de los temas a los que todo el mundo quería meter oreja y pegar la hebra.
Tanto que yo quedé extenuada. Así que decidí buscar a mis amigos castellano-manchegos. Ya me dijo Clara que no me olvidara de ellos. Que son el alma de la fiesta. En el cóctel me encontré con Rafael Torres, presidente de la Fundación Globalcaja y de 'Virgen de las Viñas', la mayor cooperativa vitivinícola de Castilla-La Mancha. Con las prisas se me olvidó preguntarle si el vino del cóctel era de la tierra. También saludé efusivamente al director de El Economista, Amador G. Ayora, y a su homólogo de El Confidencial, Nacho Cardero.
La recepción también me permitió codearme con tres grandes firmas del periodismo patrio. Esther Esteban, presidenta ejecutiva de El Español-El Digital de Castilla-La Mancha, me presentó nada más y nada menos que Ana Rosa Quintana, a Paloma Barrientos y a la abogada y escritora Cruz Sánchez de Lara, con la que hablé largo y tendido de su libro ‘La corte de la Zarina’ y de su vestido ‘vintange’ en color marrón, que compró en una tienda de Londres.
Ni ripio de la conversación se perdió su marido, el director y presidente de El Español, Pedro J. Ramírez, que recibió las felicitaciones de todos los compañeros por los buenos datos de audiencia del periódico digital líder. No sé si se dio cuenta, pero con tanto halago se le hicieron los ojos 'chiribitas'. Aunque he de reconocer que estuvo generoso reconociendo que parte del éxito radicaba en rodearse de profesionales como Esther Esteban.
Una recepción da para mucho y también para hablar de novela histórica. Una tiene que saber de todo para hablar con Isabel San Sebastián, cabeza visible de la Asociación de Escritores de Novela Histórica, y con Antonio Pérez Henares que, como siempre, terminó hablándome de su libro. Aunque se le escapó que está ultimando con ‘Puy du Fou’ la creación de unos premios en los que la historia será la protagonista. A ver si un día de estos invito a un café a su consejero delegado, Erwan de la Villeon, para que me cuente lo que ya es, después de esta crónica, un secreto a voces.
La mañana estaba discurriendo de una forma agradable entre canapés de tortilla, jamón serrano y ensaladilla rusa cuando fui testigo de una conversación que me heló la sangre. Acabábamos de formar Esther Esteban, Anabel Díez, Joaquín Manso, director de El Mundo, Miguel Ángel Aguilar y servidora un aparte con el presidente del Gobierno cuando una mujer agarró del brazo a mi querida Esther para hacerse hueco e interpelar directamente al presidente del Gobierno. Era Maite Araluce, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que se encaró con Sánchez por la reforma de la Ley de Antecedentes Penales que puede provocar la excarcelación anticipada de etarras si se aprueba con la enmienda presentada por Sumar. La bronca fue tan grande como el collar de perlas que llevaba.
La conversación me trajo a la memoria al también diputado toledano José Manuel Velasco, portavoz del PP en la Comisión de Justicia, que defendió la transposición de la directiva comunitaria. Su intervención fue muy recordada en los corrillos, en muchos de los cuales pedían que rodaran cabezas. En estas reflexiones me hallaba cuando recordé que debía volver a Toledo. Espero no haber defraudado a Clara Mesones y que haga suyo ahora aquello de ‘que lo cuente Rita’.