Manuel Vicente Calvo (55 años) lleva más de dos décadas ejerciendo de profesor de hospital. Su trabajo es "altamente útil y gratificante" ya que ayuda a garantizar el éxito académico de alumnos que, por razones médicas, no pueden asistir a su centro educativo. Como coordinador de 'La Pecera', el aula que la Consejería de Educación, Cultura y Deportes tiene en el Hospital Universitario de Guadalajara, Manuel Vicente ha tratado con todo tipo de alumnos que le han enseñado lecciones muy valiosas.
Los servicios de atención educativa hospitalaria y domiciliaria desempeñan un papel fundamental para los niños con patologías ya que son una fuente de distracción, entretenimiento y conocimiento, y acompañan al menor en todo el proceso de su enfermedad. "Una mala rotura de pierna supone cuatro meses de reposo y podría hacer que el alumno repitiera curso, se distanciara de sus amigos y perdiera una pequeña parte de su vida", comenta el profesor.
"En educación domiciliaria, España lleva décadas de ventaja respecto a otros países europeos como Irlanda, Bélgica o Portugal"
Aunque la educación sea un derecho universal, no todos los países de nuestro entorno cuentan con servicios de asistencia educativa al nivel de España. De hecho, la atención hospitalaria y domiciliaria es uno de los puntos fuertes del sistema educativo español, según Manuel Vicente. "Hay cuestiones de calidad que en nuestro país se hacen muy bien. La educación no solo es el informe PISA", comenta. En el caso de Castilla-La Mancha, los encargados de realizar esta labor desde 2007 son los EAEHD (Equipos de Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria).
Educación a la carta
Uno de los aspectos más llamativos de este servicio, guiado a niños de entre 3 y 18 años, es que su educación es completamente a la carta y adaptada a las necesidades médicas y académicas de cada paciente. "Si un alumno va a estar en el hospital más de tres días, nos ponemos en contacto con su colegio para que nos mande una planificación académica", explica el profesor.
En el caso de que el paciente no pueda trasladarse al hospital, la clase se desarrolla en su propia casa y el proyecto educativo se planea a largo plazo. Este tipo de pacientes suelen tener patologías oncológicas o traumatológicas, y en algunas ocasiones hay casos de salud mental.
Sea como sea, los profesionales del servicio educativo están en contacto constante con los institutos y colegios de los alumnos. "Pedimos a los centros que separen la paja del polvo. Todas las asignaturas son importantes, pero hay algunas que pueden ayudar más a la reincorporación del alumno", explica Manuel Vicente.
Más allá de lo académico
El objetivo principal de estos servicios es mantener el ritmo de estudio de los niños hospitalizados. "Trabajo pensando que mis alumnos volverán al instituto o al colegio y quiero que, cuando lleguen allí, se noten las clases. Que mi trabajo les ayude a integrarse", explica Manuel Vicente.
"Me gusta la educación, pero más me gusta hacer algo que deje huella"
Otra de sus funciones es conseguir el bienestar psicológico de los pacientes mediante la distracción, ya que hacer deberes puede ayudarles a olvidar su enfermedad. "Algunos alumnos lo único que ven fuera de casa y del hospital es a nosotros, los profesores", comenta Manuel Vicente. Por otro lado, también permite a los padres estar más tranquilos porque, mientras la parte educativa está cubierta, se pueden centrar en el ámbito sanitario.
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La lección infinita de Manuel
Manuel Vicente llegó al aula hospitalaria de Guadalajara por casualidad, ya que un amigo le informó de este nuevo puesto de trabajo. "Cuando salió la plaza a concurso presenté mis méritos y me cogieron. Desde entonces no me he movido porque me resulta un trabajo muy gratificante", comenta.
Aunque él sea el profesor, garantiza que los alumnos le dan grandes lecciones de vida, incluso "lo que es la alegría de vivir". "Me han enseñado a poner las cosas en su sitio, a tener una perspectiva de la vida completamente diferente y a no rendirme nunca", explica emocionado.
Sin embargo, también ha pasado malos tragos en esta profesión: "Me tomé muy mal la primera pérdida de un alumno. Tenía 3 años, la edad de mi hijo, y fue una vorágine de sentimientos difícil de gestionar". A pesar de ello, Manuel afirma que su profesión no es triste ni trágica, sino todo lo contrario: un aprendizaje continuo.
'La Pecera'
Así es como se llamó al aula hospitalaria de Guadalajara cuando fue fundada en el año 1989, siendo una de las pioneras del país creada en un centro no pediátrico. "Antes había una pecera que a veces tenía animales vivos, pero decidimos quitarla y traspasar el concepto al espacio", explica Manuel.
Este servicio está formado por María Jesús Ibáñez, Alfredo Joronda, Almudena Sánchez y el propio Manuel Vicente. Su objetivo no es solo acercar el colegio a los pacientes del hospital, sino promover la educación sanitaria entre los colegios. Por ello, llevan a cabo diferentes programas educativos para la salud. Como afirma Manuel Vicente: "Durante la pandemia se paralizaron, pero ahora están en marcha de nuevo".
Entre otras iniciativas, 'La Pecera' ha promovido un programa para estimular la donación de sangre que fue finalista de los Premios Aprendizaje y Servicio. Además, se llevan a cabo talleres para alumnos de diversificación: “Vienen y comparten sensaciones con los médicos, hacen una reanimación cardiopulmonar, conocen los secretos de una alimentación adecuada para un adolescente, aprenden a relajarse…”, enumera el profesor.
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"Aunque normalmente la utilicen los niños ingresados, 'La Pecera' es de todos", dice el profesor antes de despedirse para visitar a una de sus alumnas. "Tiene una lesión de rodilla y ha pasado mala noche. Voy a ver qué podemos hacer juntos", termina diciendo con la profesionalidad, calidez y entrega de una persona que utiliza la educación para mejorar la vida de los niños hospitalizados.