Una espectacular bola de fuego se vio este sábado desde Toledo y Ciudad Real
Este sábado, sobre las 20:33 horas, diversas personas ubicadas mayoritariamente en la zona centro y sur del país informaban en redes sociales el avistamiento de una brillante bola de fuego que atravesó el cielo. La mayoría de ellos pudieron ver el fenómeno desde distintos puntos de Castilla-La Mancha y Andalucía, aunque también hubo testigos ubicados en Madrid y Castellón.
La bola de fuego se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca procedente de un asteroide a gran velocidad y pudo ser grabada por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa opera en el Complejo Astronómicode La Hita (Toledo). Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, que tiene como objetivo monitorizar continuamente el cielo con el fin de registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar. También ha sido grabada por los detectores que esta misma red de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto (Almería), Sierra Nevada (Granada), La Sagra (Granada) y Sevilla, pudiéndose observar en el siguiente vídeo la trayectoria que ha seguido el objeto.
El fenómeno ha sido analizado por el investigador responsable del Proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Este análisis ha permitido determinar que la roca que originó esta bola de fuego entró en la atmósfera a unos 54 mil kilómetros por hora sobre el suroeste de la provincia de Ciudad Real. Debido a esta elevada velocidad, el rozamiento con el aire hizo que la roca se volviese incandescente a una altura de unos 77 km sobre el nivel del suelo, generándose así una bola de fuego casi tan brillante como la Luna llena.
Fue precisamente su gran luminosidad lo que provocó que el fenómeno pudiera verse desde más de 500 kilómetros de distancia. La bola de fuego avanzó en dirección noreste y finalmente se extinguió a una altitud de unos 38 kilómetros sobre Ciudad Real. La roca se desintegró totalmente en la atmósfera, por lo que ningún fragmento consiguió llegar al suelo.