El Banco de Alimentos de Toledo se encuentra en una situación difícil por la que debe luchar día tras día para atender sus obligaciones, aunque las aportaciones que recibe cada mes de empresas y personas voluntarias le permiten "vivir con tranquilidad, pero sin el mejor de los lujos".
Además de las donaciones que realizan voluntarios, ayuntamientos, la Diputación de Toledo, la Federación Española de Bancos de Alimentos o empresas como CaixaBank o Amazon, el Banco de Alimentos de Toledo recibe una ayuda económica del 5 % del valor del producto que reparten como consecuencia de la colaboración con Cruz Roja para el reparto de alimentos que compra el Estado con dinero de la Unión Europea, ha dicho a Efe el presidente de esta organización, Manuel Lanza.
Ha señalado que la situación actual no es crítica o angustiosa, pero es una actividad ajustada y difícil por la que hay que trabajar cada día para repartir a las 114 entidades benéficas que hay en la provincia de Toledo los alimentos que entregan a las casi 14.000 personas necesitadas, una cifra que probablemente ascienda.
"Me temo que desdichadamente este es un número que va a subir. Tampoco hace falta ser un gurú para darse cuenta de que los sueldos no suben y la cesta de la compra está por las nubes", ha expresado Lanza.
El presidente del Banco de Alimentos ha dicho que, "honradamente", la entidad tiene una buena cantidad de productos en el almacén gracias, fundamentalmente, a la campaña 'Ningún hogar sin alimentos' de CaixaBank, que le ha permitido hacer una compra de alimentos por un valor de 24.000 euros, y a Amazon, que envía cada semana un contenedor grande de productos, sobre todo de higiene y chocolate.
Gracias a esto pueden seguir trabajando de manera plena hasta la campaña de la gran recogida en el mes de noviembre, después de haber repartido 39.981 kilos de alimentos en julio, lo que supone un reparto diario de unos 1.400 o 1.500 kilos.
En cuanto a los productos, Lanza ha explicado que buscan los alimentos normales de un menú mediterráneo, sobre todo para el desayuno como leche, cacao y galletas, y para la comida, con garbanzos, judías y lentejas, que siempre procura que estén cocidos, envasados y listos para comer.
"Unos garbanzos o unas judías para poderlas comer si están en seco, necesitan una energía que luego hay que pagar y que no todas las personas pueden acceder", ha explicado.
A esos alimentos fundamentales hay que sumar aceite, arroz, harina, sal o pasta, productos que cualquier persona compra para su casa, ya que "las personas necesitadas comen lo mismo que los demás y, en la medida de lo posible, las mismas veces y las mismas cantidades en las que todos lo hacemos".
Encendido de la cámara frigorífica
Por otro lado, la cámara congeladora que la Fundación Reina Sofía donó al Banco en 2020 y que fue instalada a principios de 2021 aunque tuvo que apagarse a finales de noviembre de ese mismo año por la subida de la factura de la luz se vuelve a encender esta semana gracias a la colaboración de Viva Energía, Covama y Carrobles Abogados.
La factura de la luz se había incrementado de 300 a 700 euros, un gasto prácticamente inasumible que llegó a Carrobles Abogados, que, a su vez, contactó con el Banco de Alimentos para proponer instalar unas placas fotovoltaicas que ayudan a hacer frente a la factura de la luz.
Manuel Lanza ha agradecido la ayuda que han prestado las tres empresas para activar la congeladora y ha instado a la ciudadanía a que sea consciente, en este momento de vuelta de vacaciones e inicio del curso escolar, de que mucha gente que necesita lo más básico para vivir.