En la muerte de los primos Ángel y Fernando quedan muchas incógnitas por despejar. Hasta ahora se sabe que aprovecharon un descuido del padre de uno de ellos para desaparecer de la calle General Ricados de Madrid y viajar a Toledo, donde el mayor de los primos, de 17 años, había tenido una relación sentimental con una chica llamada Lucía. Cinco días más tarde, el 15 de diciembre, el cadáver de Fernando apareció en el Ecoparque de Toledo, un macrovertedero que recoge los residuos de 196 localidades de la provincia, donde la Policía Nacional mantiene activo un dispositivo de búsqueda en el que han encontrado un pie del primo más pequeño y un torso y unos brazos aún por identificar.
Por el momento, no hay confirmación oficial de que estos restos hallados el pasado sábado pertenezcan al menor de 11 años. Fuentes de la investigación consultadas por EL ESPAÑOL-EL DIGITAL CLM, confirman que las pruebas para su identificación continúan sin que por el momento se pueda asegurar que son del joven. No obstante, desde la agencia Efe aseguran que la Policía ha comunicado a los padres del menor que pertenecen a Ángel.
Si finalmente esos exámenes arrojan un resultado positivo y se constata que se trata del torso y los brazos de Ángel, podrían despejarse muchas dudas respecto a cómo murió o si tiene algún signo de violencia. Hasta ahora, la hipótesis del accidente se sustentaba en que la necropsia al cadáver de Fernando apuntaba a que no existían señales de violencia y que la causa de la muerte era una asfixia que podría ser compatible con la acción de las máquinas que recogen y tratan la basura. Estos datos y algunos más llevan a los investigadores a creer que los dos jóvenes, que intentaron arrendar una habitación de hotel en Toledo, se refugiaron del frío y la lluvia en un contenedor, donde fueron sorprendidos por el camión de la basura.
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Sin embargo, desde la familia, que se ha personado como acusación particular en el procedimiento abierto en el Juzgado de Instrucción número 3 de Toledo, creen que detrás de la muerte hay algo más y piden que se investigue tanto a la familia de Lucía, que se ha ido de Toledo por temor a represalias, como a su actual pareja sentimental.
El presidente de la Asociación Gitana Española, Sinaí Giménez, aseguraba la semana pasada que el piso donde vive la familia de Lucía, en un bloque ocupado de la capital castellano-manchega, "se pintó, fue limpiado antes con lejía y después de pitado volvieron a limpiarlo con amoniaco".
Actualmente, esta vivienda está precintada por la Policía Nacional, que se ha personado en varias ocasiones en busca de pistas que pudieran situar a los primos en ella.
Sobre este lugar, un familiar de los niños que se desplazó a Toledo cuando todavía estaban en paradero desconocido aseguraba que vio salir a "un argelino del piso de la Trini (la madre de Lucía) con un bote de pintura, que se veía cómo estaban pintando el piso. Y vi que en un piso enfrente había todo tipo de detergentes, amoniacos y todo", por lo que exigía que la Policía investigase también esta vivienda.
Dos hipótesis contrapuestas y un hallazgo que podría arrojar luz en el final fatal de estos dos menores.