GALERÍA: Arrancan por todo lo alto las fiestas de Sigüenza en un marco incomparable
A partir de las ocho de la tarde de ayer, la Avenida de Juan Carlos I comenzaba a llenarse de alegría festiva. Voluntarios de Protección Civil de Sigüenza y Guadalajara, Guardia Civil y Policía Local se encargaban de desviar el tráfico por rutas alternativas, dejando así el camino expedito al desfile de peñas, previo al chupinazo que iba sonar a eso de las nueve y media de la noche.
Las carrozas hacían acto de presencia, y los peñistas, disfrazados con mil atuendos, esparcían su buen humor sobre el asfalto. Personajes de cine, con cámara incluida, referencias al e-Commerce, hawaianas, vikingos, fresas seguntinas, marcianos, superhéroes, patitos de goma, Los Picapiedra… todos estaban allí, con ganas de pasarlo bien en lo más granado de las fiestas San Roque, que iba a comenzar anoche.
Sonaba la dulzaina, penetrante, como el sol de la tarde en el espíritu cuando pega en las piedras de Sigüenza; sonaba el tamboril. Allí estaba el redoblante Carlos Blasco, pregonero del año pasado, marcando el ritmo, como deben hacer los gaiteros en las fiestas populares. En el recuerdo, también Jose Mari Canfrán. Delante y detrás, muchas más charangas, con música de todos los estilos.
Despacito, y extendida a lo largo de su recorrido habitual, por la Plaza de Hilario Yabén y calle del Cardenal Mendoza, la caravana multicolor se iba acercando, a medida que caía la tarde, a la Plaza Mayor. Los seguntinos bailaban y reían en las calles. Reina y damas, tanto en su versión infantil como juvenil, vestidas de blanco, con sus bandas rosas, repartían caramelos a los niños que seguían su carroza, además de disparar confeti, que cubría de colores a los espectadores a su paso.
La Fortis Seguntina, dorada por los últimos rayos de una bonita tarde de agosto añadía belleza al movimiento de las caravana. Pasadas las nueve de la noche, reina y damas descendían de su carroza, decorada con el perfil de la ciudad, al pie de la Catedral, y subían al balcón del Ayuntamiento. Allí, el cohete anunciador de las fiestas, esperaba sentir el calor necesario para hacerlo. Antes, se vivían muchas emociones en el balcón, y aún más en la Plaza.
Tomaron la palabra los portavoces de las peñas de Sigüenza que este año las representan en la comisión. Son La Rampa y Los Verdugos, por cumplir 45 y 25 años respectivamente. Jorge Sopeña, miembro de la primera, recordaba sus primeros años. “Corría el verano del 94, tocaban los Pifostio en la Alameda, Indurain ganaba su cuarto Tour, y en las Malvinas se cocía una peña (…) Si con algo nos quedamos de estos 25 años es con la hermandad y el ambiente de las peñas”, dijo.
Javier del Castillo, representante de La Rampa, tomó el relevo para decir que “celebramos los 45 años de La Rampa con la ilusión del primer día, 45 años de experiencias inolvidables y camaradería, 45 años de comidas, sobremesas, toros, bocadillos y sangría. 45 años arrimando el hombro para que las fiestas brillen a gran altura”. Por fin, la reina de las fiestas, Amara Gadea, después de desear unas fiestas en armonía y con el respeto de todos, dio los correspondientes vivas a las peñas, San Roque, Virgen de la Mayor, las fiestas y Sigüenza. El alcalde de Sigüenza, Jose Manuel Latre, prendía la mecha de cohete, que estallaba en lo alto de la Plaza Mayor, encendiendo el tradicional letrero luminoso de las fiestas de san Roque 2018.
El concejal de Festejos, Oscar Hernando, deseaba a seguntinos y visitantes “unas felices fiestas”, mensaje con el que coincidía el alcalde, que invitaba a participar de ellas, en todas las actividades programadas, en un ambiente de paz, armonía y diversión. Según las estimaciones de Protección Civil, cerca de 3.000 personas se dieron cita para escuchar el chupinazo. Sigüenza está de fiesta.