Cristina, la 'malamadre' de Castilla-La Mancha que salió adelante "discapacitada y sola"
Le amputaron una pierna tras ser diagnosticada de un sarcoma osteogénico, perdió a su madre y a su pareja y sufrió también una parálisis facial que le obligó a dejarlo todo.
19 octubre, 2023 17:58Cristina Mata Torrado, natural de Puertollano (Ciudad Real), es una de las cuatro mujeres reconocidas en la III edición de 'Ellas Cuentan', una acción solidaria puesta marcha por Cinfa y el Club de Malasmadres que da voz a mujeres que se enfrentan cada día a luchas vitales marcadas por alguna enfermedad, ya sea propia o de algún hijo.
Este año, un total de 212 mujeres de toda España han compartido sus historias de vida, sumándose a los cerca de 600 relatos presentados en ediciones anteriores. La de Cristina, en concreto, ha sido premiada en la categoría de 'Mujeres que conviven con una enfermedad o diversidad funcional'.
El objetivo de este proyecto, según cuentan los organizadores, es que estas personas no se sientan solas, sino que sea escuchadas y ayudadas en todo lo que necesiten, "porque el apoyo emocional es fundamental para ellas".
La lucha de Cristina
A Cristina le detectaron un sarcoma osteogénico en la cabeza de la tibia y el peroné cuando tan solo tenía cinco años y, como consecuencia, tuvieron que amputarle una pierna por encima de la rodilla. Además, tuvo que recibir tratamiento de quimioterapia durante tres años para salvar su vida y, desde entonces, convive con la diversidad funcional.
"Siempre me preguntan cómo reaccioné cuando supe que me iban a amputar la pierna. Mi madre me lo contó con tal naturalidad que no tuve mejor opción que la aceptación. Aceptar que me iban a quitar un trocito de mi pierna porque estaba "malito" igual que cuando pelas una manzana y tiene un trocito que no se puede comer", relata.
Como consecuencia de este sarcoma, Cristina tuvo que recibir quimioterapia durante tres años y, cuando por fin terminó con el tratamiento, le diagnosticaron cáncer de colon a su madre, que murió cuatro meses después dejándola huérfana, aunque siempre estuvo muy arropada por su padre, sus tías y sus amigos.
Fue pasando el tiempo y, estando en COU, la puertollanense conoció a un chico con quien mantuvo una relación durante 14 años, desde 1992 hasta 2006. "Estudiamos la carrera, nos fuimos a vivir juntos, nos casamos y a los tres años nos divorciamos. Otro batacazo que no esperaba y que me dejó sacudida por todos lados", cuenta. Un golpe que se sumó al hecho de que también se estaba "separando" del que había sido su socio profesional durante seis años, un compañero de carrera con quien había montado su propia asesoría.
A los seis meses de divorciarse, Cristina conoció al que fue el padre de su hijo en una asociación para amputados donde ella colaboraba. Él había tenido un accidente de quad y había perdido parte de una pierna, pero ambos recuperaron la ilusión al comenzar una bonita historia juntos. Sin embargo, tiempo después se quitó la vida.
De eso hace ya nueve años. Nueve años "muy difíciles" en los que Cristina terminó dejando su negocio y su casa -vivía en Madrid-. "Durante ese tiempo se me rompió la prótesis de la pierna, que costaba 40.000 euros. No tenía dinero, pero hice un crowdfounding y lo conseguí. A los 20 días de estrenar una nueva me dio una parálisis facial total del lado izquierdo de la cara y tuve que dejarlo todo", relata.
Fue entonces cuando vendió su casa sin que nadie lo supiera y decidió volver a Puertollano, donde estaba una tía que había cuidado de ella desde pequeña. Pero, de nuevo, la vida le volvió a dar una bofetada inesperada. En menos de un mes le detectaron un cáncer de páncreas que se la llevó por delante. "De nueva estaba sola y empezando una nueva vida", señala.
A partir de ese momento, comenzó a estudiar desarrollo personal y actualmente acompaña a mujeres que han pasado por cualquier tipo de amputación física o emocional. Además, ofrece charlas de motivación en asociaciones y colegios, talleres y conferencias, y está escribiendo un libro.
"Quiero que quede constancia de que es durísimo en este país ser discapacitada con familia monoparental. Es como si fuésemos invisibles. Madre, discapacitada y sola. Debe ser muy raro. No salimos en los papeles y nadie se acuerda de nosotras", concluye.