El pasado 3 de septiembre de 2023, hace ahora un año, una tromba de agua paralizó la capital regional. Una destructiva DANA, que descargó hasta 40 litros por metro cuadrado en apenas una ahora, se cebó con el polígono industrial de Toledo, donde provocó grandes destrozos en las instalaciones de empresas como Unauto.
La concesionaria del servicio municipal de transporte urbano perdió el 50% de su flota de vehículos, que quedó sepultada en sus cocheras entre el barro y lodo. Un desastre que provocó que la ciudad se quedara durante 24 horas si servicio de autobuses, que pudo restablecerse gracias a la ayuda de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid.
Pasados 365 días de aquella tragedia la normalidad ha vuelto prácticamente a todos los barrios de la ciudad. Aunque todavía quedan “secuelas”, como reconoce el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez.
Es el caso, asegura el regidor, de varias empresas ubicadas en la “zona cero” del Polígono, que se vieron “completamente devastadas” y de la propia Unauto, que todavía no ha terminado los trabajos para reponer la gasinera que perdió tras la inundación de la campa donde se recogen todos sus autobuses tras terminar su servicio. “De momento es un camión que cuesta un dinero alquilar todos los meses el que provee de gas a los autobuses de la ciudad”, explicó Velázquez, quien añadió que espera que a finales de este mes o principios de octubre la gasinera de Unauto vuelva a estar operativa.
“Hay que trabajar teniendo en cuenta que estos acontecimientos meteorológicos pueden volver a suceder. Por lo tanto, conviene que trabajemos con la esperanza de minimizar los daños en la en la medida de lo posible", subrayaba el alcalde de Toledo durante su visita al barrio de Azucaica, que junto con el Casco, San Bernardo, Valparaíso y La Legua sufrieron muchos daños.
"Circunstancias catastróficas"
Mientras que en Azucaica las inundaciones tras unas fuertes lluvias se repiten periódicamente, lo sucedido el año pasado en el Polígono Industiral de Toledo al acabar el verano pasado fue un hecho “muy puntual” en el que, como explicó el alcalde, confluyeron una serie de “circunstancias catastróficas”.
La primera de ellas fue la insuficiencia de diámetro de las canalizaciones del arroyo Ramabujas que discurren por debajo de la TO-23. Una situación que ha quedado ya subsanada tras la intervención acometida hace unas semanas por el Ministerio de Transportes. La segunda de las fatalidades fue la existencia de un contenedor de obra en el canal de titularidad municipal por el que va encauzado un tramo este arroyo.
Por último, el alcalde de Toledo no quiso olvidarse de los dos centenares de operarios de las empresas y contratas que habitualmente operan con el Ayuntamiento de Toledo y de los servicios municipales que trabajaron a destajo tras la última DANA para devolver la normalidad a la ciudad. “Quiero reiterar las gracias a todas aquellas personas que trabajaron sin mirar el reloj por ayudar a tantos vecinos que lo pasaron, lo pasaron muy mal”, concluyó Carlos Velázquez.