Son días intensos para el presidente del Gobierno, que recorre España de punta a punta para inaugurar todo lo inaugurable. En Génova lo tienen claro: Mariano Rajoy es el mayor activo del partido y el más indicado para vender los logros económicos del Gobierno. Por eso el PP quiere vender, por encima de todo, los éxitos del jefe del Ejecutivo. El calendario, sin embargo, juega en su contra y sólo le quedan quince días para cortar todas las cintas posibles e inaugurar todos los pantanos que queden. Aunque ya se hayan inaugurado antes.
La reforma de la Ley Electoral puso puertas a un campo que los políticos utilizaban para su propio beneficio. La LOREG establece que, desde que se convocan las elecciones, está prohibido cualquier acto organizado o financiado por los poderes públicos que contenga alusiones a los logros obtenidos. Ni siquiera pueden visitar obras en curso si no es de carácter técnico. La ley no permite que los políticos se beneficien de nada que huela a electoralista.
Rajoy ha aprovechado el último tramo de su legislatura para explicar cada vez que coge un micrófono cómo estaba España cuando sustituyó a José Luis Rodríguez Zapatero y cómo está hoy gracias a su política. La última vez fue este mismo sábado, en un acto con jóvenes en Mora, un pueblo de Albacete. El presidente quiere acercarse a esa nueva generación más conectada con otros líderes políticos mucho más jóvenes que Rajoy. El jefe del Ejecutivo dijo a los presentes que la Administración no iba a resolverles todos los problemas de la vida. “Lo más importante que os va a pasar en la vida depende de vosotros. No os rindáis nunca”, pidió a los más jóvenes, que no dejaban de aplaudir al invitado estrella de la jornada.
El popular se refirió también a la revisión negativa del rating de Cataluña por parte de la calificación crediticia Standard & Poor's. “Generar problemas donde no los hay, romper la baraja y crear incertidumbre manda un mensaje de inestabilidad” que acarrean “efectos contrarios”, dijo.
El presidente del Gobierno y del PP decidió que este verano era el momento idóneo para cambiar de estrategia. Atrás dejaba tres años donde su única conexión con el mundo era a través de un plasma. Desde que estrenó el período estival dejándose fotografiar dándose un baño en Galicia, ha decidido vender los frutos de su cosecha para que cale en la opinión pública el mensaje de que con él España va mejor. El 19 de agosto se dejaba capturar por las cámaras visitando en Orense la Línea de Alta Velocidad en el túnel de Prado; el 8 de septiembre paseaba por la planta de Seat, en Martorell (Barcelona); y nueve días después se desplazaba hasta Antequera (Málaga) para ver un conjunto arqueológico. Aunque tienen un fin electoral, las imágenes muestran a un Rajoy con aspecto desangelado y solitario.
El puente de Cádiz
El proyecto más megalómano del Ejecutivo del PP ha sido el puente de La Pepa, el que une Cádiz y Puerto Real. Tras ocho años y 511 millones euros de inversión, el jefe del Ejecutivo inauguró el 24 de septiembre la obra más costosa en carreteras ejecutada por el Ministerio de Fomento que dirige su compañera y amiga Ana Pastor. En el acto, que estuvo presidido por Susana Díaz y el alcalde del 'cambio', José María González 'Kichi', también acudió Teófila Martínez, la popular que sufrió en carnes propias el asalto de Podemos a las instituciones municipales.
Cinco días después, cambió el puente por el tren: el que une Chamartín con León. 300 kilómetros recorridos en una hora para volver a sacar pecho de que España “sea el segundo país del mundo con más líneas de AVE”. Fue un mes antes de que un supuesto sabotaje en las líneas ferroviarias en Barcelona dejara a 13.000 pasajeros en el andén durante cuatro horas.
Antes de disolver las Cortes
La agenda de inauguraciones del presidente se ha intensificado al estrenar el mes de octubre, después de las elecciones catalanas, donde el PP perdió ocho escaños con respecto a 2012. En tres semanas, Rajoy va a visitar dos tramos de autovía, un puente, una línea de AVE y un pantano.
El calendario de los próximos dos meses obliga al presidente del Gobierno a cortar todas las cintas antes de disolver las Cortes, previsto para la última semana de octubre. El Ejecutivo quiere convencer al electorado de que las nuevas promesas emergentes, Albert Rivera y Pablo Iglesias, tienen que demostrar todo. Mientras, él se presenta como el salvador de un país que el PSOE, que ahora “entrega los ayuntamientos a los radicales”, dejó en la ruina. La campaña no ha hecho nada más que empezar.