Diez lecciones del debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias
Los líderes de Ciudadanos y Podemos evidencian otra forma de hacer política en un combate arbitrado por Jordi Évole.
19 octubre, 2015 03:14Noticias relacionadas
Dos púgiles dialécticos de altura: Albert Rivera y Pablo Iglesias. Un árbitro incisivo: Jordi Évole. Y como ring, la mesa de un bar ubicado en un barrio de Barcelona golpeado por la crisis. Este combate se vio este domingo en el programa Salvados (La Sexta). Los protagonistas no defraudaron. Cada uno soltó sus golpes. Mejor o peor lanzados, hubo directos, crochés y ganchos en forma de argumentos. Ambos aguantaron en pie y cada espectador opinará quién venció a los puntos. Pero la pelea también dejó varias enseñanzas, algunas de ellas sorprendentes.
1. Un debate fresco y sin corsés es posible. Precisamente estos días los principales partidos políticos negocian con las televisiones privadas el formato de hipotéticos debates electorales. Siempre que ha habido debates entre candidatos en España los tiempos, los temas o los turnos de palabra han estado encorsetados, medidos al milímetro por los respectivos equipos de campaña, sin apenas lugar para la improvisación o la sorpresa. El combate de este domingo entre Rivera e Iglesias demuestra que los políticos también pueden discutir en televisión de otra manera más fresca y atractiva para los televidentes. “Aquí no se ha pactado nada, ni el lugar donde os sentáis”, resumió el presentador de Salvados. No hubo papeles sobre la mesa ni discursos previamente memorizados. Incluso, utilizaron un lenguaje más asequible, con tacos y sin ambages, más cercano al que utilizan los ciudadanos.
2. Rajoy y Pedro Sánchez no son tan importantes. Quizás fue una estrategia para mostrarse como ejemplos de un nuevo tiempo político o quizás fue algo natural, pero lo cierto es que los líderes de Podemos y Ciudadanos apenas mencionaron a sus dos grandes rivales en las urnas. Hablaron de los problemas de los españoles, de sus propuestas para cambiar las cosas o de sus errores del pasado. Se enzarzaron, interrumpieron y atacaron durante casi una hora. Y todo ello sin apenas mencionar a PP y PSOE, en general, ni a Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en particular.
3. Comparten su crítica al Gobierno por intervenir en los medios. Antes de empezar el cara a cara, Iglesias y Rivera coincidieron en censurar al Gobierno del PP por su intervencionismo en el sector de los medios de comunicación. Abrió el fuego el líder de C’s al remarcar que las licencias de radio y televisión no pueden depender de una decisión gubernamental, porque es intolerable que “antes de las elecciones un gobierno se dedique a quitar y poner licencias a un medio”. El líder de Podemos apostilló que “o a quitar y poner periodistas, como a Jesús Cintora, con una llamada de teléfono”. “O a directores de periódico, tú has cogido un periódico hace un momento, El Mundo, que fue descabezado”, dijo Rivera. “Por el Gobierno”, completó Iglesias. “¿Tenéis la certificación de eso?”, cuestionó Évole. “Sí, sí, lo dice él”, dijo Iglesias. “¿Os referís a Pedro J.?”, volvió a preguntar el presentador. Y ambos asintieron y dijeron “claro”, en referencia directa al despido del hoy director y presidente de EL ESPAÑOL.
4. Ambos apuestan por parecerse a Dinamarca. Jordi Évole planteó al principio del debate el problema del paro, preguntó por los tipos de contratos y se interesó por las soluciones para los salarios. Rivera defendió el contrato único, recordó que “hay un 30% de gente trabajadora pobre”, explicó que la media de días pagados por despido en España es de trece y abogó por “el modelo danés”. Iglesias dijo estar de acuerdo “con el diagnóstico”, pero no con esas soluciones que a su juicio perjudicarían a los trabajadores, y remarcó la necesidad de fortalecer a los empleados para las negociaciones colectivas. Y coincidió con su rival en que “me gusta el modelo de Dinamarca”.
5. Regeneradores contra “la casta”. El presentador destacó que “es curioso que la primera vez que se pronuncia la palabra ‘casta’, la dice Albert Rivera”. Fue un dato curioso. Pero es innegable que ambos políticos también coincidieron al expresar múltiples críticas a los vetustos usos y costumbres de la democracia española. Los grandes partidos, la patronal y los sindicatos fueron las dianas de sus dardos dialécticos. Sus discursos contra la corrupción, en su vertiente más política (“la financiación de los partidos”) o en la esfera económica (“el capitalismo de amiguetes”), fueron muy similares.
6. Las recetas antagónicas: sanidad y pensiones. Rivera e Iglesias enseñaron al respetable que, por mucho que compartan algunas impresiones, siguen sin ponerse de acuerdo en las medidas necesarias. En materia de sanidad, Rivera dijo que “nadie se va a quedar en la puerta de un hospital sin ser atendido”, pero insistió en que todo aquel extranjero que necesite servicios que no sean los básicos tendrá que pagarlo, “como pasa en todos los países de Europa”. “No se puede meter en el mismo saco a un turista alemán y a una persona que no tiene papeles, que es una desgracia administrativa, y yo le paso la factura al alemán pero no a un senegalés”, replicó Iglesias. Respecto a las pensiones, el secretario general de Podemos se mostró partidario de “subirlas” y bajar la edad de jubilación “hasta los 63 años”. Por el contrario, Rivera abogó por “los 65 años como regla básica”. Como era de esperar, también discreparon en otros asuntos como el mercado laboral.
7. Dime quién te apoya y te diré quién eres. Parece que ambos políticos están de acuerdo en ese aserto. A raíz de unas declaraciones de Francisco González, presidente del BBVA, que en su día habló bien de Rivera y mal de Iglesias, los dos se echaron en cara quiénes son sus respaldos en público. “Cuando Esperanza Aguirre te dice ‘me gusta Albert Rivera’ o cuando Alfonso Rojo, Arcadi Espada o Isabel San Sebastián dicen ‘preferimos a Albert Rivera, creo que eso te hace daño”, espetó el líder de Podemos. “Cuando lo dice Maduro de vosotros también”, contestó Rivera. Fue uno de los pocos momentos tensos y una de las pocas ocasiones en que se refirieron otras personas durante la discusión.
8. La gran discrepancia sobre Cataluña y el referéndum. Uno de los aspectos más candentes de la actualidad política es qué ocurre en Cataluña. Ambos negaron que el juicio a Artur Mas tenga un carácter político, aunque Iglesias hizo hincapié en que el proceso “parece diseñado por Mas, porque le cita un juez nombrado por el propio Mas”. Respecto a consultar a los catalanes, Rivera insistió en un discurso antinacionalista y respetuoso con la ley sin concesiones: “Hay que reformar España pero no romperla. Por tanto no voy a convocar un referéndum para trocear la soberanía nacional”. Iglesias abogó por la celebración de un referéndum aunque adelantó que promoverán que Cataluña siga en España. Y razonó que “a Mas le conviene que en Moncloa haya alguien que le diga que no” para fomentar su victimismo.
9. La imagen de marca, clave para ganar el 20-D. Forjados en la época de internet, entrenados en artes oratorias y conocedores del marketing político, los dos coincidieron, sin reconocerlo explícitamente, en reconocer que la clave para ganar las próximas elecciones es la percepción que tengan los ciudadanos de sus partidos como marcas. Iglesias insistió en que los españoles quieren a unos gobernantes que no cedan ante las grandes empresas: “No vacilaríamos para defender a la gente”. Rivera contraatacó apuntando que los votantes también desean saber “quién va a ser capaz de cuadrar las cuentas y gestionar un país”. El líder de Podemos llegó a reconocer que “habéis dado imagen de mayor solvencia”. Y los dos insistieron en quitarse las etiquetas que otros han puesto a sus partidos: uno negó cualquier relación con Venezuela y otro desmintió que tengan ayuda del Ibex 35.
10. Iglesias prefiere a Otegi fuera de la cárcel. Para cerrar el cara a cara, Évole hizo un breve cuestionario a los dos contendientes acerca de asuntos de lo más diverso como la ley mordaza, el pago del IBI por parte de la Iglesia, la continuidad del concierto vasco, el papel del Senado o el Toro de la Vega. Cuando hizo la pregunta sobre si Arnaldo Otegi debería seguir en prisión o ser indultado, llegó el cruce de opiniones que más polémica desató después en las redes sociales. “Es una de las pocas cosas en que coincido con Felipe González: Arnaldo Otegi no debería estar en la cárcel, aunque el indulto para fines políticos está mal”, expuso el secretario general de Podemos. Rivera contestó que “suprimiremos los indultos políticos y eso incluye a Otegi”.