Mariano Rajoy quiere presentarse este lunes al 'cara a cara' con Pedro Sánchez como el líder que no tolera la corrupción en su partido. Para que el líder de la oposición no le dinamite la estrategia, el presidente del Gobierno ha forzado a su embajador en la India, Gustavo de Arístegui, a abandonar su cargo por el supuesto cobro de comisiones. En una carta remitida este domingo por la tarde al ministro de Asuntos Exteriores, el embajador ha presentado su dimisión irrevocable para “no perjudicar ni al Gobierno ni a su presidente en plena campaña electoral”.
Solo quedan seis días para la cita con las urnas y los candidatos redoblan sus ataques contra el adversario para convencer al electorado que todavía no tiene decidido su voto. En el caso del Partido Popular, el partido más votado según todas las encuestas, confía en que el abultado número de indecisos termine por catapultar el poder del partido conservador. Mariano Rajoy ha anulado su agenda para este lunes porque quiere prepararse concienzudamente el 'cara a cara' con Sánchez para presentarse ante el electorado como el único líder con experiencia y solvencia suficiente como para merecer su confianza el 20-D. Entre sus asesores de cabecera, Rajoy preparará el asalto al PSOE con su jefe de gabinete y de campaña, Jorge Moragas; la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y Pedro Arriola, el asesor de referencia del presidente.
Según fuentes internas del PP, Rajoy servirá la cabeza de Arístegui como un triunfo: “El PP tiene que venderse como un partido que no tolera la corrupción, y así lo transmitirá”, reconocen fuentes populares tras confirmar que los casos de corrupción han pasado ya demasiada factura a un partido que pierde poder cada vez que se abre una cita con las urnas. “Ahora se lleva votar a Ciudadanos o a Podemos. Pero el votante del Partido Popular es un votante fiel y ahora no va a permitir que nos echen los nuevos”, comentaba con EL ESPAÑOL un alto dirigente del PP minutos antes de que Mariano Rajoy ofreciera un mitin en la plaza de toros de Las Rozas. Según las cuentas que han echado en la planta noble de Génova, uno de cada tres indecisos depositará su confianza de nuevo en el Partido Popular.
Para conseguir una mayoría tan holgada que los demás partidos no tengan más remedio que permitir que Mariano Rajoy intente formar gobierno, el PP ha intensificado sus ataques contra los demás contrincantes, especialmente los líderes emergentes. En Las Rozas, donde el PP no consiguió llenar una plaza de toros con capacidad para 4.000 personas, Rajoy disparó contra los “cantos de sirena” de Albert Rivera, “su bisoñez” y sus “pases de modelos”. Esperanza Aguirre fue un poco más allá y les acusó de parecer “una planta de reciclaje de residuos políticos”.
Fantasmas del 11-M
A la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que gobierna gracias al apoyo de Ciudadanos, le tocó sacar los trapos sucios de Podemos y los neutralizó en Manuela Carmena, la responsable, a su juicio, de que Madrid sea hoy una capital con “más atascos, más suciedad y más contaminación”. Fue la que con más ahínco se desgañitó al presentar a Mariano Rajoy como “el futuro presidente de España, el mejor”.
Hay un error de bulto que el PP teme que el PSOE se lo reproche en el debate a dos del lunes por la noche, los atentados de Kabul. En el partido conservador algunos temen que su actuación le pase facctura y la campaña se enturbie. Este domingo, Mariano Rajoy comenzó su mitin recordando a los dos policías asesinados en el ataque a la embajada española. “Su vida es irrecuperable, pero su sacrificio es nuestro recuerdo obligado hoy y siempre. Han dado su vida por nuestra seguridad y libertad. Son nuestro mejor rostro y encarnan lo mejor de nuestro país”. Pese a su sentido pésame en público, donde llegó a pronunciar las palabras “descansen en paz”, hay quien teme que regrese el fantasma de los atentados del 11-M.
La remontada final
Cuando sucede cualquier acontecimiento, desde el Gobierno siempre se pide prudencia y solo da información cuando se tienen los datos. Sin embargo, la gestión del atentado de Kabul ha estado repleta de errores de comunicación desde que Rajoy dio un informe erróneo a su llegada al mitin de Orihuela (Alicante) el viernes por la tarde. En un primer momento dijo que no era un ataque a la embajada de España y pidió “tranquilidad” dando por vivo a un policía que ya estaba muerto. Desde Las Rozas, Rajoy también quiso recordar a los policías que salvaron sus vidas en el ataque “e impidieron que la tragedia fuera aún mayor”, protegiendo al resto de españoles.
Ahora, en privado, mientras prepara el debate concienzudamente, Rajoy se aferra a la remontada final a sabiendas de que el 'cara a cara' le brinda la oportunidad de poder defender su tesis de que España empieza a despegar de nuevo tras una dura crisis. Con los datos en la mano e insistiendo en que solo el PP será capaz de crear 500.000 puestos de trabajo al año el líder del PP confía en que más de un indeciso apueste por votarle a él el 20 de diciembre.