Ciudadanos empezó la campaña con la aspiración de ser segundo y las ganas de acercarse al PP. En los primeros días de campaña las preguntas para Albert Rivera eran sobre qué ministros iba a escoger en su gobierno. Rivera ha dicho este lunes que se centraron en las encuestas más favorables. Pero más de una semana antes de las elecciones, empezó la caída en los sondeos. Los resultados electorales y sus 40 diputados confirman que su ascenso rápido había sido una ilusión.
La versión oficial de Ciudadanos culpa a la “injusta ley electoral” y la política sucia de los rivales. Rivera ha dicho tras la reunión de su ejecutiva que “seguro que hemos cometido errores”, pero que esperan a “un informe técnico” para valorar qué ha ocurrido. Mientras, en conversaciones informales y off the record con algunos miembros del partido y experto, salen al menos estos cinco motivos:
1. La etiqueta la pusieron los otros. Ciudadanos es un partido de centro, liberal. Es una etiqueta con poca tradición en España. Los partidos a su izquierda -PSOE y Podemos- intentaron arrinconarlo hacia la derecha. El PP quiso hacer justo lo contrario. Ciudadanos aspiraba a resistir con una frase muy repetida: si desde la izquierda dicen que somos de derechas y desde la derecha dicen que somos de izquierdas, es que somos de centro. Quizá tuvieran razón, pero el resultado es que la etiqueta se la pusieron los demás.
Ciudadanos no tenía un pasado de votos en el Congreso o una doctrina que diera confianza a los votantes. No había una identidad asentada, más allá de lo que dijera Albert Rivera en cada momento. Su falta de mochila fue buena para definirse de cero. Pero al final sirvió para que les definieran. Mientras ellos decían que no estaban a favor del copago o que la violencia contra las mujeres les parecía terrible, ningún hecho sustentaba sus declaraciones. Las dudas eran legítimas y la insistencia de los otros partidos pasó factura.
Solo había un asunto en el que la posición de Ciudadanos era fija e inquebrantable: Cataluña. Los votantes para quienes era básico, lo premiaron. Los dos cánticos iniciales en la sede electoral fueron: “Yo soy español, español” y “España unida, jamás será vencida”.
2. El tripartito y el miedo a Podemos. Esa falta de mochila hizo que cuando Pedro Sánchez y Pablos Iglesias les llamaban derecha, los votantes de centroizquierda temieran que Rivera invistiera a Rajoy. Mientras el PP advertía a sus exvotantes que si se pasaban a Ciudadanos, Rivera investiría a Pablo Iglesias.
Una campaña no es un paseo, más si es tan reñida. Ciudadanos entró haciendo equilibrios en su cuerda, pero los empujones le derribaron. El último día Rivera dijo algo que sólo había insinuado: se abstendrían ante la lista más votada, el PP. Fue un modo de hacer evidente que perdían votos sobre todo por el flanco derecho. Fue demasiado tarde.
3. No hay un partido detrás. Ciudadanos en esta campaña ha sido Albert Rivera, las propuestas económicas del equipo de Luis Garicano -que volverá a la London School of Economics- y el impulso que le dio Inés Arrimadas en Cataluña. Pero apenas aparecieron cuadros o cargos medios. Marta Rivera de la Cruz -la número tres por Madrid- dio una impresión pobre en el debate de TVE. "¿Eso es lo mejor que tiene el partido?", pudieron pensar algunos votantes.
EL ESPAÑOL intentó grabar un vídeo de “un día en campaña” con varios candidatos provinciales, entre ellos Virginia Millán. No fue posible tras peticiones insistentes. Al final sólo pudimos rodar con Juan Carlos Girauta, uno de los candidatos más experimentados del partido.
4. La gasolina se acabó en diciembre. Ciudadanos se tomó las convocatorias electorales de 2014 y 2015 como un solo ciclo electoral, en palabras de su vicesecretario general, José Manuel Villegas. Las generales debían ser la culminación. El partido empezó a lanzar propuestas en enero. Así consiguieron marcar la agenda con propuestas económicas, educativas o constitucionales durante el año.
Pero no guardaron munición fresca para la campaña. El partido confió en la repetición cuando la mayoría de españoles conectó con la actualidad para decidir su voto. El partido no preparó la campaña como algo único, sino que sólo “intensificó” -en palabras de Villegas- su actividad.
Pablo Iglesias desapareció de la actualidad durante el año -incluso llegó a decir que estaba “cansado” tras su flojo debate con Rivera y Jordi Évole-, pero esa desaparición le permitió llegar en plenitud al momento importante. Rivera en cambió flojeó en el debate de Atresmedia ya en plena campaña.
5. Elecciones otra vez, no. La conclusión de estos errores es que Ciudadanos necesita tiempo y vida parlamentaria. Sus líderes deben asentar el partido y demostrar que son más que palabras y programas. La doctrina sólo se solidifica con votos y decisiones. Pasa lo mismo con los cargos técnicos. Con un grupo parlamentario pequeño será más fácil trabajar y crecer.
Rivera ha dicho que “no sabía” si un adelanto electoral favorecía o perjudicaba a su partido. Sería difícil que Ciudadanos variara su posicionamiento y recursos en tres meses. La repetición de esta campaña reciente sería un camino difícil, donde Ciudadanos no sería una alternativa segura ante la incertidumbre.