Cerraron filas en campaña. Pero no han tardado en alzar su voz, aunque de momento tímidamente. Los integrantes de Podemos ubicados más a la izquierda, en la órbita de la extinta Izquierda Anticapitalista, abogan por una confluencia con Izquierda Unida/Unidad Popular para “fortalecer” a la formación emergente. Esta corriente, ahora llamada Anticapitalistas, tiene como caras visibles al eurodiputado Miguel Urbán y a la dirigente de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, y representa el ala más a la izquierda del partido, frente a la moderación que exhiben en los últimos tiempos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
En este momento no hay una guerra interna en Podemos, pero sí hay discrepancias sobre la política de alianzas que debe emprenderse. Unas discrepancias que ya quedaron patentes meses atrás, que se aparcaron convenientemente en la campaña electoral y que empiezan a aflorar ahora. Los miembros de la facción Anticapitalistas, sustituta de Izquierda Anticapitalista, han publicado un comunicado en su página web para valorar el resultado de las elecciones.
“Prepararnos para mañana”
Los anticapitalistas señalan en su texto: “Hemos quedado en la tercera posición, con una importante irrupción en votos, recogiendo el caudal acumulado por el 15M y el ciclo de luchas precedente, el descontento social con las políticas austeritarias y con los partidos de la izquierda tradicional”. Por ello, dicen tener “motivos para celebrar el resultado”, aunque “es importante que desde este momento nos preparemos para mañana”.
“La troika va a querer que haya más recortes gobierne quien gobierne -exponen-, los desahucios van a seguir y el capital sigue conservando intactas sus bases de poder: ése es el combate que tenemos por delante y para eso, nos toca fortalecernos por abajo (con otros compañeros y compañeras, como la gente de IU-Unidad Popular), en todos los terrenos. Las urnas se cierran, la lucha de clases sigue”. La petición de “fortalecer” Podemos junto a la coalición liderada por Alberto Garzón es cristalina. Habrá que ver, sin embargo, qué decide la dirección del partido.
Está previsto que el Consejo Ciudadano de Podemos -la dirección- se reúna en breve para analizar y valorar los resultados electorales. La cita será, casi con toda seguridad, en los primeros días de enero. Es lógico que la cuestión de la confluencia esté sobre la mesa, teniendo en cuenta que los números del 20-D son inapelables: si se suman los más de cinco millones de votos que logró Podemos a los 923.000 que obtuvo Unidad Popular, la cifra resultante supera los apoyos que recibió el PSOE. Por el momento, el propio Alberto Garzón ha recordado la disposición de IU a confluir con otros partidos, mientras Pablo Iglesias se ha limitado a felicitar a su rival por haber logrado “seguir existiendo parlamentariamente”.
Unidad en campaña
Las diferencias de criterio entre este sector anticapitalista y la dirección que encabeza Pablo Iglesias son habituales en Podemos. Unos y otros representan dos almas que comparten la mayoría de sus postulados pero que viven en permanente tensión. Prueba de ello es que a solo un mes de las elecciones, se vivió un pulso entre estos dos sectores por la elaboración de las listas en Andalucía, territorio donde los anticapitalistas son más fuertes, con Teresa Rodríguez y el alcalde de Cádiz, José María González Kichi como caras visibles.
En la campaña electoral, sin embargo, las corrientes de Podemos se dieron una tregua para favorecer sus intereses comunes. No hubo ni una sola crítica interna o declaración altisonante en los quince días previos a los comicios. Todos a una y sin fisuras. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón visitaron Andalucía en varias ocasiones. Y coincidieron con Teresa Rodríguez en dos mítines multitudinarios, uno celebrado en Cádiz, el primer día de campaña, y otro en Sevilla, una semana después. En ambos casos intervino el secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, cuya afinidad a Iglesias es tan evidente como su pelea con los anticapitalistas.
Fueron mítines en que se mostró la unidad del partido, sí, pero en los que también eran evidentes las diferencias en los discursos de unos y otros. La moderación y “la centralidad” de Iglesias y Errejón en campaña chocaron con “la ruptura” o “la lucha de clases” que defienden Rodríguez o Kichi. Por ejemplo, la dirección de Podemos reclama hoy “cinco garantías constitucionales” y no el “proceso constituyente” que exigía antes, pero en dichos mítines Kichi y Rodríguez abogaron por lo segundo.
Ahora, pasadas las elecciones, es el momento de volver a discrepar.