"El Mar Menor recoge un fracaso de todos". Así comienza esta entrevista Natalia Corbalán, directora de la Fundación Ingenio, que nace con el objetivo de poner en valor una agricultura responsable, sostenible e innovadora.
Licenciada en Derecho por la Universidad de Murcia, comenzó en 2016 su andadura en el mundo de la sostenibilidad agrícola, lo que le permitió poder participar en proyectos de inteligencia artificial aplicada a los cultivos.
A lo largo de la entrevista, Corbalán insiste en lo central de la tecnología y la formación para poder hacer frente a los retos que plantea la sostenibilidad. Desafíos como los que presenta el Mar Menor, que desde hace décadas sufre una entrada de nutrientes que ha derivado en una eutrofización de sus aguas.
El color verde, los peces que aparecieron muertos en sus orillas y el olor a putrefacción son solo algunas señales de que esta laguna salada –la mayor de Europa, se muere y requiere de soluciones efectivas e inmediatas.
Del avance de las tecnologías en agricultura, pero también de otras muchas soluciones que pueden llevarse a cabo en la zona nos habla Corbalán. A su modo de ver, la agricultura, puesta muchas veces en el punto de mira, puede mirar también hacia una sostenibilidad plena que cuide del medioambiente y que respete los recursos naturales existentes.
¿Cómo nace el proyecto de Fundación Ingenio?
Nace a principios de 2020, en plena pandemia. Empezamos a caminar en la unión de este conjunto de cooperativas y sociedades agrarias de transformación. El Campo de Cartagena se estructura así: son pequeños y medianos agricultores que trabajan de manera asociada para poder ser competitivos en el mercado.
Se agrupan porque ven que los grandes retos a los que se enfrenta la agricultura van marcados por el Green Deal, por la política De la Granja a la Mesa y por las políticas verdes de la UE, y además ven que su actividad está en el punto de mira y que necesitan bajar hacia una sostenibilidad plena.
"Con la fundación lo agricultores murcianos quieren decirle a la sociedad que están firmemente comprometidos con los ODS"
Con esta fundación lo que quieren es decirle a la sociedad que están firmemente comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que les afectan. Estamos desarrollando un código ético. Es un sello de excelencia con el que además de todos los certificados de calidad, ellos podrán certificarse y demostrar el compromiso con la recuperación y protección del Mar Menor.
Son agricultores que están comprometidos con el uso del agua, de los nutrientes, de pesticidas… Ellos están comprometidos en compatibilizar su actividad con un Mar Menor en buen estado, o por lo menos en minimizar su impacto.
¿Qué es para usted una agricultura sostenible?
Es aquella que minimiza al máximo su impacto en el medio y tiende a una preservación de recursos. Sostenibilidad es preservar los recursos que tenemos, porque son limitados. La tierra o el agua son recursos que tenemos que trabajar porque se agotan, ya lo estamos viendo.
El agua para nosotros es un bien escasísimo. Nosotros somos el ejemplo de producir más con menos, porque en el Campo de Cartagena hay un 95% de riego localizado, se riega gota a gota. Esto no es habitual en otras zonas de España.
Pero además hay que tender a una intensificación sostenible. Es decir, en 2050 la población se incrementará a 10.000 millones de habitantes y hay que darles de comer. No podemos convertir a los agricultores en jardineros, son agricultores. Ahora bien, hay que apostar por la agricultura convencional, pero bien ejercida. Existe tecnología e innovación de sobra para ejercerla correctamente.
Cualquier reto en este ámbito tiene un denominador común que es innovación, tecnificación y formación. Es decir, tener a gente formada en nuevas tecnologías, que las pueda aplicar a la actividad diaria y que haga de esos agricultores un referente a nivel mundial.
Nosotros, en el Campo de Cartagena, aspiramos a ser la huerta más sostenible de Europa y un referente en cómo optimizar recursos con las nuevas tecnologías.
¿Se puede alcanzar una agricultura sostenible en la actualidad?
Ya se está haciendo. Lo que pasa es que siempre hay margen de mejora. Hay agricultores que van a diferente velocidad. Hay algunos muy punteros, que tienen los campos monitorizados, que saben el agua que necesitan para regar, la fertilización, cuándo el suelo no necesita agua…
La Fundación Ingenio quiere ser ese faro de guía que lleve por ese camino a todos los agricultores para que puedan alcanzar esa velocidad de crucero hacia las premisas del Green Deal. La transición ecológica es una transición, no una imposición. De la noche a la mañana no puede suceder. El campo necesita sus tiempos para ir avanzando.
"No podemos convertir a los agricultores en jardineros; hay que apostar por la agricultura convencional, pero bien ejercida"
Nuestra misión es poner en valor el cultivo de alimentos a través de una agricultura familiar, sostenible e innovadora. Estas tres últimas palabras son clave, porque todo va hacia ahí. No nacemos para defendernos del Mar Menor, pero qué duda cabe que ejerciendo una agricultura responsable sí que vamos a protegerlo. Estamos en ello.
Una de vuestras propuestas para recuperar el Mar Menor es el anillo protector ambiental. ¿En qué consiste?
Durante el 2019, la Fundación Ingenio trabajó durante todo un año en elaborar lo que denominamos el anillo de protección ambiental para la recuperación y protección del Mar Menor. Este es una refundición de todas las soluciones técnicas avaladas por científicos y técnicos competentes en cada materia.
Con esta solución pretendemos decirle a las administraciones y a la sociedad que el Mar Menor tiene solución, que esa solución es este conjunto de actuaciones de diferente naturaleza.
Un primer eje recoge las actuaciones para contener las aguas superficiales que le llegan por la cuenca vertiente, que procede de las actividades que se ejercen, no sólo de la agricultura, también de la ganadería.
"Lo que mata al Mar Menor es la entrada de agua dulce cargada de sustancias, como nitratos o fosfatos"
Después están las danas, precipitaciones que son muy difíciles de contener. En 2019 cayeron en el Campo de Cartagena 200 litros por metro cuadrado. Si hubiese unas estructuras que pudieran canalizar esta agua, como tanques de tormenta o embalses de retención, esto se paliaría. Lo que mata al Mar Menor es la entrada de agua dulce cargada de sustancias: nitratos, fosfatos…
Otro eje es la gestión del acuífero. El agua subterránea que ocupa toda la superficie del campo de Cartagena y que es 10 veces mayor que la superficie del Mar Menor. Esa agua subterránea está ahora mismo a niveles freáticos muy altos, que aflora por las partes deprimidas de las ramblas y que corre como un río hacia la laguna.
Eso habría que gestionarlo y evitar que entrase esa agua cargada de nutrientes en el Mar Menor. El tercer eje son medidas agronómicas a pie de parcela para hacer una agricultura sostenible 100%.
La solución para el problema está en la agricultura. Para extraer el agua del acuífero habría que activar los pozos que están parados en el Campo de Cartagena. Es decir, las fincas tienen pozos que pueden extraer esa agua y hacer que el nivel vaya bajando para que no entre por vías subterráneas al Mar Menor.
"Aspiramos a ser la huerta más sostenible de Europa y un referente en cómo optimizar recursos"
García Aróstegui, científico titular del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), ha dicho en repetidas ocasiones que aunque toda la agricultura del Mar Menor se volviese de secano, durante más de 20 años estaría entrando agua cargada de nutrientes por vías subterráneas.
La solución no es eliminar nuestra agricultura, sino realizar las infraestructuras programadas y aprobadas por el Ministerio de Transición Ecológica en 2009, el Plan vertido 0, y que no se llevan a cabo porque se ha acabado la voluntad de hacerlo.
¿Qué papel guarda la innovación en este equilibrio entre actividad agrícola y medioambiente?
Sin tecnología es imposible. Si la agricultura es compatible con el Mar Menor o con cualquier espacio natural para evitar que se contamine, esto es gracias a la tecnología. Sin las técnicas de riego tan avanzadas, por ejemplo a pie de parcela, sería imposible compatibilizar. No podríamos evitar que hubiera una contaminación difusa.
El denominador común a cualquier avance para hacer compatible cualquier actividad económica, ya no solo en la agricultura, es la tecnología, la innovación y la formación.
Y es muy importante esta última. Necesitamos gente formada en esas tecnologías. Lenguajes como el machine learning ya se están aplicando en el mundo agro. No es una cosa que pertenezca al ámbito tecnológico.
"La transición ecológica no puede suceder de la noche a la mañana: el campo necesita sus tiempos"
¿Qué retos quedan pendientes para poder alcanzar una sostenibilidad plena en el mundo agrícola?
Los retos son muchos. Concienciar y darle una revisión a las políticas agrarias. La PAC cada vez es más verde, pero hay que hacerlo de manera más efectiva aplicando programas que calen más en el agricultor pequeño. Que no se quede en grandes trazas políticas que luego no calan.
La transferencia tecnológica es importantísima. Tenemos muchos centros de innovación, centros tecnológicos, OTRI en universidades, pero falta un sistema de transferencia tecnológica real y eficiente. Eso no llega. Yo veo a las pequeñas explotaciones y es que no les llega lo que se avanza en las universidades.
Necesitamos un sistema de transferencia tecnológica real, práctico y efectivo. Si no se quedará todo en estudios, en grandes mantras, pero al final no llegará a quien tiene que aplicarlo. Hay que ser menos teóricos y más prácticos.